– Cuando se publico
– En 1961 -dijo Inger Johanne, que habia conseguido leerse la mayor parte de la biografia.
– Puede ser. Se armo un buen lio. No tanto por los detalles pornograficos, como quiza por los violentos ataques a la Iglesia. Debe de haber sido el mismo ano en que Astor Kongsbakken dejo la Fiscalia General y paso al ministerio. Era… -Alvhild se esforzo por tomar aliento-. Agua en los pulmones -explico, sonriendo debilmente-. Espera un momento.
La enfermera habia vuelto.
– Se lo digo en serio. -Los grandes pechos saltaban ligeramente al ritmo de las palabras-: Esto no le viene bien a Alvhild.
– Astor Kongsbakken -jadeo Alvhild con dificultad- era amigo de mi jefe. El que me pidio que…
– Marchese -ordeno la enfermera senalando la puerta y preparando una jeringuilla con dedos habiles.
– Me voy -dijo Inger Johanne-. Ya me voy.
– Estudiaron juntos -susurro Alvhild-. Vuelve a verme, Inger Johanne.
– Si -prometio Inger Johanne-. Volvere cuando estes mejor.
La mirada de la enfermera le dio a entender que tendria que esperar sentada.
Cuando Inger Johanne volvio a casa, olia a limpio. Kristiane seguia durmiendo. El salon estaba recien ventilado, y las cortinas descorridas. Incluso la estanteria estaba ordenada; los libros que ella habia colocado a toda prisa en horizontal sobre los otros estaban ahora en su sitio. El considerable monton de periodicos viejos que habia junto a la puerta de la entrada habia desaparecido. Al igual que
– A tu padre le apetecia dar un paseo -dijo su madre-. No hace mucho que se han ido. Las cortinas necesitaban un lavado, la verdad. Y aqui…
Le dio la biografia de Asbjorn Revheim. Tenia las hojas algo arrugadas como si fuese un libro usado, pero estaba entero y completamente seco.
– He usado el secador -le informo su madre, sonriendo-. La verdad es que ha tenido su gracia ver si conseguia salvarlo. Y ademas… -Hizo un movimiento casi imperceptible con la cabeza y enarco una ceja-. Ha venido un hombre. Un tal Yngvar Stubo. Ha dejado una camiseta que claramente era tuya porque ponia Vik en la espalda. ?Se la habias prestado tu? ?Quien era? Por lo menos podria haberla lavado, me parece a mi.
49
El forense estaba solo en la sala. Era ya domingo 4 de junio e iba terriblemente retrasado en el trabajo. Frisaba los sesenta y cinco anos y tenia la sensacion de estar retrasado en muchas cosas. Aunque toda la vida se habia conformado con malas condiciones de trabajo, demasiado quehacer y un sueldo que a su juicio no era proporcional a lo agotadora que resultaba su labor, ahora empezaba a perder la paciencia. Su profesion nunca lo habia llenado mucho, y ahora que se aproximaba a la edad de la jubilacion hubiera deseado que al menos hubiese estado mejor remunerada. Ganaba algo menos de seiscientas mil coronas al ano, incluidas las clases y todas las horas extra. Ya habia dejado de contarlas. Su mujer pensaba que tenian que ser unas mil horas al ano. Que a la mayoria de la gente le pareciera que tenia un sueldo impresionante a el lo dejaba indiferente. Su hermano gemelo, que tambien era medico, se habia dedicado a la cirugia. Tenia una clinica privada, una casa en la Provenza y un capital de mas de siete millones de coronas segun su ultima declaracion de la renta.
El domingo era su dia de lectura. En realidad se suponia que su trabajo debia dejarle tiempo para ponerse al dia profesionalmente dentro del horario laboral, pero apenas habia leido un articulo entre las nueve y las cuatro en los ultimos diez anos. Habia acabado madrugando los domingos por la manana para echarse a la espalda una mochila con comida y un termo e irse andando al trabajo. Tardaba algo mas de media hora.
