E1 hombre habia sido realmente amable, penso, se habia ofrecido a entrar con el en urgencias. «Quiza pensara que tenia una conmocion cerebral y no podia valerme solo.»

Alzo la mano y espero a que el coche desapareciera antes de alejarse de la entrada iluminada del hospital. El mareo iba y venia. Creia que no se debia a la perdida de sangre, sino mas bien a la tension. La hemorragia habia menguado y la herida se habia endurecido formando una costra con el pelo pegado a la sien. Palpo con cuidado los bordes de la herida.

Despues de un par de minutos habia llegado al camino de Dag Hammarskjolds, inseguro sobre que direccion tomar. Nevaba un poco. Pasaron algunos coches. Se retiro entre los arboles del parque. Una joven pareja venia paseando hacia el. Reian. Seguro que debajo de los gruesos anoraks ambos iban bien vestidos. La mujer llevaba en la mano una bolsa de plastico y algo que Vincent identifico como unos zapatos.

Se oculto tras un arbol, dejo que lo adelantaran antes de situarse rapidamente justo detras de ellos. La nieve amortiguaba el ruido cie sus pasos y consiguio sorprenderlos. Le arrebato al hombre su gorro de lana, dio media vuelta y salio corriendo del parque. Despues de una quincena de metros se volvio. La pareja permanecia parada en el mismo lugar, mirandolo. Sabia que no lo perseguirian, pero continuo corriendo hacia el castillo.

Durante la huida se puso el gorro, busco la pendiente hacia la calle Nedre Slottsgatan y llego a la parte norte del Svandammen. Alli tomo aliento, cogio un punado de nieve, se limpio la cara y se calo el gorro por encima de las cejas.

Un taxi abandono el restaurante Flustret. Lo detuvo en medio del cruce y se sento en el asiento trasero. El taxista lo miro a traves del retrovisor.

– Voy a Arsta -dijo Vincent Hahn sorprendido de que su voz sonara tan serena-. Puede dejarme en el centro.

La radio del taxi crepito. El taxista introdujo unos datos en su ordenador antes de que el coche arrancara y dejara atras el puente Islands.

Vincent no dijo nada durante el trayecto, puso en orden sus pensamientos. Ahora era un hombre buscado y planeo con deleite como podria enganar a sus perseguidores. Hasta ahora todo habia salido bien. La pista acabaria en urgencias. El hombre que lo habia recogido seguro que llamaria a la policia cuando leyera el periodico de la manana. La pareja del gorro probablemente no. Ahora todo dependia de no cometer ninguna tonteria. Tenia que curar la herida, eso era lo mas importante.

Dejo una buena propina, se bajo y espero a que el taxi desapareciera antes de cruzar la carretera hacia Salabackar. Ahora todo dependia de que Vivian estuviera en casa.

Vivian habia sido su cunada quince anos atras, antes de divorciarse de su hermano, Wolfgang. Vivia en un apartamento de tres habitaciones en la calle Johannesbacksgatan. El espacio no era problema, la cuestion era si lo dejaria entrar. No tenian mucha relacion, pero se veian de vez en cuando. Un par de veces habian tomado un cafe en el centro y en alguna ocasion ella fue a verlo a su casa de Savja. Su hermano apenas lo llamaba y Vivian era una manera de tener noticias de Wolfgang, que se habia mudado a Tel Aviv diez anos atras.

Lanzo una bola de nieve contra la ventana y al acertar al primer intento le invadio una oleada de satisfaccion. La cara de Vivian aparecio casi de inmediato tras las cortinas, como si hubiera estado esperando el golpe de una bola de nieve durante la noche.

Parecia asustada. Lo noto a pesar de que la ventana se encontraba en un tercer piso. Quiza creia que era su ex marido. Los primeros anos despues del divorcio el la habia acosado de diferentes maneras: por telefono, con golpes en la puerta y esperandola en el portal cuando ella iba a trabajar.

