con el primer accidente, aquel en el que Elsa Forsell mato a Sigrid Jansson. Hanna y Lars iban en el coche, Sigrid Jansson los secuestro cuando tenian tres anos y vivieron aislados en su casa durante mas de dos. A saber los traumas que sufrieron.
– Ah, por cierto, ?y el nombre que faltaba en la lista? ?Por que te hizo pensar en Hanna cuando lo descubriste? -pregunto Annika llena de curiosidad.
– Por un lado, fue Hanna quien me lo entrego, tu le pediste que lo hiciera. Tu tenias ciento sesenta nombres en el documento, pero en el que contenia el disquete habia uno menos. La unica persona que pudo haberlo borrado era Hanna. Ella sabia que existia el riesgo de que yo reconociese el nombre. Cuando acababa de empezar con nosotros, me conto que Lars y ella le habian alquilado la casa a Tore Sjoqvist, que se habia mudado a Escania, donde permaneceria dos anos. Asi que, cuando localice el nombre, emparejado a una direccion de Tollarp, no me costo mucho sumar dos y dos. -Patrik hizo una pausa-. Yo tenia la sensacion de que era preciso revisarlo todo una vez mas. ?Que pensais vosotros? ?Habeis detectado alguna laguna en mi razonamiento? ?Cabe alguna duda de que tengamos lo suficiente como para seguir adelante?
Todos menearon la cabeza. Por increible que pudiera parecer, existia una logica aterradora en la exposicion de Patrik.
– Bien -asintio Patrik-. Lo mas importante ahora es que actuemos antes de que Hanna y Lars se den cuenta de que los hemos descubierto. Y tambien es importantisimo que no averiguen nada sobre su madre ni sobre como desaparecieron, porque creo que puede ser peligroso para…
Se interrumpio al ver que Annika volvia a contener la respiracion.
– ?Annika? -dijo Patrik en tono inquisitivo al observar con creciente preocupacion la palidez de la mujer.
– Yo se lo conte -confeso nerviosa-. Hanna me llamo justo despues de que vosotros dos llegarais de Kalvo. No sonaba nada bien, pero me dijo que habia dormido un poco y que se encontraba mejor. Y que no tendria que estar de baja mas de uno o dos dias. Y yo… pues… -Annika se atasco, pero luego se animo y miro a Patrik-. Queria mantenerla al corriente, asi que le conte lo que habiais averiguado sobre Hedda.
Por un instante, Patrik se quedo mudo. Luego dijo: -No podias saberlo. Pero tenemos que salir para la isla ahora mismo.
Una actividad febril estallo de pronto en la comisaria de Tanumshede.
Sentado en la proa del Minlouis, el barco de salvamento de la compania de rescate maritimo, Patrik sentia la desazon como un nudo en el estomago mientras navegaban rumbo a Kalvo. Alentaba mentalmente al barco a navegar mas rapido, pero iban a toda maquina. Temia que fuese demasiado tarde. Poco antes de salir a toda prisa con las luces de emergencia para llegar a Fjallbacka lo antes posible, habian recibido la llamada del propietario de una embarcacion que, aseguraba el hombre indignadisimo, le habia confiscado una mujer policia acompanada de un desconocido. El hombre les vocifero que aquello eran maneras dignas de la mafia y que les pondria una demanda de puta madre si le causaban al barco el menor rasguno. Patrik le colgo el telefono sin alterarse. En aquellos momentos, no tenia tiempo que perder. Lo mas importante era que sabian que Lars y Hanna habian conseguido un barco y que se dirigian a Kalvo, en busca de su madre.
El barco de salvamento cayo en el valle de una ola y Patrik quedo empapado por las salpicaduras. Habia empezado a soplar el viento y, en lugar del mar apacible que Gosta y Patrik habian surcado unas horas antes aquel mismo dia, navegaban ahora por unas aguas inquietas y oscuras de bravo oleaje. A sus mentes acudian nuevos escenarios, nuevas imagenes de lo que encontrarian cuando llegasen. Gosta y Martin se habian acurrucado en la cabina del barco, pero Patrik necesitaba sentir el frescor del aire para centrarse en lo que tenian por delante. Algo que, fuese cual fuese su final, no acabaria bien.
Cuando, despues de una travesia de cinco minutos, que, no obstante, se les antojo infinita, arribaron por fin a la isla, vieron el barco sustraido mal amarrado en el muelle de Hedda. Peter, el patron que gobernaba el barco de salvamento, atraco habilmente a su lado, pese a que su embarcacion era mas grande que el muelle. Patrik salto a tierra sin vacilar y Martin lo siguio. A Gosta tuvieron que ayudarle entre todos.
