– Se quien asesino a Olof Palme -farfullo una voz.

– ?Si?, ?no me digas! -contesto Annika-. ?Quien?

– ?Me dareis una recompensa?

– Lo maximo que pagamos por una noticia son cinco mil coronas.

– ?Solo cinco de los grandes? Eso es una mierda. Quiero hablar con un redactor.

Annika le oyo sorber y despues como el hombre tragaba.

– Yo soy redactora. Pagamos cinco mil, no importa con quien hables.

– Eso es muy poco. Quiero mas.

– Llama a la policia. Entonces tendras cincuenta millones -replico Annika y colgo.

Mira que si el borracho tenia razon, penso mientras se dirigia al fax. ?Y si fuera cierto? ?Y si el Konkurrenten tuviera manana el nombre del asesino de Palme en el titular? Entonces siempre se la recordaria como la periodista que desprecio una gran noticia, al igual que Bonniers rechazo a Astrid Lindgren o la discografica que no quiso contratar a los Beatles aduciendo que los grupos de guitarras «no eran modernos».

La calidad del fax era horrible, Josefin y sus companeros de clase eran manchas negras sobre un fondo de rayas grises. Debajo de la fotografia estaba el nombre de todos los alumnos, veintinueve jovenes que conocian a Josefin. Mientras se dirigia a su mesa subrayo los que tenian apellidos poco comunes, esos serian mas faciles de encontrar en la guia. Los muchachos no tendrian lineas de telefono propias, asi que les buscaria a traves de sus padres.

– Ha llegado un paquete para ti -anuncio Peter Brand. Era el hijo de Tore que hacia una suplencia en recepcion por las noches durante el mes de julio.

Annika, con curiosidad, cogio el sobre blanco y duro. «No doblar», leyo. Lo abrio rapidamente y vacio el contenido sobre la mesa.

Eran tres fotografias de Josefin. En la primera, miraba a la camara con su esplendida sonrisa. Era una fotografia de estudio corriente, sobre la cabeza tenia una gorra de bachiller blanca como la nieve. Annika sintio como se le erizaba el vello de los brazos. Estas fotos eran tan nitidas que se podrian ampliar hasta diez columnas, si fuera necesario. Las otras eran dos buenas fotografias de aficionado, donde la joven aparecia con un gato y sentada en un sillon.

Debajo de las fotos, una nota de Gosta, el portavoz de la policia.

«Les he prometido a los padres que las fotografias se distribuirian a todos los medios que las quisieran», y seguia. «?Pueden ustedes ser tan amables de enviarselas al Konkurrenten cuando hayan acabado?».

Annika se dirigio apresuradamente hacia Jansson y dejo las fotografias delante de el.

– Era la hija de un pastor, sonaba con ser periodista -declaro.

Jansson cogio las fotos y las estudio detenidamente.

– Fantastico -replico.

– Tenemos que mandarselas al Konkurrenten cuando hayamos terminado -anuncio Annika.

– Por supuesto -contesto Jansson-. Se las enviaremos en cuanto hayan impreso la ultima edicion del dia. ?Buen trabajo!

Annika regreso a su mesa. Se sento y se quedo mirando fijamente el telefono. No tenia que pensarlo mucho. Eran las dos y media. Si queria hablar con alguna de las amigas de Josefin tenia que hacerlo ahora. Cuanto mas esperara peor seria.

Comenzo por dos apellidos extranjeros sin obtener respuesta. A continuacion lo intento con una tal Silfverbiorck, y contesto una joven. El pulso de Annika se acelero, cerro los ojos y se los cubrio con la mano derecha.

– Disculpa que llame a medianoche -dijo Annika lentamente y en voz baja-. Me llamo Annika Bengtzon y trabajo en el periodico Kvallspressen. El motivo de mi llamada es que una de tus companeras de clase, Josefin Liljeberg, ha…

La otra voz se descompuso, se oyo un fuerte carraspeo.

– Si, lo he oido -gimoteo la muchacha que se llamaba Charlotta segun la lista de alumnos-. Es terrible. Estamos muy apenados. Los que aun seguimos en el centro tenemos que ayudarnos para poder continuar.

Annika abrio los ojos, sujeto el boligrafo y escribio, esto era mucho mas facil de lo que habia pensado.

– Lo que ha sucedido nos da miedo -continuo Charlotta-. Es lo que las jovenes mas tememos. Y ahora le ha ocurrido a una de nuestras amigas, una de nosotras. Tenemos que hacer algo.

Habia dejado de sollozar y parecia bastante despierta. Annika anotaba.

– ?Tu y tus companeras lo habeis hablado?

– Si, claro. Pero ninguna pensaba que algo asi nos pudiera pasar a nosotras. Eso es algo que nunca te imaginas.

– ?Conocias bien a Josefin?

Charlotta sollozo, seca y profundamente.

– Era mi mejor amiga -respondio, y Annika presintio que mentia.

– ?Como era Josefin?

Charlotta tenia la respuesta preparada.

– Siempre estaba contenta y alegre -dijo-. En el colegio era servicial, justa y estudiosa. Le gustaba ir a fiestas. Si, se puede decir que…

Annika escucho en silencio durante un rato.

– ?Me vais a hacer una foto? -inquirio Charlotta.

Annika miro la hora. Ida y vuelta a Taby, revelar, tendria el tiempo justo.

– Ahora no -contesto Annika-. El periodico se va a imprimir dentro de un momento. ?Te puedo llamar manana de nuevo?

– Si, claro, o si no puedes llamarme al busca.

Annika escribio el numero. Se apoyo la frente con la mano y medito. Aun sentia a Josefin difusa y lejana. No conseguia formarse una idea clara de la mujer asesinada.

– ?Que queria hacer Josefin? -pregunto Annika.

– ?Que quieres decir? Bueno, queria, pues, ya sabes, tener familia, trabajo y eso -contesto Charlotta.

– ?Donde trabajaba?

– ?Trabajaba?

– Si, ?en que restaurante?

– Bueno, no lo se.

– Se habia mudado a Estocolmo, a Dalagatan. ?La fuiste a visitar alguna vez?

– ?Dalagatan? No…

– ?Sabes por que se mudo?

– Quiza queria vivir en el centro…

– ?Tenia novio?

Charlotta enmudecio.

Annika comprendio. Esta chica apenas conocia a Josefin.

– Muchas gracias y perdona que te haya molestado a estas horas -se despidio Annika.

Despues de esto solo le quedaba una llamada por hacer. Busco Liljeberg en la guia, pero no habia ninguna Josefin en Dalagatan. Quiza no habia dado tiempo a que estuviera inscrita, penso Annika y llamo a informacion.

– No, no hay ninguna Liljeberg en Dalagatan 64 -dijo la telefonista de Telia.

– Puede que sea un numero completamente nuevo -insistio Annika.

– Desde aqui puedo localizar a todos los nuevos abonados.

– ?Quiza tenga un numero secreto?

– No -respondio la senora de Telia-. Hubiera aparecido esa informacion. ?Puede el numero figurar bajo otro nombre?

Annika hojeo al azar sus papeles. Encontro el nombre de la madre de Josefin. «Liljeberg Hed, Siv Barbro».

Вы читаете Studio Sex
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату