contemplarla.
– No -respondio Erica-. Y tampoco se con exactitud por donde empezar. No queda nada. Ella nunca guardo nada.
– ?Estas segura? -pregunto Patrik-. ?Has mirado en el desvan? La ultima vez que estuve alli, habia un monton de chismes viejos.
– La mayoria seran de mi padre. Pero… podriamos echarle un vistazo. Por si acaso -dijo con entusiasmo al tiempo que se ponia de pie.
– ??Ahora?! -pregunto Patrik, que no se sentia con animo de dejar el calor del sofa para subir a un desvan frio y polvoriento y, ademas, lleno de telaranas. Y no habia nada que el odiase mas que las aranas.
– Si, ahora. ?Por que no? -insistio Erica, que ya iba camino del piso de arriba.
– Si, ?por que no? -suspiro Patrik levantandose a disgusto. Era lo bastante sensato como para no protestar cuando a Erica se le metia una idea en la cabeza.
Cuando llegaron al desvan, Erica lamento su arrebato durante un segundo. Era innegable: alli no parecia haber mas que basura. Pero ya que estaban alli, bien podia echar una ojeada. Se agacho para no golpearse con las vigas y empezo a mover cajas y a abrirlas al azar. Se limpio las manos en el pantalon con cara de asco. Si que habia polvo alli arriba. Patrik tambien iba mirando aqui y alla. Se le habia ocurrido asi, sin reflexionar, y ahora dudaba de que diese algun resultado. Seguro que Erica tenia razon. Ademas, ella conocia mejor a su madre. Si decia que Elsy no habia guardado nada… De repente, descubrio algo que llamo su atencion. Al fondo del desvan, en la parte de techo mas bajo, habia un viejo baul.
– Erica, ven aqui.
– ?Has encontrado algo? -dijo Erica llena de curiosidad y agachandose para acercarse hasta donde estaba Patrik.
– No lo se -confeso-. Pero este baul tiene una pinta muy prometedora.
– Puede que perteneciese a mi padre -respondio Erica pensativa, pero algo le decia que no, que aquel cofre no era de Tore. Era de madera, pintado de verde con unas sinuosas guirnaldas de flores ya palidas por toda decoracion. La cerradura se habia oxidado, pero el baul no estaba cerrado con llave, asi que levanto la tapa con cuidado. Lo primero que vio fueron dos dibujos infantiles. Al mirarlos mas de cerca descubrio que habia algo escrito en el reverso: «Erica, 3 de diciembre de 1974», decia en uno. «Anna, 8 de junio de 1980», se leia en el otro. Constato perpleja que era la letra de su madre. Un poco mas al fondo hallo un monton de dibujos y un buen numero de objetos que Anna y ella habian confeccionado en la clase de trabajos manuales, mezclados con articulos de decoracion navidena y otros adornos de fabricacion casera. Todo aquello de lo que, segun ella creia, su madre jamas se ocupo-. Mira -le dijo aun incapaz de dar credito a lo que veia-. Mira, lo habia guardado mi madre…
Fue sacando los objetos uno a uno con sumo cuidado. Era como un azaroso viaje a su propia ninez. Y a la de Anna. Erica sintio que se le llenaban los ojos de lagrimas y Patrik le acaricio la espalda.
– Pero ?por que? Creiamos que ella no… ?Por que?
Se seco las lagrimas con la manga de la camiseta y continuo hurgando en el baul. Mas o menos hacia la mitad, se acabaron los recuerdos infantiles y empezaron a aparecer cosas mas antiguas. Aun con la incredulidad en el semblante, Erica saco un monton de fotografias en blanco y negro y se quedo mirandolas atonita.
– ?Sabes quienes son? -pregunto Patrik.
– Ni idea -respondio Erica meneando la cabeza-. Pero puedes apostar el cuello a que lo averiguare.
