los coches hacia Savja y comprendio que Fredriksson trabajaria hasta tarde.
– Agresion a una mujer -dijo el oficial de guardia.
Berglund salio a la oscuridad de diciembre.
Oskar Pettersson vivia en un piso de tres habitaciones en la calle Marielundsgatan, una callecita del barrio de Almtuna. Berglund rechazo el cafe. Pettersson cogio una lata de cerveza y dos vasos y los puso sobre la mesa de la cocina. Habia una radio encendida. El hombre escucho un par de segundos, como si hubiera captado algo que le interesara, antes de apagarla con un movimiento reflexivo.
– Hoy en dia solo escucho la Pl -informo-. Mis oidos no soportan otra cosa.
Berglund sirvio un poco de cerveza. Primero a si mismo y luego al hombre sentado frente a el.
– Si, conocia bien a Albin -comenzo de pronto-. Eramos parientes lejanos y, ademas, me lo encontraba en las obras de vez en cuando. Saliamos juntos cuando eramos jovenes. Entonces la ciudad era pequena.
– ?Trabajaba en la construccion?
– Cemento -dijo sin pretensiones-. Si.
Miro alrededor de la cocina.
– Ahora estoy viudo.
– ?Desde hace mucho?
– En marzo hara tres anos. Cancer.
Le dio un trago a su cerveza.
– Fue a traves de Eugen, el hermano de Aina, el tio de John, que empece a relacionarme con Albin y Aina. Eugen y yo trabajamos juntos durante muchos anos. Primero en Tysta Kalle y luego en Dios. Era un tipo alegre. Aina era mas prudente. Albin tambien. Creo que los dos se querian. Me dio esa sensacion. Nunca los oi pelearse. Albin era uno de los mejores chapistas del mercado. Murio, supongo que ya lo sabra.
Berglund asintio con la cabeza.
– A veces me encontraba a John por la ciudad, sobre todo despues de que pusiera un pie en el taller. De vez en cuando pienso en ello: ?que determina el caracter de las personas? Si se buscara en su herencia biologica no habria nada que indicara que Lennart y John fueran criminales.
«Gente decente.» Berglund recordo lo que Ottosson solia decir.
– Luego esta el entorno -prosiguio el trabajador de la construccion, con la misma voz suave, pero potente, que Berglund habia apreciado de inmediato-. Crecieron justo aqui al lado. Tambien habia manzanas podridas por aqui, pero la mayoria eran personas formales. ?De donde es usted?
Berglund se rio, sorprendido por el rapido cambio.
– Yo soy de Eriksberg, cuando todavia era zona agricola. El viejo construyo alli su propia casa en los anos cuarenta. Trabajaba en Ekeby.
Pettersson asintio.
– El se ocupaba de los hornos y mi madre, de los ninos. Mi padre solia trabajar de noche y dormir de dia.
– Ahi lo tiene -dijo-. ?Seguro que no quiere cafe?
– No, gracias. Cuenteme algo mas de John.
– Creo que le cabreo mucho perder el trabajo. Me dijo en una ocasion que se sentia como si no valiera nada. Lo suyo era soldar. Habia heredado la minuciosidad de Albin. Las personas tienen que tener un lugar en el que sentirse a gusto, es asi de sencillo, ?no cree?
– ?Exacto! -exclamo Berglund-. ?Se veian mucho?
– En realidad no, a veces en Obs. Suelo ir por ahi a comer y a hablar un poco con los demas viejos. Algunas veces nos tropezabamos por la ciudad y tomabamos un cafe. Creo que le gustaba hablar conmigo. Le gustaba hablar.
«Extrano -penso Berglund-, es la primera vez que oigo decir a alguien que a John le gustara hablar.»
– Pero note que tramaba algo.
– ?Que?
– Bueno, tenia sus peces, ?lo sabia? Se me ocurrio que iba a hacer algo con los peces. Durante un tiempo fue muy activo en no se que tipo de asociacion. Las hay para cualquier cosa.
– ?A que se refiere con «hacer algo»? ?Una tienda, es eso?
– No, no lo se, algo con el acuario. Tenia un sueno.
– Pero no le dijo nada mas concreto, de que se trataba.
– No, unicamente que tenia algo en mente.
– Cuando se encontraron, ?hablaron de como estaban las cosas en casa?
– No mucho. Estaba muy apegado al chaval. ?Conocio a un tal Sandberg que trabajaba en Ekeby? Tambien trabajaba en los hornos. Un tipo gordo, algo irascible.
Berglund rio.
– Todos los que trabajan en los hornos se vuelven irascibles, forma parte de la profesion.
Los dos hombres se miraron y sonrieron.
– Debe de llevar muerto por lo menos cuarenta anos -dijo Pettersson-, pero el conocia a mi viejo.
– ?Como andaba John de dinero?
– No creo que pasara penurias. Siempre iba bien arreglado.
– ?Bebia?
Pettersson nego con la cabeza.
– Joder, mire que morir de esa manera -solto-. Todo el mundo registrando hasta la ultima arruga de tus calzoncillos. Imaginese que se pudiera prestar tanta atencion a la gente mientras esta viva.
Berglund se quedo hasta casi las diez. Oskar Pettersson lo acompano al recibidor, pero regreso inmediatamente a la cocina. Berglund oyo como encendia la radio. Oraciones nocturnas.
– Me gusta escuchar las noticias, es lo ultimo que hago.
Pettersson volvio al recibidor.
– Despues leo un poco -explico, mientras Berglund se anudaba las botas de invierno.
– Buenos zapatos -dijo Pettersson con aprobacion-. Formo parte de un grupo de la Organizacion Nacional de Jubilados, nos reunimos una vez al mes para hablar de libros.
– ?Que esta leyendo ahora?
– Un libro sobre la peste negra. He pensado en su hermano, Lennart, ?como le va?
– Bueno -dijo Berglund dudando-, el es como es.
– En otras palabras, un desastre. Esta hecho de otra pasta. Recuerdo el trabajo que Albin y Aina tenian con el chaval. Trabajo en Dios un par de anos. Luego le cayo encima un radiador, o se cayo de un andamio, no recuerdo bien. De todas formas, salio malparado.
– Albin se cayo de un tejado -senalo Berglund.
– Es tipico, bacia un trabajo para los academicos al otro lado del rio.
– Gracias por la cerveza -dijo Berglund.
– Gracias a usted -respondio Oskar Pettersson, y le estrecho la mano-. Pase cuando quiera, asi podremos resolver por que uno se vuelve tan irascible en los hornos.
Berglund camino lentamente de vuelta a casa. Vivia a solo un kilometro de distancia. «Fue aqui donde todo empezo -penso-, en Almtuna.» Se quedo parado un rato junto a la tienda de antiguedades. Un Papa Noel electrificado relucia en el escaparate. El rigido rostro del Papa Noel, con las mejillas rojas, brillaba con cierto aspecto fantasmal, relucia como la cera.
La calle Ymergatan. El gigante Ymir de la mitologia escandinava. Su hermano lo asesino y su carne se transformo en tierra y de su sangre surgieron todas las aguas. Con su craneo se creo el cielo y con sus cejas se construyeron murallas para proteger a los hombres de los gigantes. Midgard, el mundo de los hombres. «Ahi comenzo todo. Nuestra historia. Me pregunto si las personas de esta calle, hijos e hijas de Ask y Embia, la
