– Si, aqui el heroe se la llevo de paseo y luego se fumaron un porro de maria y…

– ?Que mentirosa eres! Anda, calla ya -rio Dan volviendose a Patrik-. Resulta que Erica me llamo esta manana y me pregunto si no podria intentar convencer a Anna para que saliera un rato, a fin de animarla un poco. Y bueno, Anna vino conmigo y dimos un largo y agradable paseo, que le ha sentado muy bien, por lo visto.

– Pues si, eso parece -corroboro Erica y despeino a Dan con gesto amistoso-. ?Y si te quedas un rato al resplandor de la admiracion general y cenas con nosotros?

– Depende. ?Que hay de cenar?

– Menudo caprichoso estas tu hecho -rio Erica-. Bueno, anda. Pollo guisado con aguacate y arroz de jazmin.

– Vale, me parece aceptable.

– Que descanso ver que podemos satisfacer tu elevado estandar, mister gourmet.

– Bueno, eso ya lo veremos cuando lo haya probado.

– Anda, callate ya -le dijo Erica al tiempo que se levantaba para preparar la cena.

Sentia un dulce calor interior. Habia sido un buen dia. Un dia estupendo, se dijo. Y se dio la vuelta para preguntarle a Patrik que tal le habia ido a el.

Lo bueno habia superado a lo malo, ?O no? A veces, por las noches, cuando se retorcia entre pesadillas, no se sentia tan seguro. Sin embargo asi, a la luz del dia, estaba convencido de que lo bueno habia pesado mas. Lo malo no eran mas que sombras que, agazapadas en escondrijos, no osaban mostrar su fea cara. Y asi queria el que fuese.

Ambos la habian amado. Lo indecible. Aunque quiza el la hubiese amado mas. Y quiza ella lo hubiese amado mas a el. Hubo entre ellos una relacion excepcional. Nadie podia interponerse entre los dos. Lo feo, lo sucio, les resbalaba sin tener donde aferrarse.

Su hermana los observaba sin envidia, consciente de estar viendo algo unico, algo con lo que no tenia sentido competir. Y eso la incluia a ella. El la envolvia en su amor, la dejaba participar de el. No existia razon alguna para sentir envidia. No eran muchos los afortunados que podian beneficiarse de semejante amor.

Y, puesto que los amaba de forma tan ilimitada, les limito el mundo. Y ellos se dejaron limitar agradecidos. ?Para que iban a necesitar a nadie mas? ?Para que abrirse paso entre todo aquello tan desagradable que existia alli fuera? Todo aquello que ella les decia que existia fuera. El no sabria arreglarselas en ese mundo. Ella misma se lo dijo. El era un pajaro cenizo. Siempre andaba perdiendo cosas, se le caian de las manos, las destrozaba. Si ella los dejase salir al mundo exterior, sucederian cosas terribles. Los pajaros cenizos no sobrevivian alli fuera. Pero era tal el carino con que se lo decia… «Mi pajaro cenizo -decia-. Mi pajaro cenizo.»

A el le bastaba su amor. Y a su hermana tambien. O, al menos, le bastaba casi siempre.

Aquella historia era un petardo. Jonna colocaba distraida la compra en la cinta para poder leer el codigo. En comparacion con aquello, Gran Hermano era como el festival de musica de Hultsfred. ?Aquello era un petardo! Aunque, en realidad, no podia quejarse. De hecho, habia visto las temporadas anteriores, de modo que sabia que iban a vivir y a trabajar en un agujero como aquel al que habian ido a parar. Pero… ?Acabar en la caja de un punetero supermercado ICA…! Con eso no habia contado. Su unico consuelo era que Barbie habia corrido la misma suerte. Barbie estaba sentada en la caja detras de Jonna, con las tetas de silicona aprisionadas bajo el delantal rojo. Y Jonna se paso toda la tarde oyendo su necio parloteo y viendo como todo el mundo, desde adolescentes de voz quebrada hasta viejos verdes de voz lasciva, todos intentaban hablar con ella. ?Acaso no comprendian que con las tias como Barbie no habia que hablar? ?Que se trataba simplemente de invitarlas a un monton de copas y que, a partir de ahi, todo iba como una seda? ?Imbeciles!

– ?Oh, sera estupendo veros en television! Y ver nuestro pueblo, claro. Jamas me habria imaginado que Tanumshede seria famoso en todo el pais.

La senora que tan ridiculamente se expresaba hacia aspavientos junto a la caja y, de vez en cuando, sonreia entusiasmada a la camara que habia fijada al techo. Era tan estupida que no comprendia que resultaba facilisimo cortar su intervencion e impedir que apareciese en ningun capitulo. Las miradas a la camara eran un no-no absoluto.