Continuo rebuscando ansiosa, pero se quedo rigida cuando noto que su mano tocaba un objeto blando que contenia otro afilado. Con mucho cuidado, fue sacandolo del baul. Era un trozo de tela mugriento, que algun dia fue blanco pero que ahora amarilleaba lleno de feas manchas de oxido. Habia algo enrollado en el tejido. Erica abrio despacio el envoltorio y, al ver lo que contenia, se quedo sin aliento. En el interior del rollo de tela habia una medalla de cuyo origen no cabia abrigar duda alguna. Alli estaba, la cruz gamada. Sin poder articular palabra, le mostro su hallazgo a Patrik, que tenia los ojos como platos. Miro luego el trozo de tela que se le habia caido a Erica en el regazo.
– Erica…
– ?Si? -respondio ella con la vista aun fija en la medalla que sujetaba con el indice y el pulgar.
– Creo que deberias mirar esto -observo Patrik.
– ?Que? ?Que es? -pregunto desconcertada antes de ver lo que Patrik le ensenaba. Hizo lo que le decia. Dejo la medalla nazi y desplego el retazo de tela. No era un simple trozo de tela, sino una camisita de bebe. Y las manchas marrones no eran de oxido, sino de sangre. Sangre reseca.
?A quien habia pertenecido la camisita? ?Por que estaba llena de sangre? ?Y por que la habia guardado su madre en un baul en el desvan, junto con una medalla de la Segunda Guerra Mundial?
Por un segundo, sopeso la posibilidad de devolverlo todo al baul y cerrar la tapa.
Pero, al igual que Pandora, era demasiado curiosa para dejar la tapa cerrada. Tenia que buscar la verdad. Cualquiera que esta fuese.
AGRADECIMIENTOS
Como de costumbre, son muchas las personas a las que debo expresar mi gratitud. Pero, como siempre tambien, le doy las gracias en primer lugar a Micke y a mis hijos, Wille y Meja.
Mientras he estado trabajando en este libro, he recibido la ayuda de Jonas Lindgren, del Instituto Forense de Gotemburgo, y de los policias de la comisaria de Tanumshede, entre los que merecen mencion aparte Folke Asberg y Petra Widen, asi como Martin Melin, de la policia de Estocolmo.
Leyeron y comentaron el manuscrito Zoltan Szabo-Lackberg, Anders Torevi y Kart-Axel Wikstrom, jefe del Area de Cultura del ayuntamiento de Tanum. Muchas gracias por tomaros el tiempo necesario para revisar los detalles.
Karin Linge Nordh, de la editorial Forum, tambien esgrimio en esta ocasion su afilado boligrafo rojo para elevar y mejorar el contenido y la redaccion del libro. Y gracias, ?como no?, a todos los demas editores de Forum: ?siempre es un placer trabajar con vosotros!
Una aportacion indispensable para el trabajo sois quienes habeis hecho de canguros a todas horas: la abuela Gunnel Lackberg, los abuelos Mona y Hasse Eriksson, asi como Gabriella y Jorgen Gullbrandson y Charlotte Eliasson. Sin vosotros jamas habria conseguido componer el rompecabezas de la vida cotidiana.
A Bengt Nordin y Maria Enberg, de Nordin Agency, quisiera expresar desde aqui un agradecimiento especial: gracias a vosotros llego a toda Suecia, y al mundo.
«Chicas», vosotras sabeis quienes sois… Gracias por vuestro apoyo, vuestro animo y por nuestras conversaciones cuando menos divertidisimas. ?Que hacia yo antes de conoceros?
Una aportacion totalmente inesperada pero muy positiva ha sido la recibida de los lectores del blog. Tambien en su caso, el apoyo ha sido el protagonista. Y lo mismo os digo a todos aquellos que os habeis comunicado conmigo por correo electronico a lo largo del ano. ?Ah, y gracias tambien por las propuestas de nombres que me han llegado a traves del blog! Sin embargo, lo mas importante han sido los textos sobre Ulle que Finn, en un gesto de enorme generosidad, me ha permitido compartir. La echamos de menos.
Finalmente, quiero darles las gracias a mis amigos, que me han esperado pacientemente mientras yo me «refugiaba en la cueva» para escribir.
Todos los errores son obra de la autora y los personajes de la novela, producto de mi imaginacion. Salvo «Leif el de la basura», que me habia confesado su preocupacion por que le pusiera un cadaver en el camion. Ni que decir tiene que fue una tentacion demasiado atractiva para no caer en ella…
Camilla Lackberg
Camilla Lackberg