– ?Tu quien crees que lo hizo? -pregunto en voz baja.

Patricia no se inmuto.

– Un loco -dijo tranquila y decididamente-. Algun borracho que regresaba a casa despues de ir de copas. Ella estaba en el sitio erroneo en el momento equivocado.

El le dio la espalda de nuevo.

– ?Crees que ha sido uno de los clientes? -interrogo sin mirar.

Patricia sopeso la respuesta.

– ?Te refieres a uno de los peces gordos de ayer? No se. ?Tu que piensas?

– Seria un desastre para el club -respondio el.

Ella bajo la vista hasta sus manos mientras jugaba con el borde de su camiseta.

– La echo de menos -dijo ella.

Joachim se levanto y se acerco a ella, puso la mano en uno de sus hombros y le acaricio lentamente el brazo.

– Patricia -dijo carinosamente-. Comprendo que te encuentres mal. Yo tambien estoy hecho polvo.

Ella sintio un escalofrio de repulsion, se esforzo por no retroceder.

– Espero que la policia lo atrape -dijo ella.

Joachim la abrazo, y un sollozo sacudio su cuerpo robusto.

– ?Joder, joder, joder! -exclamo sofocado-. ?Por que cono esta muerta?

Comenzo a llorar. Patricia le paso cuidadosamente los brazos por la espalda y lo acuno levemente.

– ?Mi Jossa, mi angel!

Lloraba, sollozaba y moqueaba. Ella cerro los ojos y se obligo a permanecer quieta.

– Pobre Joachim -susurro-. Pobrecito…

La solto y fue al cuarto de bano, se sono y orino. Patricia se quedo azorada en el recibidor mientras oia como la orina salpicaba en el suelo y despues el tiraba de la cadena.

– ?Ha hablado la policia contigo? -pregunto al salir.

Ella asintio.

– Si, un rato, ayer. Hoy volveran a interrogarme.

La miro detenidamente.

– Esta bien -dijo el-. Tienen que encerrar a ese asqueroso. ?Que vas a decir?

Ella dio media vuelta, se fue a la cocina y se sirvio un vaso de agua.

– Depende de lo que pregunten. En realidad no se nada -respondio y bebio.

Joachim la siguio, se apoyo contra el marco de la puerta de la cocina.

– Nunca dire nada que perjudique a Jossie -dijo ella decidida.

El hombre parecia satisfecho.

– Ven aqui -dijo y le paso el brazo por los hombros.

La acompano a traves del recibidor al dormitorio y hasta el ropero de Josefin.

– Mira -mostro y paso la mano libre por los caros trajes de Jossie-. ?Quieres alguno? ?Quiza este?

Saco un vestido chillon de seda y lana rosa, hecho a medida con grandes botones dorados. Josefin lo adoraba. Pensaba que con el se parecia a la princesa Diana.

Patricia sintio que los ojos se le llenaban de lagrimas. Trago saliva.

– Pero Joachim, yo no puedo…

– Toma. Te lo regalo.

Ella comenzo a llorar. El la solto y sostuvo el vestido delante de ella.

– Tienes unas tetas pequenas, pero eso quiza tenga arreglo -dijo y esbozo una sonrisa.

Patricia dejo de llorar, bajo la vista y cogio la percha.

– Gracias -murmuro.

– Te lo puedes poner para el entierro -apunto el. Oyo como el se dirigia a la cocina, cogia algo de la nevera y abandonaba el piso.

Patricia permanecio en el dormitorio de Josefin como congelada en medio del calor.

El Konkurrenten habia hablado con el padre de Josefin. Lo cierto es que no habia dicho nada interesante, solo que no comprendia que hubiera muerto. Asi pues, este era un tema menos a tratar por su periodico.

– Nunca se sabe de donde sopla el viento -dijo Berit-. Si el Konkurrenten tiene mala suerte le caera encima un gran debate sobre etica periodistica.

– ?Por haberse acercado a los familiares? -pregunto Annika y continuo ojeando el articulo.

Berit asintio y bebio de una lata de Ramlosa limon.

– Tienes que ser muy cuidadosa al hacerlo -explico-. Unos quieren hablar, muchos no. No se les puede enganar para que hablen. ?Llamaste a los padres?

Annika abandono el periodico y lo nego con la cabeza.

– No me decidi a hacerlo. Me parecia tan desagradable…

– Esa no es una buena pauta a seguir -respondio Berit grave-. Solo porque a ti te parezca desagradable no tiene por que serlo para los demas. Los familiares se pueden sentir mas tranquilos al saber lo que el periodico escribe sobre el caso.

– ?Asi que te parece bien que los medios llamen a casa de los padres cuyos hijos han muerto?

Annika oyo lo agresiva que sonaba.

Berit echo un trago de su agua mineral y reflexiono.

– Bueno, cada caso es diferente. Lo unico de lo que se puede estar seguro es de que la gente reacciona de distintas maneras. No existe una regla universal. Hay que tener mucha delicadeza y sensibilidad para no herir a nadie.

– De todos modos, me alegro de no haberlos llamado -replico Annika, se levanto y fue a buscar un cafe.

Cuando regreso con la taza de plastico y la bebida humeante Berit ya se habia ido a su mesa.

Me pregunto si la habre ofendido, penso Annika. La vio, inclinada sobre un periodico al otro lado del mar de la redaccion. Levanto el auricular rapidamente y marco el numero interior de Berit.

– ?Te has enfadado? -pregunto y se encontro con la mirada de Berit.

Annika vio su risa y la oyo en el auricular.

– ?Que va! Eres tu misma quien debe encontrar lo que esta bien y lo que esta mal.

Llamaban por «Escalofrios», Annika cambio de auricular.

– ?Que me dais por una buena noticia? -pregunto una excitada voz masculina.

Annika aspiro en silencio y recito sus condiciones.

– Okey -respondio el hombre-. Ahora escucha. ?Estas escribiendo?

– Si, si -contesto Annika-. Habla de una vez.

– Conozco a un famoso de television que se viste de mujer y acude a obscenos clubes de alterne -dijo el hombre, y sono como si fuese a explotar.

Nombro a uno de los presentadores mas admirados y populares de Suecia. Annika se enfado sobremanera.

– ?Joder, que mierda de chisme! -exclamo Annika-. ?Crees que el Kvallspressen publicaria una patrana malintencionada como esta?

El hombre perdio el hilo al otro lado del auricular.

– Esto es un escandalo.

– ?Por Dios! -dijo Annika-. La gente puede hacer lo que le plazca. ?Y que te hace pensar que es cierto?

– Lo se de muy buena tinta -informo el hombre.

– Seguro -replico Annika-. Gracias por llamar.

Colgo.

El Konkurrenten tenia practicamente los mismos textos y fotografias que el Kvallspressen, pero Annika creia que en general los articulos del Konkurrenten eran algo peores. Por ejemplo, no tenian la fotografia de Josefin con la gorra de bachiller. Sus fotografias del lugar del crimen eran mas flojas, el texto mas plano, habian entrevistado a vecinos muy aburridos y tenian menos datos sobre el antiguo asesinato de Eva. No tenian al profesor ni a la amiga. El Kvallspressen, en cambio, publicaba cortas entrevistas con Charlotta, la amiga, y el rector Martin Larsson-Berg.

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