paciencia con uno de los cuchillos mas afilados que tenia en la cocina. Claro que el tejido habia quedado bastante deslucido despues de que lo hubiera pasado por el cuchillo, pero estaba seguro de que no se advertiria si se estiraba bien la chaqueta. Se miro una ultima vez en el cristal reluciente de un cuadro enmarcado para asegurarse de que todo estaba en orden. Aquella noche habia puesto especial cuidado en enrollarse artisticamente el pelo en la mollera. Ni un milimetro del reluciente cuero cabelludo debia quedar al descubierto. Constato satisfecho que llevaba los anos tan bien como el pelo.

Una vez mas quedo sorprendido por el brinco que le dio el corazon ante la sola contemplacion de aquella mujer. Verdaderamente, hacia mucho tiempo que no le latia con aquel impetu en el pecho. ?Que tenia su cuerpo rechoncho de mujer de mediana edad para provocar en el semejante reaccion? La unica respuesta que se le ocurria eran los ojos. Eran del azul mas intenso que habia visto jamas y, en contraste con el tono rojizo con que se tenia el cabello, destacaban como dos soles. La miro como embrujado y tardo en responder cuando ella le tendio la mano para estrecharsela. Sin embargo, reacciono enseguida y, como si se contemplase desde arriba, se vio inclinandose para, de un modo bastante anticuado, tomarle la mano y besarsela respetuosamente. Por un instante, se sintio como un imbecil, incapaz de comprender de donde le vino el impulso. Pero luego comprobo que su acompanante parecia apreciarlo y sintio en el estomago una agradable sensacion de calidez. Aun dominaba aquellas artes. Aun sabia como llevar el agua a su molino.

– ?Que agradable es este sitio! Es la primera vez que vengo -aseguro ella con voz dulce mientras estudiaban la carta con atencion.

– Es un local de primera clase, te lo aseguro -respondio Mellberg sacando pecho como si el Gestgifveriet fuera de su propiedad.

– Si, y parece que se come muy bien -convino Rose-Marie mientras recorria con la mirada todas las exquisiteces que figuraban en la carta. Mellberg tambien ojeaba los platos y, por un instante, sintio que lo dominaba el panico al ver los precios. Pero luego se encontro al otro lado de la carta con la mirada de Rose-Marie y su preocupacion se aplaco. En una noche como aquella el dinero no tenia la menor importancia.

Rose-Marie miro por la ventana, hacia el terreno de la granja.

– Al parecer iba a haber una fiesta esta noche.

– Si, los del programa ese de television. En condiciones normales, aqui solemos vernos libres de ese tipo de espectaculos. Stromstad es, por lo general, el pueblo que cuenta con la oferta de ocio de la zona. Los colegas de alli son los que se encargan de la mayoria de los problemas de borracheras y los desmanes subsiguientes.

– ?Pensais que habra problemas? ?De verdad que puedes tomarte esta noche libre? -Rose-Marie parecia preocupada.

Mellberg emitio una tosecilla y saco el pecho un poco mas. Era una sensacion muy agradable la de poder sentirse importante en compania de una mujer hermosa. Desde que, sin motivo alguno, lo trasladaron a Tanumshede, le habia sucedido con escasisima frecuencia. Por alguna razon, a la gente de alli le costaba detectar sus cualidades.

– He puesto a dos hombres a vigilar el jolgorio de esta noche -respondio-. Asi que podemos comer y pasar un buen rato sin sobresaltos. Un buen jefe sabe delegar, y me atreveria a afirmar que esa es una de mis mejores cualidades.

La sonrisa de Rose-Marie le confirmo que ella no dudaba ni por un segundo de su excelencia como jefe. Aquello tenia visos de convertirse en una noche maravillosa.

Mellberg volvio a mirar a la granja. Luego se olvido por completo de todo lo relacionado con el espectaculo. Para eso estaban Martin y Hanna. El tenia cosas mas agradables a las que dedicarse.

Antes de salir al escenario, practico los pocos ejercicios de voz que conocia. A decir verdad, solo iba a cantar en playback, de modo que bastaba con que fuese haciendo la mimica oportuna ante el microfono, pero nunca se sabia. En una ocasion, en Orebro, la reproduccion del playback dejo de funcionar de improviso y, como no habia practicado lo suficiente, tuvo que cacarear la cancion en directo. Y no queria que volviera a sucederle algo asi.

