No en grandes cantidades, ciertamente, pero… ?El potasio se puede comprar en las farmacias en botes de un kilo! Bueno, lo que en realidad venden es cloruro potasico. Si se inyecta en el sistema circulatorio, se descompone en potasio y cloro, si me permites seguir simplificando. El cloruro potasico tiene que disolverse para que no sea demasiado fuerte, porque si no puede destrozar los tejidos o la vena.
– Se compra en las farmacias… Pero ?quien…?
– Sin receta.
– ?Sin receta?
– Si. Pero por lo que se, son pocas las farmacias que lo tienen en existencias. Hay que encargarlo. Hay ademas un preparado para infusiones de cloruro potasico que se compra con receta. Se administra a pacientes con deficiencia de potasio. Yo diria que en la mayor parte de las unidades de cuidados intensivos tienen algo parecido.
– A ver si te estoy entendiendo bien -dijo Stubo lentamente-. Si alguien me pone una inyeccion con la suficiente cantidad de potasio diluido, me muero. Si me ponen en tu mesa de autopsias mas de una hora despues, solo podras constatar que estoy muerto, pero no por que me mori. ?Es esto lo que me estas diciendo?
– Si, aunque descubriria el agujero del pinchazo de la aguja.
– El pinchazo de… Pero Kim y Sarah no tenian ningun pinchazo, ?no?
– No por lo que yo pude apreciar.
– ?Por lo que pudiste apreciar? ?No comprobaste que los ninos no presentaban pinchazos de aguja?
– Por supuesto. -El forense estaba rendido. Aun tenia el pulso acelerado y le costaba respirar-. Pero he de admitir que no los afeite.
– ?Que no los…? ?Pero si estamos hablando de dos ninos pequenos!
– No les afeite la cabeza. Procuramos danar lo menos posible los cuerpos a los que les practicamos la autopsia. Intentamos que a los familiares no les horrorice demasiado lo que tenemos que hacer. No es imposible poner una inyeccion en la sien. No es facil, pero es factible. Tengo que admitir que… -Oia la respiracion de Stubo al otro lado de la linea-. No busque marcas de pinchazos en las sienes. La verdad es que ni siquiera se me ocurrio.
Los dos estaban pensando lo mismo. Ninguno de los dos tenia fuerzas para decir nada. El cuerpo de Sarah todavia estaba a disposicion del forense. Kim estaba ya enterrado.
– Menos mal que nos negamos a que lo incineraran -dijo finalmente Yngvar.
– Lo siento -se disculpo el medico-. De verdad que lo siento. De todo corazon.
– Yo tambien -dijo Yngvar-. Si te he entendido bien, acabas de describir el asesinato perfecto.
50
– Mi yerno esta en Copenhague -dijo Yngvar depositando a un nino en el suelo.
El nino debia de tener entre dos y tres anos. Tenia los ojos castanos y el cabello negro y sonreia timidamente a Inger Johanne mientras se agarraba firmemente a la pantorrilla de su abuelo.
– Vuelve manana por la manana. Normalmente cuido de Amund todos los martes y cada dos fines de semana, pero tal y como han estado las cosas ultimamente… no me ha sido posible estar siempre ahi y, como ahora ha surgido una situacion critica, no he podido decir que no.
Se acuclillo. El nino no queria quitarse la chaqueta, de modo que Yngvar le bajo la cremallera y le permitio seguir con ella puesta. Luego le dio un cachete al nino en el trasero y dijo:
– Seguro que Inger Johanne tiene unos juguetes estupendos, no me cabe la menor duda.
«?Por que no me has pedido que vaya a tu casa? -se pregunto Inger Johanne-. Nunca me has invitado alli. Ya son mas de las ocho, este nino tendria que estar en la cama. Ademas, sabias que Kristiane estaba en casa de Isak. Yo podria haber ido a tu casa.»
– Ven -dijo tomando al nino de la mano-. Vamos a ver que encontramos.
Amund se puso radiante cuando lo llevo hasta la caja llena de coches rojos. Agarro un tractor y lo levanto en el aire.
– Tractor rojo -dijo-. Camion rojo. Autobus rojo.