Patrik habia intentado convencer al colega de mas edad de que se quedase en la comisaria, pero Gosta Flygare dio muestras de una tozudez sorprendente e insistio en ir con ellos. Patrik cedio, pero ahora empezaba a lamentar su decision. Aunque, claro, ya era demasiado tarde.
Senalo con un gesto la cabana, que daba la falsa impresion de estar vacia y desierta. Ni un solo ruido se oia procedente del interior y, cuando quitaron el seguro de las pistolas, a Patrik le dio la sensacion de que el eco resonaba en toda la isla. Se encaminaron sigilosos hacia la cabana y se agacharon al llegar ante las ventanas. Patrik oyo voces en el interior y echo una cauta ojeada a traves de los cristales llenos de salitre. En un primer momento no vio mas que la sombra de alguien que se movia alli dentro, pero una vez que los ojos se habituaron a la penumbra, creyo distinguir dos figuras en la cocina. Las voces subian y bajaban de volumen, pero resultaba imposible oir lo que decian. De repente, Patrik no sabia que hacer, pero finalmente tomo una decision. Hizo un gesto con la cabeza senalando la entrada. Con mucho cuidado, avanzaron hacia alli. Martin y Patrik se colocaron cada uno a un lado de la puerta, mientras Gosta aguardaba a cierta distancia.
– ?Hanna? Soy yo, Patrik. Estoy con otros companeros. ?Esta todo en orden?
Nadie respondio.
– ?Lars? Sabemos que estas ahi con tu hermana. No cometais ninguna tonteria, no acabeis con mas vidas.
Seguian sin responder. Patrik empezaba a ponerse nervioso y le sudaba la mano con la que sostenia la pistola.
– ?Hedda? ?Como estas? ?Hemos venido a ayudarte! Lars y Hanna, no le hagais dano a Hedda. Hizo algo horrible pero, creedme, ya ha pagado por ello. Mirad a vuestro alrededor, observad como vive. Su vida ha sido un infierno a causa de lo que os hizo.
El silencio por respuesta. Patrik lanzo una maldicion para sus adentros. Luego, alguien entreabrio la puerta. Patrik agarro bien la pistola y, con el rabillo del ojo, vio que tanto Martin como Gosta hacian lo propio.
– Vamos a salir-dijo Lars-. No dispareis. Si lo haceis, la mato.
– Vale, vale -asintio Patrik intentando sonar tranquilo.
– Dejad las armas, quiero verlas en el suelo -ordeno Lars. Ellos seguian sin poder verlo por la ranura de la puerta.
Martin miro a Patrik inquisitivo y este asintio y dejo su pistola en el suelo. Gosta y Martin siguieron su ejemplo.
– Dadle una patada -les dijo Lars con voz sorda.
Patrik dio un paso al frente y aparto de una patada las tres pistolas.
– Haceos a un lado.
Una vez mas, obedecieron y, tensos, aguardaron el siguiente paso. Muy despacio, centimetro a centimetro, se fue abriendo la puerta. Patrik esperaba ver a Hedda, pero fue Hanna quien aparecio. Aun se la veia enferma, sudorosa y con fiebre. Sus miradas se cruzaron y Patrik no pudo por menos de preguntarse como se habia dejado enganar de aquel modo. Como logro Hanna esconder durante tanto tiempo y tras una fachada de normalidad la podredumbre que llevaba dentro. Por un segundo, le parecio leer en su semblante el deseo de darle una explicacion, pero Lars la empujo hacia delante y entonces vieron la pistola con la que le apuntaba a la sien. Patrik la reconocio: era el arma reglamentaria de Hanna.
– Moveos, venga, un poco mas alla -mascullo Lars, en cuyos ojos Patrik no hallo mas que odio y negros pensamientos.
Miraba como aturdido de un lado a otro y algo le dijo a Patrik que Lars habia abandonado la mascara, que ya no era capaz de seguir viviendo una doble vida. La locura -o el mal, o como queramos llamarlo- le habia ganado la batalla a la parte de su personalidad que solo deseaba llevar una existencia normal, tener un trabajo y una familia.
Se alejaron un poco, Lars paso por delante de ellos con Hanna delante, a modo de escudo. La puerta de la casa estaba abierta de par en par y, tras echar una ojeada, Patrik comprendio por que no habia utilizado a Hedda. Horrorizado, vio que estaba atada a una silla. Le tapaba la boca el mismo tipo de cinta adhesiva cuyos restos habian detectado en las otras victimas, con un agujero en el centro: el espacio justo para introducir por el el cuello de una botella. Hedda habia muerto como vivio. Llena de alcohol.
– Comprendo que desearais la muerte de Hedda, pero ?y los demas?
– Ella se lo llevo todo. Cuanto teniamos. Hanna la vio por casualidad y ambos supimos lo que habia que hacer. Asi que murio a causa de aquello que destrozo nuestras vidas, a causa del alcohol.