– No hay nada que discutir -dijo Inger Johanne.
– Pero…
– Ya esta bien, Yngvar, te lo adverti. Te lo dije anoche. Pense que habias entendido la seriedad del asunto, pero te importo un pimiento. Aunque no te llamo por eso.
– No puedes coger y llevarte…
– Yngvar, no me fuerces a alzar la voz. Ragnhild se va a asustar.
Era una mentira descarada. Yngvar no oia el menor gimoteo y su hija nunca estaba callada mientras dormia.
– ?De verdad te has ido? ?Lo dices completamente en serio? ?Te has vuelto totalmente loca, o que?
– Quizas un poco.
Le parecio percibir la insinuacion de una sonrisa y empezo a respirar con un poco mas de facilidad.
– Estoy muy decepcionada -dijo Inger Johanne con serenidad-. Y estoy bastante furiosa contigo. Pero de esto podemos hablar mas tarde. En estos momentos tienes que intentar escucharme…
– Tengo derecho a saber donde esta Ragnhild.
– Esta conmigo y esta muy bien. Escuchame, y te prometo por lo mas sagrado que te llamo mas tarde para que lo hablemos todo. Y mis promesas valen un poco mas que las tuyas. Ya lo sabes.
Yngvar apreto las mandibulas. Cerro el puno y lo levanto para atizar alguna cosa. No encontro mas que la pared. Un estudiante de policia se detuvo en seco tres metros mas alla en el pasillo. Yngvar bajo la mano, se encogio de hombros y se forzo a sonreir.
– ?Es verdad lo que ha dicho Wencke Bencke en la television? -pregunto Inger Johanne.
– No -Yngvar jadeo por lo bajo-. No empieces otra vez con eso. Por favor.
– ?Que me escuches!
– Esta bien.
– Te rechinan los dientes.
– ?Y que quieres?
– ?Es verdad que las camaras muestran que no hubo trafico de entrada o de salida de la habitacion de la presidenta? ?En el periodo entre que se acosto y el momento en que se descubrio que habia desaparecido, quiero decir?
– No te puedo responder a eso.
– ?Yngvar!
– Es confidencial, ya lo sabes.
– ?Habeis repasado las cintas que muestran lo que paso despues?
– Yo no he repasado nada en absoluto. Soy la liaison de Warren, no investigo el caso de la presidenta.
– ?Estas oyendo lo que te digo?
– Si, pero yo no tengo nada que ver con…
– ?Cuando hay mas caos en el lugar donde se ha cometido un delito, Yngvar?
El hombre se mordisqueo la una del pulgar. A Inger Johanne le habia cambiado la voz y habia moderado ostensiblemente el tono ofendido y poco amigable. Oia a su mujer tal y como era en realidad, en ese modo socratico que tanto admiraba y con el que siempre conseguia que el viera las cosas de otro modo y desde angulos distintos a los que habia manejado durante sus casi treinta anos en la Policia.
– En el momento en que se descubre el delito -respondio.
– ?Y?
– Y en los momentos inmediatamente posteriores -anadio entre dudas-. Antes de que se selle la zona y se repartan las responsabilidades. Mientras todo es un mero… caos.
Trago saliva.
– Exacto -dijo Inger Johanne en voz baja.
– Joder -dijo Yngvar.
– La presidenta no tiene por que haber desaparecido por la noche. Puede haber desaparecido mas tarde. Despues de las siete, cuando todo el mundo pensaba que ya habia desaparecido.
– Pero… ?No estaba alli! La habitacion estaba vacia y habia una nota de los secuestradores…
– Wencke Bencke tambien sabia eso. Ahora lo sabe toda Noruega. ?Que funcion crees que tenia esa nota?
– La de contar…
– Una nota como esa engana al cerebro para que saque conclusiones -lo interrumpio Inger Johanne, que habia empezado a hablar mas rapido-. Nos hace pensar que algo ya ha pasado. Estoy segura de que despues de leerla, el Secret Service se limito a echar un vistazo a su alrededor. Era una suite enorme, Yngvar. Es probable que comprobaran el cuarto de bano, y tal vez abrieran un par de armarios. Pero el proposito principal de esa nota era sacarlos de alli. Tan rapidamente como fuera posible. Y si la escena de un crimen normal es un verdadero caos, me puedo imaginar como debia de estar el hotel Opera ayer por la manana. Con las autoridades de dos paises distintos…
El silencio entre ellos era absoluto.
Por fin pudo oir a Ragnhild, que se reia a carcajadas mientras alguien hablaba con ella. No distinguia las palabras y era dificil determinar el sexo de la voz. Sonaba burda y gruesa, pero no era del todo la de un hombre.
– ?Yngvar?
– Aqui sigo.
– Tienes que conseguir que comprueben las grabaciones de la hora posterior a que dieran la alarma. Yo diria que ocurrio algo al cabo de unos quince o veinte minutos.
El no respondio.
– ?Oyes?
– Si -respondio el-. ?Donde estas?
– Esta noche te llamo. Te lo prometo.
Luego colgo.
Yngvar se quedo unos segundos mirando fijamente el telefono. El hambre ya no le molestaba, se le habia quitado.
Capitulo 14
Fayed Muffasa tenia cuatro anos mas que su hermano. Eran llamativamente parecidos, aunque su hermano tenia el pelo mas corto e iba mas arreglado que Al Muffet, que llevaba unos vaqueros y una camisa de franela a cuadros. Al estaba a punto de meterse en el coche para llevar a su hija menor al colegio cuando aparecio su hermano Fayed y se bajo de un coche de alquiler con una amplia sonrisa.
«Se parece tanto a mi -penso Al, y le tendio la mano-. Siempre se me olvida lo mucho que nos parecemos.»
– Bienvenido -dijo con seriedad-. Has llegado mas pronto de lo que esperaba.
– Es igual -dijo Fayed, como si la molestia fuera para el-. Te espero aqui hasta que vuelvas. ?Hola, Louise! -Se agacho ante la ventanilla del coche-. ?Que mayor estas! Tu eres Louise, ?verdad? -le grito mientras le indicaba por gestos que bajara la ventanilla.
Ella prefirio abrir la puerta y salir.
– Hola -dijo con timidez.
– Que guapa eres -exclamo Fayed extendiendo los brazos-. ?Y que bonito es esto! ?Que gusto de aire!
Respiro hondo y sonrio.
– Nos gusta vivir aqui -dijo Al-. Puedes…
Se dirigio hacia la casa, abrio la puerta y la dejo de par en par.
– Acomodate -dijo senalando la cocina-. Preparate algo de comer si tienes hambre. Aun queda cafe en el termo.
– Muy bien -Fayed sonrio-. He traido cosas para leer. Me voy a buscar un buen sillon para relajarme. ?Cuando