– No lo se, no dijo nada.
– Uno puede decir que se quiere ir a algun sitio con sol -dijo Fredriksson-, pero sin que en realidad sea cierto.
– Lo dijo un poco en broma, pero me dio la impresion de que John, en cierta manera, lo decia en serio.
– ?No le pregunto por los detalles?
– Los dos teniamos prisa y solo intercambiamos unas palabras.
– ?Luego no lo volvio a ver mas?
– Esa fue la ultima vez -dijo Gunilla Karlsson, y sollozo. Fredriksson se sintio casi liberado.
16
El barman lo miro sin interes mientras secaba unos vasos. Lennart le dio un trago a su cerveza y echo un vistazo al local. Uno de los juristas mas conocidos de la ciudad estaba sentado solo, en una mesa junto a la ventana. Lennart lo habia conocido en alguna vista oral, no podia recordar en cual de ellas. Ahora el abogado realizaba su propia defensa con un whisky triple. Seguramente no era el primero, pues hablaba consigo mismo con el rostro apoyado en su mano izquierda mientras que con la derecha agarraba el vaso con crispacion.
– Bueno -dijo Lennart, y se volvio de nuevo hacia el hombre detras de la barra. Era consciente del desinteres que le mostraba, pero justo ahora no tenia tiempo que perder.
– Hace tiempo que no viene por aqui -apunto el barman.
– ?Cuanto?
– No recuerdo.
– ?Donde lo puedo encontrar?
El barman parecio sopesar por un lado que problemas tendria si continuaba con su rol pasivo ante el pregunton, y por otro que le haria Mossa si revelaba lo que sabia. Eligio la variante mas comoda.
– Intentalo en el Kroken -solto a modo de test, para comprobar lo iniciado que estaba el visitante.
El Kroken era un club de juego ilegal situado en un sotano del centro de la ciudad. Oficialmente el local pertenecia a una empresa de importacion de juguetes del sudeste asiatico y de toallas del Baltico, pero esa actividad se limitaba a un texto escrito a mano en la puerta -POS Import- y una docena de cajas con armas de fuego de juguete apiladas a lo largo de una pared.
– Nunca va por el Kroken -repuso Lennart.
Se abismo en la cerveza para darle al barman una oportunidad mas. Si venia con otra propuesta estupida, se iba a enterar.
El abogado sentado a la mesa junto a la ventana se incorporo con piernas inestables, lanzo un billete de quinientas coronas sobre la mesa y se encamino con esforzado descuido hacia la puerta. El barman se apresuro y agarro el billete, y al mismo tiempo recogio el vaso de la mesa.
Lennart penso en Mossa. ?Donde podria estar? Hacia un par de semanas que no lo veia. Mossa repartia su tiempo entre Estocolmo y Uppsala, y viajaba de vez en cuando hasta Dinamarca. Lennart sospechaba que no era el juego lo que lo llevaba a Copenhague. Se rumoreaba que estaba relacionado con las drogas, pero Lennart no creia que el irani fuera tan estupido de hacer pequenos negocios de drogas.
Mossa era un jugador conocido por su precaucion. No habia tenido problemas con la justicia durante los ultimos anos. No se debia a que actuara dentro de los limites de la legalidad, sino mas bien a su habilidad. Tenia reputacion de ser inaccesible tanto para la policia como para el fiscal.
Lennart lo conocia desde hacia unos diez anos. Sabia que John a veces jugaba con Mossa y que este apreciaba al hombreenlo silencioso. John no solia apostar grandes sumas y nunca lo hacia en las partidas calientes de verdad, pero le gustaba tenerlo enfrente cuando se trataba de partidas pequenas, en ese agradable intermedio donde el dinero no era lo mas importante.
Mossa nunca jugaba en clubes, excepto a la ruleta en alguna ocasion, pero cuando se trataba de jugar a las cartas se atenia a las reuniones privadas.