Cuando termino de clasificar las revistas y las tesis doctorales en dos montones en el suelo, se deprimio. Un monton era el de «lectura urgente», el otro el de «puede esperar». Este ultimo monton era minimo, el primero le llegaba casi a las rodillas. Agarro el tomo que casualmente estaba encima del monton y se sirvio una taza de cafe muy cargado.
Excitation-contraction coupling in normal and failing cardiomyocytes.
La tesis doctoral era de 1999 y llevaba ahi un monton de tiempo. No conocia al doctorando y, en realidad, no era facil saber si el estudio podia tener alguna importancia para el sin echarle un vistazo. Estuvo tentado de buscar otra cosa en el monton, pero domino ese impulso y empezo a leer.
Al forense le temblaban las manos. Dejo la tesis a un lado. Era todo tan amenazador y a la vez tan evidente que le entro miedo, literalmente. La respuesta no estaba en la tesis, esta simplemente le habia hecho pensar. Notaba la descarga de adrenalina: se le habia acelerado el pulso y respiraba con agitacion. Tenia que ponerse en contacto con un farmaceutico. La guia telefonica se le cayo al suelo cuando intentaba encontrar el numero de telefono de la mejor amiga de su mujer, la duena de la farmacia de Tasen. Estaba en casa. La conversacion duro diez minutos. Al forense se le olvido darle las gracias por su ayuda.
Yngvar Stubo le habia dejado su tarjeta de visita. El medico se puso a buscar entre hojas sueltas y notas amarillas, entre boligrafos e informes, pero la tarjeta habia desaparecido. Al final se acordo de que la habia fijado en el tablon de las tarjetas. Movia los dedos con tanta torpeza que tuvo que marcar el numero del movil dos veces.
– Stubo -dijo una voz al otro lado de la linea.
El forense tardo un minuto en exponer el motivo de su llamada. Se hizo el silencio.
– ?Hola?
– Sigo aqui -dijo Stubo -. ?Que tipo de sustancia es esa?
– Potasio.
– ?Que es el potasio?
– Es uno de los elementos que tenemos en las celulas.
– Lo cierto es que no entiendo nada. ?Como…?
El medico se dio cuenta de que estaba temblando y sujetaba el auricular con todas sus fuerzas. Lo cambio de mano para intentar relajarse.
– Se lo explicare en terminos tan elementales que casi son incorrectos -carraspeo-: En las celulas humanas hay una cierta cantidad de potasio. Nuestra vida depende de eso. Al morir, se puede decir que nuestras celulas empiezan a… gotear. Al cabo de una hora o dos, el nivel de potasio en el liquido que rodea a las celulas asciende considerablemente. En realidad es un sintoma bastante claro de que estas… muerto, simple y llanamente. -El medico estaba sudando; la camisa se le pegaba al cuerpo e respirar mas despacio-. Por eso no llama en absoluto la atencion que el nivel de potasio alrededor de cada celula haya aumentado despues de la muerte. Es lo normal.
– ?Entonces?
– El problema es que el nivel de potasio tambien ascenderia si alguien se lo administra al cuerpo, mientras el sujeto sigue vivo, quiero decir. Y entonces… el sujeto se muere. El aumento del nivel de potasio produce la muerte.
– ?Pero no puede ser dificil rastrear una sustancia como esa!
El forense alzo la voz:
– ?Es que no oyes lo que digo? Si el sujeto muere como consecuencia de una inyeccion de potasio, ?la causa de la muerte no se podra detectar a no ser que se le practique la autopsia inmediatamente! ?Un retraso de una hora o dos basta para que el nivel elevado de potasio pueda atribuirse a la muerte en si! En ese caso la autopsia no revela nada, salvo el hecho de que la persona ya no esta viva y de que la causa de la muerte no se puede determinar.
– Por Dios… -Stubo trago saliva con tanta fuerza que incluso el medico lo oyo-. Pero ?de donde se saca este veneno?
– ?No es ningun veneno, joder! -grito el forense. Cuando volvio a abrir la boca, hablo con voz baja y temblorosa-. Para empezar, tanto tu como yo ingerimos potasio todos los dias, a traves de nuestra dieta cotidiana.