tirar con todas sus fuerzas para subir su macabro hallazgo por la borda. Cuando el cadaver palido, exanime y empapado cayo de golpe sobre la cubierta, perdio el aplomo. Habia sacado del agua el cuerpo sin vida de una menor, una nina, con los largos cabellos adheridos al rostro y los labios tan violaceos como los ojos, que ahora se clavaban invidentes en el cielo.
Frans Bengtsson se asomo por la borda y vomito.
Patrik jamas creyo que pudiera llegar a sentirse tan cansado. Todas aquellas fantasias sobre lo mucho que dormian los bebes habian quedado destrozadas en los dos ultimos meses. Se paso las manos por el corto cabello castano, pero solo logro empeorar su sensacion de sueno. Y si el estaba cansado, no queria ni imaginar como debia de sentirse Erica. Al menos el no tenia que amamantarlo regularmente por las noches. Ademas, estaba realmente preocupado por ella. No recordaba haberla visto sonreir desde que llegaron del hospital y lucia unas marcadas ojeras. Al ver la desesperacion en sus ojos por las mananas, le costaba dejarlas a ella y a Maja, pero al mismo tiempo debia admitir que experimentaba un gran alivio al poder dirigirse a su conocido entorno adulto. Amaba a Maja sobre todas las cosas, pero tener un bebe en casa era como entrar en un mundo ajeno, extrano, con nuevas y constantes situaciones de estres acechando a la vuelta de cada esquina. ?Por que no duerme? ?Por que llora? ?Tiene calor? ?Frio? ?No le habian salido unos puntitos raros? Los delincuentes adultos eran, al menos, algo familiar, algo que sabia como manejar.
Clavo una mirada vacia en los documentos que tenia delante mientras intentaba retirar la telarana del cerebro lo suficiente como para poder seguir trabajando. El timbre del telefono lo hizo saltar de la silla y sono hasta tres veces antes de que reaccionase y contestase.
– Patrik Hedstrom.
Diez minutos despues, echo mano de la cazadora, que colgaba de una percha junto a la puerta, y se apresuro al despacho de Martin Molin:
– Un hombre que pescaba langostas ha sacado un cadaver.
– ?Donde? -pregunto Martin visiblemente desconcertado.
Tan dramatica informacion vino a quebrantar el pacifico almuerzo del lunes en la comisaria de Tanumshede.
– A las afueras de Fjallbacka. Ha fondeado en el muelle de la plaza Ingrid Bergman. Tenemos que irnos ahora mismo. La ambulancia esta en camino.
No tuvo que decirselo dos veces. Martin cogio la cazadora para protegerse del desapacible tiempo de octubre y acompano a Patrik al coche. No tardaron en recorrer el trayecto hasta Fjallbacka. Martin se agarraba angustiado al asa del techo cada vez que el coche se tragaba el arcen en las curvas cerradas.
– ?Sera alguien que se ha ahogado por accidente? -pregunto Martin.
– ?Y como demonios voy a saberlo yo? -respondio Patrik, lamentando enseguida el tono desabrido de su respuesta-. Disculpa, es la falta de sueno.
– No pasa nada -dijo Martin. Teniendo en cuenta el aspecto extenuado de Patrik en las ultimas semanas, no le costaba perdonarlo.
– Lo unico que sabemos es que la encontraron hace una hora y que, segun el tipo, no parecia llevar mucho tiempo en el agua, pero pronto lo veremos -explico Patrik mientras bajaban Galarbacken en direccion al muelle donde estaba anclada la barca.
– ?La encontraron?
– Si, es una nina, una menor.
– Joder -dijo Martin deseando haber seguido su primer impulso, el de quedarse en la cama con Pia en lugar de ir al trabajo.
Aparcaron junto al cafe Bryggan y se apresuraron a bajar hasta el bote. Por increible que pudiera parecer, nadie se habia enterado aun de lo sucedido, por lo que no hubo necesidad de espantar a los curiosos.