Lennart habia acudido un par de veces, pero no tenia el dinero ni la paciencia requeridos.
– He oido decir que esta en Estocolmo -conto el barman-, pero que regresara a la ciudad en Navidad. Su madre vive aqui.
«Esto ya es otra cosa», penso Lennart. Sabia donde vivia la madre, pero visitarla y preguntar por el hijo no era una buena idea. Mossa se pondria furioso. Pero habia otras maneras.
– Gracias por la ayuda -contesto, y dejo un billete de cien coronas sobre el mostrador.
Salio a la calle Kungsgatan y siguio por la Sankt Persgatan hacia el este. Se detuvo junto al Ejercito de Salvacion y encendio un cigarrillo; observo el edificio donde una vez se disfrazo de lobezno. Sucedio durante la fiesta de Pascua y pudo comer todos los huevos que quiso. Fue Bengt-Ove, uno de los hijos del vecino, quien lo atrajo.
En otra ocasion, mucho despues, entro a trompicones en el Ejercito con unas copas de mas. Bengt-Ove lo recibio en el vestibulo. Seguia alli desde el tiempo de los lobeznos. Se miraron durante unos segundos y luego Lennart se dio la vuelta sin decir ni una sola palabra.
Aquella vez sintio verguenza. Verguenza de su embriaguez y su estado desastrado. Cada vez que pasaba cerca del templo resurgia la verguenza. En realidad Bengt-Ove no tuvo la culpa. Seguro que no se lo habria reprochado, ni le habria censurado por la vida que llevaba, su mal olor y su ropa estropeada, su aliento a alcohol y su habla pastosa. En aquella ocasion se encontraba mal y a traves de la niebla del alcohol recordo la fiesta de Pascua de los lobeznos de muchos anos atras, como si el formara parte del lugar a causa de aquella unica visita de hacia treinta anos.
Lennart jugaba, a veces, con la idea de que debio quedarse. Tenia amigos que se habian redimido y habian dejado tras de si la criminalidad y el alcohol. ?Hubiera sido el capaz de superarlo? No lo creia, pero la visita al Ejercito de Salvacion le desperto la idea de otra vida. No queria reconocerlo, pero en lo mas profundo de su ser consideraba la rapida visita como una oportunidad perdida. Era, sin duda, una reconstruccion posterior de los hechos, como tantas otras, pero era un pensamiento bonito, sobre todo en los momentos de mayor angustia.
No le echaba la culpa a nadie. Antes lo hacia, pero ahora su vision del mundo se habia aclarado tanto que sabia que unicamente dependia de si mismo. ?De que valia proclamar las injusticias? El tuvo su oportunidad. Se encontro con los ojos de Bengt-Ove y alli vio que podia haberla aprovechado, pero siguio su camino.
Entonces era invierno, como ahora, pero el Ejercito de Salvacion estaba en silencio y sumido en la oscuridad. Lennart se largo.
La lista de nombres estaba en el bolsillo interior de su chaqueta. Habia tachado tres. Quedaban cinco personas por contactar. No pensaba dejarlo hasta que tuviera cercado al asesino. Sus ocho seguidores lo ayudarian.
Decidio ir a casa de Micke. No habian hablado desde el asesinato. Sabia que la policia lo habia interrogado. Quiza sabia alguna cosa.
Micke Andersson estaba a punto de irse a la Los ultimos dias lo habian agotado, pero el sueno se negaba a aparecer.
– Ah, eres tu.
Sentia antipatia por Lennart, pero era hermano de John.
– Siento lo de John -anadio.
Lennart entro en el apartamento sin pronunciar ni una sola palabra, de esa manera tan descarada que Micke detestaba.
– ?Tienes una cerveza?
Micke se sorprendio de que preguntara siquiera. La mayoria de las veces simplemente iba a la nevera y cogia lo que necesitaba.
– He oido que la pasma ha hablado contigo -dijo Lennart, y tiro de la anilla de la lata de cerveza.