– Son trescientas cincuenta con cincuenta -le dijo Jonna cansada sin apartar la vista de la senora.

– Ah, si, claro, bueno, aqui tienes mi tarjeta -dijo la senora «chupacamaras» al tiempo que pasaba la Visa por el lector-. ?Anda, y ahora tengo que marcar el codigo! -exclamo entre risitas.

Jonna exhalo un suspiro. Se preguntaba si podria librarse faltando al trabajo desde ya. A los productores solian encantarles las disputas con los jefes de personal y cosas por el estilo, pero quiza fuese demasiado pronto para empezar con esas. Tendria que aguantar una semana por lo menos. Al cabo de ese plazo, solia funcionar divinamente lo de andar armando escandalos.

Se preguntaba si sus padres se sentarian ante el televisor el lunes. Lo mas probable era que no lo hicieran. Ellos nunca tenian tiempo para actividades tan triviales como ver la tele. Eran medicos, de ahi que su tiempo fuese mas precioso que el del resto de los humanos. El tiempo que invirtiesen en ver Robinson o incluso el que le dedicasen a ella, podian utilizarlo para ponerle a alguien un marcapasos o para hacerle un trasplante de rinon. Jonna era una egoista al no comprenderlo. Su padre llego incluso a llevarla consigo al hospital para que presenciara la operacion de corazon que iba a practicarle a un nino de diez anos. Queria que Jonna comprendiese por que era tan importante su trabajo, segun le explico, por que no podian pasar con ella tanto tiempo como deseaban. Su madre y el tenian un don, el don de poder ayudar a los demas, y era su deber usarlo tanto como fuese posible.

?Menudo rollo de mierda! ?Por que habian tenido hijos, si no iban a poder dedicarles su tiempo? ?Por que no pasaban de tener crios, y asi podrian estar las veinticuatro horas del dia con las manos metidas en el corazon de cualquiera?

Al dia siguiente de la visita al hospital, Jonna empezo a hacerse cortes. Era un gran alivio. A la primera incision que el cuchillo hacia en la piel, sentia como cedia la ansiedad. Era como si escapase de su cuerpo fluyendo roja y calida por la herida. Le encantaba la vision de la sangre. Le encantaba la sensacion de un cuchillo o de una cuchilla o de un clip o de cualquier cosa que tuviese a mano, sentirlo cortando la ansiedad que, de lo contrario, se le quedaria anclada en el pecho.

Descubrio, ademas, que solo entonces la veian. La sangre les hacia volver la mirada hacia ella y verla. Pero el efecto era cada vez menos intenso. Segun iba acumulando heridas y cicatrices disminuia el efecto sobre la ansiedad. Y en lugar de mirarla llenos de preocupacion, sus padres empezaron a contemplarla resignados. Se habian rendido y habian decidido salvar a aquellos a quienes podian salvar. A personas con el corazon estropeado, a gente con cancer de estomago y con organos que habian dejado de funcionar y que debian ser sustituidos por otros. Y ella no tenia nada de eso que ofrecerles. Ella solo tenia estropeada el alma, y eso no podia arreglarse con un bisturi, asi que dejaron de intentarlo.

El unico amor que ahora podia recibir era el de las camaras y el de las personas que, cada noche, se sentaban delante del televisor y la miraban a ella. La veian a ella.

Oyo a su espalda que un chico le preguntaba a Barbie si le dejaba tocarle un poco la silicona. Al publico le encantaria. Jonna se subio las mangas con la intencion de que las cicatrices quedaran a la vista. Era lo unico que podia ofrecer.

– Oye, Martin, ?puedo pasar un momento? Tenemos que hablar de un asunto.

– Claro, entra. Solo estaba terminando unos informes. ?De que se trata? Pareces preocupado.

– Si, bueno, es que no se que pensar de esto. Veras, el informe de la autopsia de Marit Kaspersen llego esta manana y, en fin, hay algo que me resulta muy extrano.

– ?El que? -pregunto Martin inclinandose con interes manifiesto. Recordaba que Patrik habia mencionado algo al respecto ya el dia del accidente, pero, a decir verdad, lo habia olvidado enseguida y Patrik tampoco habia vuelto a mencionar nada desde entonces.

– Pues veras, Pedersen ha anotado todo lo que ha ido encontrando, y ademas he hablado con el por telefono, pero la verdad es que no nos aclaramos.

– ?Cuenta! -La curiosidad de Martin iba en aumento.

– En primer lugar, Marit no murio a causa del accidente. Ya estaba muerta antes de que este se produjera.

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