– Esta tendida en la cubierta -dijo el hombre, que les habia salido al encuentro en el muelle-. No he querido tocarla mas de lo necesario.
Patrik reconocio enseguida la palidez del rostro del hombre. Era la misma que observaba en el suyo cada vez que se veia en la obligacion de contemplar un cadaver.
– ?Donde la saco? -pregunto Patrik, postergando asi la confrontacion con el muerto unos segundos mas. Ni siquiera la habia mirado aun y ya sentia un desagradable cosquilleo en el estomago.
– En Porsholmen, en la parte sur. Se engancho en la cuerda de la quinta cubeta que fui a sacar. De lo contrario, aun habriamos tardado mucho en ver a la pobre nina. Tal vez nunca, si las corrientes la hubiesen arrastrado mar adentro.
A Patrik no le sorprendio que el hombre conociese el comportamiento de un cadaver en el mar.
Toda la gente mayor sabia perfectamente que los cuerpos primero se hundian; despues, poco a poco, emergian a la superficie segun se iban llenando de gases; y luego, tras otro espacio de tiempo, volvian a alojarse en las profundidades. Antes los pescadores corrian un alto riesgo de morir ahogados y seguramente Frans habia participado alguna vez en la busqueda de un companero desafortunado.
Como para confirmarlo, el pescador comento:
– No debe de llevar mucho tiempo en el agua, pues no habia empezado a flotar aun.
Patrik asintio.
– Si, ya lo dijo cuando llamo. En fin, sera mejor que le echemos un vistazo.
Muy despacio, Martin y Patrik se dirigieron al borde del muelle, donde estaba fondeado el bote.
No pudieron ver bien la cubierta hasta que no se acercaron del todo y solo entonces les fue posible distinguir lo que alli habia. La nina habia caido boca abajo cuando el hombre la izo del agua, por lo que no se veia mas que una marana de pelo revuelto y mojado.
– Ya viene la ambulancia. Ellos le daran la vuelta.
Martin asintio levemente. Sus pecas y su cabello rojizo parecian varios tonos mas intensos en contraste con la palidez de su semblante, y se notaba el esfuerzo que hacia por mantener a raya las nauseas.
La crudeza gris del tiempo, y el viento, que habia empezado a arreciar bastante, contribuyeron a crear un ambiente espeluznante. Patrik saludo a los hombres de la ambulancia que, sin la menor premura, descargaron una camilla antes de dirigirse con ella adonde se encontraban los policias.
– ?Un ahogamiento fortuito? -pregunto el primero de los chicos de la ambulancia senalando la barca con la cabeza.
– Bueno, eso parece -respondio Patrik-. Pero tendra que decirlo el forense. Desde luego, no hay nada que vosotros podais hacer por ella, salvo llevarosla de aqui.
– Si, eso nos dijeron -respondio el joven-. Bien, pues vamos a subirla a la camilla.
Patrik asintio. Siempre habia pensado que lo peor de aquel trabajo era que las victimas fuesen ninos, pero, desde que nacio Maja, aquella desagradable sensacion se habia multiplicado por mil.
Ahora se le partia el corazon ante la tarea que los aguardaba. Tan pronto como hubiesen identificado a la nina, se verian obligados a destrozar la vida de sus padres.
El hombre de la ambulancia habia subido a la barca de un salto y se disponia a transportar el cadaver al muelle. El otro empezo a darle la vuelta con cuidado. El cabello mojado cayo sobre la cubierta como un abanico alrededor de su palido rostro y los ojos parecian observar vidriosos los nubarrones grises que recorrian el cielo.
Al principio Patrik aparto la mirada, pero ahora la dirigia de mala gana hacia la nina. Una gelida mano le estrujo el corazon.
– ?No, mierda, no!
Martin lo miro consternado. Despues cayo en la cuenta:
– Sabes quien es, ?verdad?
Patrik asintio sin decir nada.
1.
Stromstad, 1923.