Tina sabia que los demas se reian de ella a sus espaldas. Y mentiria si dijera que no le molestaba, pero, por otro lado, poco mas podia hacer salvo subir a escena y demostrar de que era capaz. Porque aquella era, sin duda, su gran oportunidad. Su posibilidad de hacer carrera como cantante. Tina queria ser cantante desde nina. Habia pasado muchas horas delante del espejo imitando a interpretes pop con la comba o con cualquier cosa que tuviese a mano como micro. Y gracias a El bar tuvo la oportunidad de demostrar su valia. Antes de solicitar su participacion en El bar, la convocaron a una audicion en el programa Idol, pero aquella experiencia aun le dolia. Los imbeciles del jurado se la habian cepillado sin piedad, y lo habian pasado por television una y otra vez. Entre otras cosas, dijeron que era tan mala a la hora de cantar como Svennis a la hora de ser fiel. Al principio, no comprendio que querian decir, y se quedo asi, con una sonrisa bobalicona. Pero luego el bocazas de Clabbe empezo a carcajearse y a decir que deberia darle verguenza, irse a casa y esconderse. No demasiado ocurrente por parte de Clabbe, pero al menos ella lo entendio. La humillacion se prolongo cuando, con los ojos llenos de lagrimas, intento convencerlos de que retirasen lo que acababan de decir y explicarles que, hasta entonces, todo el mundo le habia dicho siempre que tenia una voz preciosa. Que sus padres se emocionaban cuando la oian cantar. Que nadie nunca, en toda su vida, la habia preparado para que la descalificaran de forma tan radical. Se sentia tan feliz aquella manana en la cola. Miraba a su alrededor con expresion de triunfo, convencida de que seria una de las elegidas, cuya interpretacion haria llorar a Kishti, el mas duro de los miembros del jurado. Habia elegido la cancion con mucho esmero a fin de impresionarlos. Cantaria Without you, de Mariah Carey, su gran idolo. Cantaria de modo que los miembros del jurado saltaran de sus asientos y, a partir de ahi, comenzaria para ella una nueva vida. Se lo imaginaba perfectamente. Fiestas con famosos e histeria de admiradores. Giras veraniegas y videos en el canal MTV, exactamente igual que Darin. Lo unico que tenia que hacer era ser elegida como participante y luego dominar. Pero todo salio mal. En lugar de triunfar, la exhibieron humillandola y burlandose de ella una y otra vez. Que los productores de El bar la llamaran despues fue un regalo del cielo. Era una oportunidad que no podia desaprovechar. Al cabo de un tiempo, logro averiguar que la hizo fracasar en Idol. Naturalmente, era el pecho. Su cancion les gusto, claro que si, pero no quisieron que permaneciese en el programa porque sabian que no tendria exito si carecia de los demas requisitos. Y, para las chicas, uno consistia en tener las tetas grandes. De modo que cuando comenzaron las grabaciones de El bar, decidio empezar a ahorrar. Guardaria cada centimo que ganase, hasta reunir lo suficiente para la operacion. Con una talla cien, no habria obstaculos. Pero no pensaba tenirse de rubio. Hasta ahi podiamos llegar. Despues de todo, ella era una chica inteligente.

Leif bajo del camion de la basura tarareando una cancioncilla. Por lo general, solo recogia en la zona de los alrededores de Fjallbacka, pero un brote de gastroenteritis galopante lo habia obligado a hacer el turno de varios companeros, con lo que ahora tenia que hacer mas horas y, ademas, en una zona mas extensa que de costumbre. Aunque a el no le importaba demasiado. A Leif le encantaba su trabajo y la basura era basura en todas partes. Con el paso de los anos, habia llegado a acostumbrarse incluso al olor. De hecho, en la actualidad apenas habia un olor que lo hiciese arrugar la nariz. Por desgracia, su olfato atrofiado le impedia disfrutar del aroma de los bollos de canela recien horneados, por ejemplo, o del perfume de una mujer, pero eran gajes del oficio. A el le gustaba ir al trabajo, no todo el mundo podia decir lo mismo.

Leif se puso los grandes guantes de trabajo y pulso uno de los botones del salpicadero. El camion de la basura, de color verde, emitio un silbido ronco, pero empezo a bajar el brazo mecanico que levantaria por los aires el contenedor de la basura para luego arrojar su contenido en la prensa. Normalmente podia quedarse sentado en el camion y hacer desde alli la maniobra, pero aquel contenedor estaba un poco torcido, asi que tuvo que tirar de el con las manos hasta colocarlo en la posicion correcta. Y alli estaba, mirando como el brazo mecanico del camion lo elevaba lentamente. Aun era muy temprano y Leif bostezaba cada poco. Solia irse pronto a la cama, pero el dia anterior se habian quedado con los chicos. El y su mujer adoraban a sus nietos y les permitieron que permaneciesen despiertos jugando mas de lo debido. Pero valia la pena. Haberse convertido en abuelo puso el broche de oro a su vida. Soplo y vio ascender hacia el cielo la fragil nubecilla blanquecina. Si que hacia frio, joder, y eso que ya estaban en abril. Claro que podia cambiar de repente. Leif miro a su alrededor y observo el barrio, compuesto en su mayoria por casas de veraneo. Pronto estarian habitadas, y la zona, llena de animacion. Tendrian que vaciar todos y cada uno de los contenedores, de los que caerian restos de gambas, pero tambien botellas vacias de vino blanco que la gente no habria tenido ganas de llevar a la unidad de reciclado. Siempre la misma historia, igual verano tras verano. Volvio a bostezar y miro el contenedor, que se balanceaba en el aire, justo cuando se volcaba y su contenido se vaciaba en el camion. Se quedo petrificado. ?Que cojones!

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