tren hacia el sur. En ese punto desaparecio el rastro. Viro ojeo confuso a su alrededor, miro a su amo y gruno.

– O tenia un coche aqui esperandolo o alguien lo ha recogido -senalo Nilsson, que habia seguido de cerca al guia canino.

Miraron a su alrededor. Viro siguio el rastro hacia atras unos cuantos metros, dio media vuelta y pudo constatar de nuevo que ahi desaparecia.

– ?Adonde puede haber ido?

– Al hospital -dijo el guia canino-. Esta herido. Hasta aqui llega el rastro de sangre.

– Creo que Fredriksson ya ha llamado. Me ha parecido oir que tambien iban a enviar alli un coche patrulla.

Nilsson saco el movil y llamo a Allan Fredriksson, que aun se encontraba en el apartamento de Gunilla Karlsson.

*****

Estaban sentados en el salon de Gunilla Karlsson. El inspector de la criminal Alan Fredriksson se sono los mocos. La mujer que tenia delante sintio pena por el. Era la quinta vez que sacaba el panuelo de colores. Debia estar en casa reposando.

– Se ha ido corriendo hacia Begsbrunna y alli se ha perdido el rastro -conto Fredriksson al finalizar la conversacion con Nilsson.

Aun podia ver el panico reflejado en los ojos de Gunilla.

– Dejaremos una patrulla aqui -comento, y se guardo el panuelo.

Su semblante apacible y su voz tranquila consiguieron relajarla. Los temblores que surgieron poco despues de que Vincent desapareciera habian cesado.

– ?Ha dicho que lo conocia?

– Si, es un antiguo companero de escuela. Se llama Vincent, pero no me acuerdo de su apellido. Lo tengo en la punta de la lengua, es algo aleman. Puedo llamar a una amiga. Ella seguro que lo sabe.

– Nos seria util.

– ?Hahn, asi se llama! -exclamo de pronto.

– ?Vincent Hahn?

Gunilla asintio con la cabeza. Fredriksson llamo inmediatamente al jefe de guardia y le comunico los datos.

– ?Se han vuelto a ver despues de terminar la escuela?

– No. Lo he visto alguna vez por la ciudad, pero eso es todo.

– ?Iban a la misma clase?

– No, a clases paralelas, pero teniamos algunas asignaturas en comun.

– ?La ha llamado por telefono o ha intentado ponerse en contacto con usted alguna vez?

– No.

– ?Por que cree que ha venido?

– No tengo ni idea. Siempre ha sido un poco raro. Ya lo era en la escuela de Vaksala. Solia andar solo. Creo que era algo religioso. Extrano, en todo caso.

Fredriksson bajo la mirada.

– ?Ha dicho que queria ver sus pechos?

– Si. Y que luego se iria.

– ?Le ha creido?

– No, parecia un salvaje.

– ?No sera que antes tuvieron una relacion?

– Nunca.

– ?Se lo ha encontrado en el trabajo?

– Soy profesora de preescolar.

– ?Nunca ha ido a dejar a los ninos a la guarderia?

– Me costaria mucho creer que tiene hijos.

Fredriksson la miro. ?Se marcaba un farol? ?Se trataba del amante despechado que habia regresado? ?Por que habria de ocultarlo? Decidio creerla.

– Ha sido muy valiente al golpearlo -expuso.

– Creia que se iba a morir. Sangraba tanto. Y eso que tenia la botella en la mano derecha. Soy zurda.

– ?No ha dicho nada que pudiera aclarar la intrusion? Pienselo bien.

Gunilla respondio con una negativa a la pregunta despues de permanecer sentada pensando un rato.

– Esta eso del conejo. Seguro que es el quien lo estrangulo.

Relato la historia de Ansgar, que colgaba de la barandilla del porche y que despues le rajaron la panza, que por la manana llamo a la policia y denuncio los hechos.

– ?No le gustaba que la gente tuviera conejos en la ciudad?

– Eso parece.

– Y entonces los mata -dijo Fredriksson asombrado.

A pesar de haber sido policia durante muchos anos no dejaba de asombrarle el comportamiento de las personas.

– Seria mejor dejarlos en libertad -manifesto.

– Y estrangular a sus propietarios -propuso Gunilla.

Ryde, de la cientifica, entro con andares pesados. No dijo nada, solo miro de hito en hito al colega.

– La cocina -indico Fredriksson, y Ryde se dio la vuelta.

Fredriksson sabia que cuando Ryde estaba en ese plan no valia la pena darle mucha informacion o tratar de ser campechano.

– Es curioso, quiza «curioso» no sea la palabra adecuada -dijo Gunilla-, pero hoy he pensado mucho en la escuela de Vaksala. El muchacho que fue asesinado el otro dia tambien era companero de clase. Y luego aparece este loco.

El tecnico, que oyo su comentario, abandono la cocina y entro de nuevo en el salon.

– ?Era companera de clase de John Jonsson?

La voz de Ryde no estaba acostumbrada al contacto con el publico, sobre todo cuando estaba trabajando. Gunilla lo miro.

– ?Tambien es policia?

Fredriksson no pudo menos que reir.

– Este es Eskil Ryde -anuncio-, el mejor tecnico forense.

– El unico -especifico Ryde-, pero hablemos de John.

Gunilla suspiro. Fredriksson comprobo lo agotada que estaba.

– A John lo conozco mas -comenzo Gunilla-. Nos hemos tropezado algunas veces. Tambien conozco a su mujer.

– Deje que le haga una pregunta directa, y perdone mi atrevimiento -dijo, y Ryde resoplo-. ?Ha tenido una relacion con John?

– No, ?por que lo pregunta?

– Ha sido muy rapida al anadir que tambien conocia a su mujer.

– Si, ?que tiene de raro?

– ?Que penso al enterarse de que habian asesinado a John?

– Me quede espantada, claro. Me caia bien -explico Gunilla, y clavo la mirada en Fredriksson, como diciendo: «No venga con ninguna insinuacion»-. Era un encanto, algo timido. En la escuela nunca llamo la atencion. Nos encontramos este otono. Estaba radiante de felicidad. Algo extrano en el. Le pregunte a que se debia y me dijo que pensaba viajar al extranjero.

– ?A algun pais en especial?

– No, pero pense que seria lejos.

– ?Cuando pensaba marcharse?

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