mezcla de vomito y de alcohol rancio. Solo tenia una idea difusa de lo que habia sucedido la noche anterior. Recordaba la musica, recordaba el baile, recordaba a las chicas que, vestidas con faldas diminutas, se apretaban contra el ansiosas, desesperadas, con una actitud detestable. Cerro los ojos para aislarse de los recuerdos, pero solo consiguio reforzarlos. De nuevo se intensificaron las nauseas y Mehmet volvio a asomar la cabeza por el borde de la cama. Ya solo le quedaba bilis. En algun lugar, cerca de el, oyo la camara zumbando como un abejorro. Las imagenes de su familia acudieron a su mente como un torbellino. La idea de que pudieran verlo asi le multiplicaba por mil el dolor de cabeza, pero no tenia fuerzas para hacer nada al respecto, salvo cubrirse entero con el edredon.

Fragmentos de palabras y de frases iban y venian. Rondaban por su memoria, pero en cuanto intentaba unirlos y formar con ellos un contexto, se desvanecian en la nada. Habia algo que deberia recordar. Algo cuyo recuerdo deberia captar.

Palabras de enojo, palabras de maldad que habian arrojado contra alguien como si de flechas emponzonadas se tratase. ?Contra alguien? ?Contra el mismo, quiza? Mierda, no lo recordaba. Se acurruco en posicion fetal. Apreto los punos contra la boca. Las palabras volvian a su memoria. Palabras groseras. Acusaciones. Palabras feas, destinadas a herir. Si no recordaba mal, no estaba seguro, alcanzaron su objetivo. Alguien lloro. Elevo sus protestas. Pero no sirvio de nada. Las voces aumentaron el volumen. Mas y mas alto. Luego, el chasquido de un golpe. El sonido inconfundible de la piel que estalla contra otra piel a una velocidad capaz de producir dolor. Y vaya si dolio. Un aullido, un llanto desgarrador se abrio paso entre la bruma que lo envolvia. Se encogio aun mas en la cama, bajo el edredon. Intento mantener apartado todo aquello que le rebotaba en el interior del craneo, de forma claramente inconexa. Pero no funciono. Los fragmentos eran tan molestos, tan fuertes, que nadie parecia poder mantenerlos a raya. Ademas, querian algo de el. Habia algo que Mehmet debia recordar. Algo que en realidad no queria recordar en absoluto. Todo resultaba tan difuso… De nuevo sintio nauseas. Y volvio a inclinarse sobre el borde de la cama.

Mellberg yacia en la cama mirando al techo. Aquella sensacion que experimentaba… A decir verdad, no era capaz de senalar con exactitud de que sensacion se trataba. Pero si era una sensacion que no habia sentido en mucho tiempo, de eso estaba seguro. Tal vez pudiese describirse como… satisfaccion. Y no era esa la sensacion que debia experimentar, desde luego, teniendo en cuenta que se habia ido a dormir tan solo como se desperto. Y, en su mundo, esa circunstancia jamas habia ido aparejada a una cita satisfactoria. Pero las cosas habian cambiado desde que conocio a Rose-Marie. En verdad que habian cambiado. El habia cambiado.

Fue una noche tan agradable… La conversacion fluia con una soltura inaudita. Hablaron de todo lo habido y por haber. Y a el le interesaba oir lo que ella tuviese que contarle. Queria saberlo todo de ella, donde crecio, que habia hecho en la vida, con que sonaba, que tipo de comida le gustaba, cuales eran sus programas de television favoritos. Absolutamente todo. En un momento dado de la velada, vio reflejada en el cristal de la ventana la imagen de los dos riendo, brindando, charlando. Y apenas se reconocio a si mismo. Jamas habia visto en su propia cara una sonrisa como aquella, y no pudo dejar de admitir que le sentaba muy bien. Que a ella le sentaba bien sonreir, eso ya lo sabia.

Cruzo las manos bajo la nuca y se estiro. El sol primaveral se filtraba por la ventana y cayo en la cuenta de que hacia ya mucho que deberia haber lavado las cortinas.

Se despidieron con un beso ante la puerta del Gestgifveriet. Con cierto reparo, con cierta cautela. El poso las manos sobre sus hombros con suma delicadeza, y la sensacion de la superficie lisa y fresca del tejido en la yema de sus dedos, combinada con el aroma de su perfume cuando la beso, fue lo mas erotico que jamas habia experimentado. ?Como era posible que aquella mujer lo alterase de tal modo? Y asi, despues de tan poco tiempo.

Rose-Marie… Rose-Marie… Pronuncio su nombre saboreandolo. Cerro los ojos e intento recrear su rostro mentalmente. Acordaron que volverian a verse muy pronto y Mellberg se preguntaba a que hora no seria demasiado temprano para llamarla ese mismo dia. Aunque, ?no resultaria un tanto agobiante? ?Demasiado ansioso? Pero ?que demonios! Aquello o funcionaba o no funcionaba: con Rose-Marie no tenia ganas de entrar en juegos complicados. Miro el reloj. Ya no era primera hora. Seguramente estaria despierta. Extendio el brazo para coger el auricular cuando sono el telefono. Vio en la pantalla que era Hedstrom. Su llamada no podia presagiar nada bueno.

