– ?Alguien lo ha colgado de la barandilla o ha quedado atrapado?
– Tiene una cuerda alrededor del cuello. Lo han asesinado.
«?Se puede asesinar a un conejo?», penso Modig. Escribio «Asesinado» en el cuaderno.
– ?Cuando lo vio por ultima vez?
Tunander abandono entre risas la habitacion.
– Ayer noche, cuando le di de comer. Oh, Dios mio -repitio la mujer, y Modig comprendio que pensaba en Malin.
– ?Tiene alguna idea de quien podria desear estrangular al conejo? -pregunto, y de pronto le embargo un gran cansancio.
La mujer relato de manera meticulosa la rutina con el conejo. Modig miraba fijamente al vacio. Fuera, en la parte del edificio a la que llamaban «El mar», se oian las voces de los companeros.
– Vere lo que podemos hacer -repuso Modig con amabilidad.
– ?Van a pasar por aqui? Tengo que ir a trabajar. ?Dejo a Ansgar colgando?
El policia reflexiono un instante.
– Dejelo colgando -dijo despues.
Tunander regreso con una taza de cafe en la mano.
– ?Como puede alguien llamar Ansgar a un conejo? -se pregunto Modig al colgar.
– ?De que raza era? -inquirio Tunander.
– ?Raza?
– Hay una gran cantidad de clases de conejos, ?no lo sabias?
Se sento.
– ?Que te ha pasado?
– Unicamente danos en la carroceria -conto Tunander, y se puso inmediatamente serio-. Una tia ha chocado con el lateral.
Haver meneo la cabeza.
Modig se puso en pie.
– ?Y que tal por aqui?
– Tranquilo. Una serie de llamadas relacionadas con el asesinato de Johny.
– ?Algo sustancioso?
– Quiza, no lo se -respondio Modig distraido. Estaba realmente cansado. Mexico aparecia como lo unico positivo.
– Era blanco -dijo.
– ?Quien?
– Ansgar -indico Modig, y se levanto de la silla.
Modig abandono el edificio para no regresar en casi catorce dias. Al mismo tiempo, en la sala de reuniones comenzo la sesion del caso John Jonsson. Se habia dado cita el grupo habitual de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violencia; Morenius, de la Unidad Central de Inteligencia Criminal; el fiscal instructor; Ryde, de la policia cientifica; Julie y Aronsson, de Seguridad Ciudadana, y Rask, que se encargaba de la relacion con la prensa. Una veintena de personas en total.
Ottosson presidia. Se habia convertido en todo un experto. Haver lo observo desde una esquina, sentado a la izquierda del comisario jefe. Ocupaba el lugar habitual de Lindell. Ottosson presintio los pensamientos de Haver, pues en ese mismo instante poso su mano sobre la de el, miro al colega y luego sonrio, de la misma manera que solia hacer cuando Ann Lindell se sentaba ahi.
El contacto duro un segundo, pero la calida sonrisa y la senal que Ottosson le lanzo con la cabeza colmaron a Haver de alegria. Miro a su alrededor para comprobar si alguien habia registrado el gesto de corporativismo, o quiza de companerismo, que habia recibido. Berglund, que estaba sentado frente a Haver, esbozo una sonrisa.
Haver se encontraba mas tenso de lo normal. Solia sentirse deprimido cuando se reunian tantas personas alrededor de la mesa. La violencia y otras desgracias por el estilo eran las unicas causas de esa aglomeracion de policias. Haver no estaba cansado de su trabajo, pero se daba cuenta, como todos los demas en el edificio, de que una investigacion de asesinato quitaba recursos al resto de casos. Algunos criminales continuarian en libertad por estar ellos reunidos ahi. Era asi de sencillo. La violencia engendra violencia, se decia, y era literalmente cierto. Quiza alguna que otra investigacion sobre violencia de genero o sobre alguna pelea en la ciudad quedaria sin resolver y eso, a su vez, animaba a los gamberros a continuar con sus desmanes.
