– ?Esta completamente segura? -La pregunta sono absurda, Kerstin ya habia respondido, pero no queria dar lugar a vaguedades.
– ?Por supuesto! Jamas, jamas la he visto beber alcohol, ni vino, ni cerveza ni nada de eso, y la idea de que se haya emborrachado antes de sentarse al volante…, bueno, sencillamente, me parece imposible. Pero, no entiendo… -Kerstin miraba desconcertada a Patrik y a Martin. Aquello no tenia ni pies ni cabeza, Marit no bebia nunca, asi de sencillo.
– ?Donde podemos localizar a su hija? ?Tiene la direccion del ex marido de Marit? -pregunto Martin al tiempo que sacaba lapiz y papel.
– Vive en Fjallbacka, en el barrio de Kullen. Aqui tengo la direccion.
Cogio un papel del corcho de la cocina y se lo dio a Martin. Aun parecia confundida y aquella informacion tan extrana la hizo olvidar el llanto por un instante.
– Entonces, ?no quiere que llamemos a nadie? -pregunto Patrik poniendose de pie.
– No. En realidad, lo que quiero es estar sola.
– Vale, pero llamenos si necesita algo -Patrik le dio su tarjeta de visita. Se dio la vuelta justo antes de que la puerta se cerrase una vez que hubieron salido. Kerstin seguia sentada en la cocina. Totalmente inmovil.
– ?Annika! ?Ha llegado la nueva muchacha? -Mellberg vocifero la pregunta en medio del pasillo.
– ?Si! -le respondio Annika tambien a gritos, sin molestarse en moverse de la recepcion.
– ?Y donde esta? -continuo Mellberg desganitandose.
– ?Aqui! -Se oyo la voz de una mujer. Un segundo despues, Hanna aparecio en el pasillo.
– Aja, bueno, bueno, pues si no estas muy ocupada, quiza tengas un momento para venir y presentarte -le dijo en tono arisco-. Es costumbre entrar a saludar al nuevo jefe. Por lo general, es lo primero que hace la gente.
– Lo siento -se disculpo Hanna muy seria acercandose a Mellberg para estrecharle la mano-. Acababa de llegar cuando Patrik Hedstrom me pidio que fuera con el a atender un aviso. Acabo de llegar. Y ahora mismo estaba pensando en ir a presentarme, por supuesto. He de decir que tengo tan buenas referencias de vuestro trabajo… Las investigaciones de asesinato de los ultimos anos han sido un exito y se ha hablado mucho de la excelente direccion que debe de tener esta comisaria, pues, pese a ser tan pequena, ha resuelto los casos de un modo ejemplar.
Dicho esto, estrecho con firmeza la mano de Mellberg, que la miro suspicaz para comprobar si hallaba algun indicio de ironia en sus palabras. Sin embargo, Hanna lo observaba con seriedad y Mellberg decidio enseguida tragarse la alabanza con piel y espinas. Tal vez la cosa no fuese tan mal con una femina de uniforme. Ademas, estaba de buen ver. Un tanto escualida para su gusto, pero bien proporcionada, si senor, muy bien proporcionada. Aunque despues de la conversacion mantenida aquella manana y de su halagueno final, debia admitir que ya no sentia en el estomago el mismo cosquilleo de antano cuando veia a una mujer atractiva. Antes al contrario, y para su sorpresa, tal vision lo hacia pensar en la calida voz de Rose-Marie y en la alegria con la que acepto su invitacion a cenar.
– Bueno, veamos, no podemos quedarnos aqui en el pasillo -observo despues de, muy a su pesar, abandonar el recuerdo de la agradable conversacion telefonica-. Entremos en mi despacho y hablemos con calma.
Hanna lo acompano hasta su oficina y se sento en la silla que habia frente a Mellberg.
– Entonces, ya has entrado de lleno en el trabajo de la comisaria, ?no?
– Si, el comisario Hedstrom me pidio que lo acompanara al lugar de un accidente de trafico, con un solo coche implicado y con resultado de muerte, por desgracia.
– Si, son cosas que pasan.
– Segun nuestra primera estimacion, habia alcohol de por medio. La conductora apestaba a vodka.
– ?Joder! ?Te dijo Patrik si tenia antecedentes en ese sentido?
– Pues no, no daba esa impresion. Y el conocia a la victima. Se trata de una mujer que, al parecer, tenia un comercio en la calle Affarsvagen. Marit, si no recuerdo mal.
– ?Menuda pu…! -exclamo Mellberg rascandose reflexivo el cabello que llevaba enroscado sobre la calva-. ?Marit? Jamas lo habria creido de ella. -Mellberg carraspeo ligeramente-. En cualquier caso, espero que no hayas tenido que ir a darles la noticia a los familiares en tu primer dia, ?no?
