Jussi Adler-Olsen

La Casa del Alfabeto

Titulo original: Alfabethuset

© Jussi Adler-Olsen, 1997

Traduccion, Ana Sofia Pascual, 2004 ©

COMENTARIOS DEL AUTOR

Este libro no es una novela de guerra.

La Casa del Alfabeto es una historia basada en la traicion que puede llegar a separar a dos personas sometidas a todo tipo de contrariedades: en la vida cotidiana entre dos conyuges, en el lugar de trabajo o en condiciones extremas, como la guerra de Corea, la guerra de los boers, la guerra de Iran e Iraq o, como en este caso, la segunda guerra mundial.

El hecho de que la novela se desarrolle precisamente en el marco de esta guerra se debe a varias razones. En primer lugar, soy hijo de psiquiatra y, por tanto, me crie en manicomios, que era como llamaban antes a este tipo de instituciones, durante los anos cincuenta y sesenta. Y a pesar de que mi padre era excepcionalmente progresista y renovador para los tiempos que corrian, tuve la ocasion de experimentar de primera mano la manera en que se trataba entonces a los dementes. Muchos de ellos llevaban inmersos en el sistema desde los anos treinta, y yo sentia gran curiosidad por conocer tanto los metodos utilizados en el tratamiento psiquiatrico como la idea que se tenia de los hospitales y los medicos, entonces y durante la guerra. A lo largo de aquellos anos tuve la ocasion de conocer a un par de pacientes de los que llegue a sospechar que fingian su condicion de enfermos; todo ello, visto a traves de los ojos ingenuos y despiertos de un nino.

Uno de los pacientes cronicos con el que mi padre casualmente se topo en varias ocasiones a lo largo de los anos sobrevivio a todo tipo de situaciones durante el tiempo que estuvo ingresado en diversos hospitales gracias a dos frases o sentencias que utilizaba indiscriminadamente: «?Si, en eso tienes algo de razon!», era su comentario a casi todo, lo que, desde luego, no era decir demasiado. Y finalmente salpicaba y finalizaba cualquier situacion con una expresion de sincero alivio: «;Oh. gracias a Dios!» El era uno de los que yo sospechaba, pues con su actitud parecia haberle dado la espalda a la sociedad para, con un fingimiento raro e incomprensible, refugiarse en la paz y la tranquilidad del sistema.

?Es posible, sin embargo, protegerse a uno mismo y a la misma razon estando inmerso en un sistema asi, si no se esta realmente enfermo? Al menos resulta dificil creerlo, teniendo en cuenta los metodos bastante expeditivos que se utilizaban entonces. Y me pregunto si, por el camino, no enfermo nuestro paciente parco en palabras.

Anos mas tarde, mi padre volvio a encontrarse con ese paciente. Que yo sepa, fue en los anos setenta, cuando el mundo, en muchos sentidos, se habia vuelto mas libre, algo de lo que tambien se habia contagiado nuestro hombre. «?Que te den por culo!», rezaba la tercera sentencia con la que habia ampliado su repertorio. Se habia dejado llevar por los nuevos vientos que soplaban en la sociedad.

Y una vez mas tuve que preguntarme: «?Estara realmente enfermo o simplemente finge?»

Las ganas de combinar estos dos objetos de mi fascinacion -el posible demente y la segunda guerra mundial- se vieron reforzadas ulteriormente durante una conversacion que mantuve con una de las amigas ya fallecidas de mi madre, Karna Bruun. Habia trabajado de enfermera en Bad Kreuznach bajo las ordenes del profesor Sauerbruch y confirmo y desarrollo una serie de teorias que yo llevaba algun tiempo defendiendo.

Bajo el cielo estrellado de Terracina, en el verano de 1987, le conte mi aun tierna historia a mi esposa. Al igual que hoy, sentia una gran admiracion por aquellos autores para los que la investigacion y las cualidades literarias son dos valores indivisibles y, gracias a esta historia, logre convencerla de que valia la pena seguir adelante en cuanto tuviera tiempo para ello.

Tuvieron que pasar casi ocho anos hasta que este proyecto dio sus primeros frutos.

En el camino, he llegado a estar en deuda con el fideicomiso de Treschow, que me concedio una beca de viaje a Friburgo de Brisgovia, lugar en el que se desarrolla gran parte de la trama de mi novela, con la biblioteca militar de Friburgo y con el jefe de archivos, el doctor Ecker, del Archivo de la Villa de Friburgo.

Desde entonces, mi esposa, Hanne Adler-Olsen, ha sido mi incansable musa y critica y ha alimentado mi fidelidad a mis ambiciones mas antiguas.

Durante la lectura que han realizado mis sabios amigos Henning Kure, Jesper Helbo, Tomas Stender, Eddie Kiran, Cari Rosschou y, ante todo, mi hermana Elsebeth Waehrens y mi madre Karen-Margrethe Olsen, el libro ha experimentado diversos procesos de profundizacion y reduccion, durante los cuales todos los elementos que lo componen han sido evaluados y repasados hasta la extenuacion, para al fin alcanzar la forma que yo habia deseado que tuviera.

Estableci contacto con la editorial Cicero gracias a la mediacion del asesor editorial Ole Stender.

Jussi Adler-Olsen

Primera Parte

CAPITULO 1

No hacia el mejor tiempo del mundo. Vientos frios y pesima visibilidad. Excepcionalmente crudo para un dia del mes de enero ingles.

Los tripulantes norteamericanos llevaban ya algun tiempo en las pistas de aterrizaje cuando aparecio el ingles larguirucho y se acerco al grupo. Todavia no estaba del todo despierto.

Detras del primer grupo de pilotos asomo la cabeza de un hombre que lo saludo con un gesto de la mano. El ingles le devolvio el saludo y bostezo sonoramente.

Tras una larga temporada de expediciones nocturnas, resultaba dificil volver a darle la vuelta al dia y a la noche. El dia se haria interminable.

En lo mas alejado de la zona, los aviones se iban desplazando lentamente hacia la parte sur de las pistas de despegue, lo que significaba que pronto el aire se colmaria de ruidos y aviones.

La sensacion era, a la vez, deliciosa y abrumadora.

El aviso de la mision provenia del despacho del general de division Lewis H. Brereton, de Sunning Hill Park. En la orden solicitaba el apoyo britanico al comandante en jefe de la RAF, el mariscal de aviacion Harris. Los norteamericanos seguian impresionados por los Mosquitos britanicos, que durante los ataques nocturnos de noviembre sobre Berlin habian descubierto el secreto mejor guardado de los alemanes: las instalaciones bombarderas V-l de Zemplin.

La seleccion de la tripulacion habia sido confiada al teniente coronel Hadley-Jones que, a su vez, encomendo las tareas practicas a su colaborador, el comandante de aviacion John Wood.

Su mision era seleccionar a doce tripulaciones britanicas; ocho grupos de instruccion y cuatro tripulaciones de apoyo con tareas especiales de observacion bajo las flotas aereas norteamericanas 8 y 9.

Para este proposito se equiparon unos P-51D, cazabombarderos de doble asiento, con aparatos Meddo e instrumental optico de gran sensibilidad.

Hacia apenas dos semanas que habian seleccionado a James Teasdale y a Bryan Young para que formaran la primera tripulacion que debia probar este material bajo lo que venia a denominarse «condiciones normales».

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