El jefe de policia solia hablar de enviar «las senales correctas». Una investigacion de asesinato era una muestra del aumento de la criminalidad. A Haver no le costaba comprenderlo, pero aquella manana la idea le alcanzo con una fuerza excepcional; quiza se debia a que Sammy Nilsson se habia quejado poco antes de entrar en la sala de reuniones. Participaba en un nuevo proyecto sobre violencia callejera puesto en marcha a raiz de una serie de «incidentes», como dijo el jefe de policia: tres casos de maltrato en los que habian estado involucradas diferentes pandillas de jovenes la ultima la noche de Santa Lucia.
Ahora Sammy tendria que abandonar ese trabajo para participar en la investigacion de Johny. Haver vio en el rostro del companero la desilusion marcada y lo comprendio a la perfeccion. Sammy era el experto en adolescentes, quiza el mejor de la unidad. Junto con Estupefacientes habia hecho grandes esfuerzos por disolver las pandillas, por razonar con los jovenes que deambulaban como animales salvajes por la ciudad y los suburbios. Esas fueron las palabras exactas de Sammy: «Son como una manada de animales salvajes expulsados de sus pastos». No explico donde se encontraban esos «pastos». Tampoco quien o quienes eran los expulsados. Haver opinaba que mas bien eran las bandas las que expulsaban de las calles al resto de los habitantes pacificos de Uppsala.
Ottosson pidio silencio y casi de inmediato reino la calma alrededor de la mesa. El jefe de la unidad espero unos segundos, toda la sala respiraba tranquilidad. Era como si desearan dedicar a Johny un minuto de silencio. Sabian que Ottosson habia conocido a la victima durante toda su vida adulta. Quiza era el motivo por el que todos, en una especie de acuerdo tacito, detuvieron su papeleo y sus conversaciones. Algunos miraron a Ottosson, otros bajaron la mirada.
– Johny ha muerto -comenzo Ottosson-. Seguro que habra gente a la que esto no le parezca algo relevante.
Guardo silencio y Haver, mirando de reojo a su jefe, se percato de su incertidumbre sobre como deberia proseguir, o quiza se sorprendia por como influirian sus palabras en los policias reunidos. Ottosson siempre se preocupaba por que el «ambiente» fuera distendido y Haver presentia que evitaba decir cualquier cosa que pudiera estropear esa atmosfera.
– Pero Johny -prosiguio Ottosson con voz potente- fue un chaval al que las cosas le fueron jodidamente mal. Muchos de vosotros conoceis a Lennart, su hermano mayor, y quiza ahi encontreis parte de la explicacion. Yo tuve el honor de conocer a los padres de Johny, Albin y Aina; eran gente decente.
«?Como va a poder llevar esto a buen puerto?», penso Haver mientras sentia una repugnancia casi fisica. «Gente decente» era una valoracion honorifica que Ottosson utilizaba de vez en cuando, una buena nota que no solo abarcaba una vida dentro de la ley.
Haver miro a Bea, que habia visitado a la madre de John, para ver su reaccion, pero esta estaba sentada con la cabeza inclinada sobre la mesa.
– Se que intentaron encauzar a sus chicos, pero me temo que no lo lograron. Sabemos muy poco sobre que es lo que determina a una persona -reflexiono.
Bea alzo la cabeza ante aquel arranque de especulacion filosofica. Ottosson miro a su alrededor algo avergonzado, temia haber metido la pata con sus elucubraciones y abandono el tema, para tranquilidad de Haver.
– Ola -dijo con un tono de voz diferente y mas nitido-, cuentanos que ha pasado.
Haver comenzo transmitiendo un saludo de parte de Ann Lindell. Comprendio inmediatamente que habia sido un error. Intento reparar el dano relatando los pormenores del asesinato de Johny. Establecio los fundamentos, mas tarde pasaria la palabra a sus colegas para que informaran del resto, que los tecnicos colaboraran con lo suyo, notificaran lo esencial de los interrogatorios mantenidos. ?Que resultado habia dado la investigacion externa? ?Que habian sacado en limpio de las llamadas puerta a puerta? ?Cual era el resultado de la autopsia?