– Ultimamente se interesa por los colores -dijo Yngvar.
– Pues entonces aqui se va a aburrir -dijo Inger Johanne y se puso a ayudar a Amund con una apisonadora que habia perdido las ruedas delanteras-. Hace exactamente un mes que desaparecio Emilie. ?Has pensado en eso?
– No -respondio el-. Pero tienes razon. El cuatro de mayo. ?Donde esta Jack?
– Creo que… -empezo Inger Johanne. El nino solto la apisonadora y se puso a mirar una ambulancia que Isak habia pintado con esmalte rojo.
– Ambulancia roja -senalo el nino con escepticismo.
Inger Johanne se sento a la mesa del comedor.
– Creo que la idea es que el perro vaya adondequiera que va Kristiane. Y para serte completamente sincera, me alegra. Me ha llevado una hora deshacerme del olor a cachorro y a pis de perro. Y no he tenido exito del todo, me temo. -Olfateo el aire y fruncio ligeramente la nariz antes de anadir-: Pareces preocupado por algo.
Hoy veia a Yngvar Stubo mas grueso. No podian ser imaginaciones suyas, habia engordado durante las ultimas semanas. Tenia los mofletes mas hinchados y el cuello de la camisa muy apretado. Cada dos por tres se lo intentaba aflojar con el dedo. Llevaba la corbata torcida como si marcara las once y media. Inger Johanne se habia dado cuenta de que el siempre comia demasiado y demasiado rapido.
– ?No tendras algo de comer? -pregunto Yngvar con cansancio-. Tengo tanta hambre…
Amund estaba durmiendo en la cama de Inger Johanne. Habia costado horas conseguir que se durmiera, pero finalmente Yngvar salio del dormitorio. Se habia metido la corbata en el bolsillo y llevaba los dos ultimos botones de la camisa desabrochados. Se remango y se sento en el sofa, que crujio bajo su peso. Tomo un bollo de la bandeja de cristal y se lo comio de tres bocados.
– La teoria del potasio es en realidad terrorifica -comento, limpiandose las migas de la boca-. Quiero decir que para nuestro caso es triste, pero en cuanto la gente se entere de esto…
– El problema es el pinchazo de la jeringuilla -dijo Inger Johanne pensativa-. Pero como la victima ya tenga… Como la victima este enferma, sea drogadicta o pueda tener marcas de aguja por alguna otra razon que no despierte sospechas, entonces es…
– Verdaderamente inquietante.
– Pero has dicho que el liquido de las inyecciones contenia otra sustancia ademas del potasio, ?no?
– Cloruro potasico, que en el sistema circulatorio se descompone en cloro y potasio.
Inger Johanne arrugo la nariz.
– ?Y no quedaran entonces rastros del cloro?
Yngvar estaba a punto de tomar otro bollo, pero se limpio las manos y las coloco detras de su cabeza.
– No estoy seguro de haberlo entendido del todo, pero la cosa es que el nivel de cloro en el cuerpo es normalmente mucho mas alto que el nivel de potasio. -Yngvar cerro los ojos y se quedo pensando. Despues los abrio, se inclino hacia delante y empezo a dibujar sobre la superficie de cristal-. No se si las cifras que recuerdo son las correctas, pero por lo menos serviran para ilustrar el asunto. Pongamos que tienes un nivel de potasio de tres unidades de medida de algun tipo.
– Vale. Tres unidades de medida de potasio.
– Pues entonces resulta que tienes unas cien unidades de medida de cloro. Un incremento de hasta ciento cinco unidades de cloro no es ni peligroso ni llamativo en las personas. Pero un incremento equivalente de potasio, de cinco a ocho, es, en cambio, letal. De verdad que se trata del asesinato perfecto.
– Eso explica por que tenia que secuestrar a los ninos -dijo Inger Johanne-. Tenia que llevarselos a algun sitio donde pudiera sedarlos con Valium para ponerles luego una inyeccion en la sien.
– Si es que fue eso lo que hizo.
– Por supuesto, si es que fue eso lo que hizo. ?Cuando vamos a saber algo mas?
– El forense va a examinar primero a Sarah, manana por la manana. Vamos a hacer lo posible para no tener