?Fue esa la razon de que sonriera al comprobar que se trataba de su cunado? El rostro desaparecio de la ventana y despues de unos segundos se encendio la luz de la escalera. Vincent sintio agradecimiento, una sensacion que raramente experimentaba. «Por fin alguien me echa una mano», penso, y se acerco a la puerta.

Vivian aun sonreia al abrir la puerta, pero su sonrisa se troco en miedo al ver su rostro.

– ?Que has hecho?

– Me han atacado -respondio con una voz complaciente, lo que la asusto aun mas.

– ?Atacado? -repitio mecanicamente.

El asintio y entro.

20

Mossa permanecio un rato fuera del restaurante. Saco un cigarrillo, lo encendio y le dio una calada; lanzo un saludo con la cabeza a un conocido que entraba. A Lennart le parecio que habia envejecido. El pelo negro ya no era tan negro y la pose, no tan segura, pero aun conservaba su estilo. «Tibio -penso Lennart-. No es frio, sino tibio.»

El irani estaba solo. Como de costumbre. Esa era la razon de su exito. Jugaba sus propias cartas, aceptaba las perdidas, pero sobre todo las ganancias.

Comenzo a caminar. Lennart lo siguio, pero no demasiado cerca. Creia que Mossa lo notaria, como si tuviera un radar interno. Lennart prefirio esperar. Contactar con el en mitad de la calle no era buena idea, nunca se sabia quien podria verlos juntos. A Lennart no le importaba, pero Mossa podia ser muy sensible con aquellas cosas.

Lo siguio calle Sysslomansgatan abajo. Habia un decimetro de nieve en las aceras y cada paso que Lennart daba le recordaba la muerte de su hermano en el vertedero de nieve y crecia con fuerza su determinacion de castigar al asesino de John.

Las huellas de Mossa eran pequenas. Todo el era delgado. Se movia con rapidez y sin dificultad, se desplazaba fumando con la cabeza encorvada. Lennart lo vio pasar por la calle Sankt Olofsgatan y decidio abordarlo en el callejon estrecho y mal iluminado al pie de la catedral. Acelero sus pasos amortiguados por la nieve.

De repente Mossa se dio la vuelta. Ahora Lennart estaba justo a su lado, quiza a solo un par de metros.

– ?Que quieres?

– ?Que tal, Mossa, como estas?

– ?Que quieres? -repitio el irani, y dejo caer el cigarrillo recien encendido al suelo.

– Necesito ayuda -dijo Lennart, pero se arrepintio al momento. Mossa no ayudaba a nadie, solo a su madre y a su hermano pequeno minusvalido. Observo a Lennart con un semblante inexpresivo.

– Tu hermano era torpe, no hay que darle mas vueltas -senalo Mossa al cabo.

Lennart sintio una mezcla de alegria, excitacion y miedo. Mossa lo habia reconocido y hablaria con el.

– ?Que quieres decir?

– Exactamente lo que digo, era un torpe, un imprudente.

– ?Sabes algo?

Mossa encendio un cigarrillo. Lennart se acerco un paso. El irani alzo la mirada y metio la mano en el bolsillo del abrigo.

– No -repuso laconico.

– ?No has oido nada?

– Tu hermano era un buen tipo, no como muchos otros suecos. Me recordaba a un amigo mio de la infancia, en Shiraz.

El irani guardo silencio, dio una calada.

– Solo se que estaba planeando algo. Algo grande, demasiado grande para el. ?Sabes?

El, por lo general, cuidado lenguaje de Mossa adquiria de vez en cuando tintes callejeros.

– En octubre oi algo. Un negocio. De pronto John manejaba mas dinero de la cuenta. Fue en una partida, quiso subir la apuesta, jugar para ganar aun mas.

Lennart pisoteaba nervioso la nieve. Los zapatos dejaban entrar la humedad. La charla de Mossa era reflexiva.

– Y gano.

– ?Cuanto?

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