Patrik se presento en el lugar del hallazgo al mismo tiempo que los tecnicos de la policia cientifica. Debieron de salir de Uddevalla mas o menos cuando el se metio en el coche para llevar a Erica a casa. El viaje de regreso a Fjallbacka fue bastante lugubre. Erica se dedico a mirar por la ventana. No estaba enfadada, solo triste, decepcionada. Y Patrik la comprendia. Tambien el se sentia triste y decepcionado. Se habian dedicado tan poco tiempo el uno al otro los ultimos meses… Patrik apenas recordaba cuando fue la ultima vez que se sentaron sencillamente a charlar los dos solos. A veces detestaba su trabajo. En ocasiones asi se preguntaba por que habria elegido una profesion que hacia que, en la practica, careciese por completo de tiempo libre. Podian requerirlo en cualquier momento. Su trabajo siempre estaba a una simple llamada telefonica de distancia. Pero, al mismo tiempo, era mucho lo que le daba. Por ejemplo, la satisfaccion de sentir que el marcaba una diferencia. Al menos, de vez en cuando. Jamas habria soportado un trabajo en el que se viese obligado a mover papeles y a manejar cifras dia tras dia. La profesion de policia le producia una sensacion de plenitud, de que su labor tenia sentido, de que era necesario. El problema o, mas bien, el reto, consistia en que tambien en casa lo necesitaban.

Mierda, que tenga que ser tan dificil atender a todo el mundo, se lamento Patrik mientras giraba para aparcar a unos metros del camion de la basura. Montones de personas se habian congregado alrededor del vehiculo, pero los tecnicos habian acordonado la zona marcando con cinta policial un area bastante extensa en torno a la parte trasera del camion, con el fin de asegurarse de que nadie la transitara y destruyese cualquier tipo de prueba. El jefe del equipo de la policia cientifica, Torbjorn Ruud, se le acerco para estrecharle la mano.

– ?Hola, Hedstrom! Ya te digo, esto no tiene buena pinta.

– No, ya me han dicho que, al parecer, Leif recogio algo mas que la basura con la que contaba.

Patrik asintio en direccion al hombre, que parecia presa del desaliento.

– Si, se ha llevado un susto de muerte. No es un espectaculo agradable. El cadaver sigue ahi, no hemos querido tocarlo aun. Ven conmigo a verlo, pero ten cuidado en donde pones los pies.

Ah, por cierto, toma -dijo Torbjorn tendiendole un par de cintas de goma, que Patrik se puso alrededor de los zapatos, a fin de que sus huellas se distinguiesen del posible rastro dejado por el agresor o los agresores. Entraron juntos en la zona delimitada por la cinta blanca y azul. Patrik sintio en el estomago cierto desasosiego mientras se acercaban y tuvo que reprimir el impulso de darse media vuelta y marcharse de alli. Detestaba con toda su alma aquella parte del trabajo. Como de costumbre, tuvo que hacer acopio de valor antes de ponerse de puntillas para ver el fondo de la parte trasera del camion. Alli, en medio de un amasijo repugnante y maloliente de restos de comida, latas de conserva, pieles de platano y otros residuos, yacia el cadaver de una chica desnuda. Flexionado, con los pies alrededor de la cabeza, como si estuviera entrenandose para algun tipo de acrobacia. Patrik miro inquisitivo a Torbjorn Ruud.

– Rigor mortis -explico con parquedad-. Las articulaciones se pusieron rigidas cuando ya estaba en esa posicion, es decir, despues de que le flexionaran el cuerpo para meterla en el contenedor.

Patrik esbozo una mueca de rechazo. Aquello era indicio de una sangre fria inusitada, de un desprecio ilimitado por el ser humano; no solo habian matado a la joven, sino que, ademas, se habian deshecho de su cadaver como si de un monton de basura se tratase. Arrojada a un contenedor. Sencillamente, le parecia repugnante. Patrik aparto la vista.

– ?Cuanto tiempo os llevara la inspeccion del escenario del hallazgo?

– Un par de horas -respondio Torbjorn -. Supongo que, entretanto, empezareis por preguntar a los vecinos de la zona por si ha habido testigos. Por desgracia, no hay muchos aqui -se lamento senalando las casas vacias y abandonadas, a la espera de los inquilinos veraniegos. Sin embargo, alguna si que estaba habitada todo el ano, asi que tendrian que confiar en la suerte.

– ?Que ha pasado? -se oyo la voz de Mellberg, tan irritada como de costumbre. Patrik y Torbjorn se dieron la vuelta y lo vieron caminar resoplando hacia donde ellos se hallaban.

– Han encontrado a una mujer ahi -respondio Patrik, senalando el contenedor que estaba a un lado de la calle. En ese momento, dos de los tecnicos estaban colocandose los guantes para ponerse manos a la obra-. Este operario, Leif, descubrio el cadaver cuando vacio el contenedor, por eso esta en el camion de la basura.

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