– No -respondio Hanna bajando la vista-. Patrik y un chico pelirrojo algo mas joven se encargaron de eso.
– Si, es Martin Molin -aclaro Mellberg-. ?No os ha presentado Patrik?
– No, me figuro que se le olvido. Sospecho que tenia la mente ocupada con lo que les esperaba.
– Vaya -respondio Mellberg pensativo. Siguio un largo silencio que rompio con un nuevo carraspeo-: Bueno, pues muy bien. Bienvenida a la comisaria de Tanumshede. Espero que estes a gusto aqui. Por cierto, ?como te has organizado el alojamiento?
– Lars, mi marido, y yo hemos alquilado una casa en la zona, enfrente de la iglesia. La verdad es que nos mudamos hace ya una semana y hemos intentado instalarnos en la medida de lo posible. La casa se alquilaba amueblada, pero queremos organizaria a nuestro gusto.
– Y tu marido, ?a que se dedica? ?Tambien el tiene trabajo aqui?
– Aun no -respondio Hanna bajando la vista de nuevo y retorciendose las manos con nerviosismo.
Mellberg resoplo despectivo para sus adentros. O sea, que estaba casada con uno de esos tios, un cerdo sin empleo que permitia que lo mantuviese su mujer. En fin, algunos sabian montarselo bien.
– Lars es psicologo -explico Hanna, como si acabase de oir lo que pensaba Mellberg-. Y esta buscando trabajo, pero la oferta en esta zona no es muy amplia. De modo que, mientras encuentra algo, esta escribiendo un libro. Un libro divulgativo. Y ademas, trabajara unas horas por semana como psicologo de los participantes de Fucking Tanum.
– Aja -respondio Mellberg en un tono que indicaba que ya hacia rato que habia perdido el interes por el trabajo de su marido-. En fin, reitero mi bienvenida. -Dicho esto, se puso en pie para indicarle que, una vez despachadas las formalidades, podia marcharse.
– Gracias -respondio Hanna.
– Cierra la puerta al salir -le dijo Mellberg. Por un instante, creyo advertir una sonrisa en los labios de la mujer, pero se habria confundido. La nueva policia parecia sentir un gran respeto por su persona y por su trabajo. De hecho, asi se lo habia dicho, mas o menos, y gracias a su profundo conocimiento del ser humano, Mellberg estaba en condiciones de asegurar cuando la gente era sincera y cuando no. Y Hanna habia sido muy sincera.
– ?Que tal te ha ido? -le pregunto Annika en un susurro unos segundos mas tarde en su despacho.
– Bueno -respondio Hanna exactamente con la sonrisa divertida que Mellberg creyo no haber visto-. Un verdadero… personaje, diria yo -continuo mientras meneaba la cabeza.
– Un personaje. Si, creo que se lo puede llamar asi -admitio Annika entre risas-. De todos modos, parece que tu sabes llevarlo. No le aguantes ningun desman, es mi consejo. Si cree que puede hacer lo que quiera contigo, estas perdida.
– Te aseguro que he conocido a algun que otro Mellberg en mi vida, asi que creo que se como manejarlo - respondio Hanna. Annika no dudo ni un momento de que fuese verdad-. Hay que adularlo un poco, fingir que haces exactamente lo que te diga, pero hacer luego lo que uno considere mejor. Si el resultado es bueno, se comportara como si hubiese sido idea suya desde el principio, ?me equivoco?
– No, acabas de dar la receta perfecta de como se trabaja a las ordenes de Mellberg -confirmo Annika riendo, antes de retirarse a su mesa de la recepcion. Estaba claro que no iba a tener que preocuparse de aquella joven. Curtida, inteligente y valiente como ella sola. Seria un placer ver como se las arreglaba con Mellberg.
Dan ordenaba desolado las habitaciones de las ninas. Como de costumbre, habian dejado sus dormitorios en tal estado que parecia que hubiese caido una bomba de las pequenas. Sabia que deberia esforzarse por educarlas para que recogieran sus cosas, pero el tiempo que pasaba con ellas era demasiado precioso. Las tenia en casa los fines de semana alternos, y queria aprovechar al maximo aquellas horas, en lugar de malgastarlas en discusiones y peleas. Sabia que no hacia lo correcto, que deberia asumir su papel de educarlas en lugar de dejarle toda la responsabilidad a Pernilla, pero el fin de semana pasaba tan rapido… como los anos, que tambien parecian volar a una velocidad aterradora. Belinda habia cumplido ya los dieciseis y se estaba haciendo mayor, y Malin, que tenia diez, y Lisen, de siete, crecian a tal ritmo que a veces tenia la