Sven comenzo a zarandearla, primero lentamente, luego cada vez con mas violencia.

– ?Que cono quieres decir? -grito-. ?Quieres decir que me dejas? ?A mi?

Annika lloraba, la cabeza golpeaba la puerta de la calle, intento zafarse.

– Sven -dijo ella-, Sven, escuchame…

– ?Por que cono te voy a escuchar? -grito el hombre-. ?Me has mentido durante todo el jodido verano! Dijiste que querias probar como era vivir en Estocolmo, pero nunca tuviste el mas minimo deseo de volver, ?verdad? ?Joder, como me has enganado!

Annika dejo de llorar de golpe, le miro fijamente a los ojos.

– Estas completamente en lo cierto -repuso ella-. Todo lo que quiero es liberarme de ti.

El la solto y la miro con desconfianza.

Annika se dio la vuelta, abrio la puerta de una patada y salio corriendo.

Diecinueve anos, once meses y veintianco dias

Ayer no me llego el llanto ni el panico horrorizado de cuando el ataque ha finalizado. El acaloramiento fue demasiado fuerte, aumento hasta que el rojo se convirtio en negro. Dicen que me salvo la vida. La respiracion boca a boca me devolvio el espiritu que sus manos se habian llevado. Aun no puedo hablar. Las heridas pueden ser cronicas. El dice que me atragante con un trozo de carne, y veo en los ojos de los medicos que no le creen. Pero nadie pregunta nada.

El llora sobre mi manta. Me ha sujetado la mano durante muchas horas. Se disculpa y ruega.

Si hago como el quiere y suprimo el ultimo obstaculo, borro lo que queda de mi personalidad, entonces no habra nada. Ha alcanzado su meta. Nada le impide dar el ultimo paso. Entonces el no hara regresar a mi espiritu otra vez.

El dice

que me matara

si le abandono.

Lunes, 10 de septiembre

El Hosjon brillaba como un zafiro helado a la luz del sol. Annika se dirigio lentamente hacia el lago con Whiskas pisandole los talones. El gato saltaba y bailaba entre sus pies, salvaje de felicidad. Se rio y lo cogio en brazos. El animal se restrego contra la punta de su barbilla, le chupo el cuello y ronroneo como una maquina trilladora.

– Eres el gato mas presumido del mundo, ?sabes? -dijo Annika y le rasco detras de la oreja.

Se sento en el embarcadero y observo el lago. El viento, ligero y calido, encrespaba la superficie centelleante. Annika miro detenidamente, vio las rocas grises emerger del agua y fusionarse con una pared verde oscuro de coniferas en la otra orilla. A lo lejos, donde el lago acababa y surgia el bosque espeso, vivia el Viejo-Gustav. Uno de estos dias pasaria a verle, hacia mucho tiempo desde la ultima vez.

El futuro estaba abierto como una acuarela sin pintar. Dependia de su propia eleccion llenarlo con motivos y color, elegir la fuerza y la intensidad.

Calido y rico, penso, sencillo y luminoso.

El gato se durmio ovillado en sus rodillas. Ella parpadeo, dejo que los dedos jugaran con la suave piel del animal, respiro profundamente y le embargo una intensa sensacion de felicidad. Asi deberia ser la vida, penso.

Su abuela grito algo desde la casita, Annika se enderezo, presto atencion. Whiskas se sobresalto y salto al embarcadero. La anciana coloco las manos formando un megafono.

– ?A desayunar!

Annika subio corriendo hacia la casa, el gato creyo que competian y salio disparado como un loco. Se escondio al acecho arriba sobre las escaleras y salto a sus pies. Annika pillo al gato jugueton, metio la nariz en su piel y le soplo en la panza.

– Eres un travieso, gatito.

La abuela habia puesto en la mesa leche cuajada y frambuesas del bosque, pan de centeno y queso. El aroma a cafe caliente perduraba en el aire. Annika se percato de lo hambrienta que estaba.

– No, al suelo -le dijo al gato que intentaba saltar a sus rodillas.

– Te va a echar de menos -dijo su abuela.

Annika suspiro.

– Vendre a visitaros a menudo -respondio.

La abuela sirvio el cafe en tazas pequenas.

– Quiero decirte que creo que haces lo correcto -apunto-. Apuesta por tu trabajo. Siempre he creido que ser responsable del propio sustento le llena a uno de dignidad y satisfaccion. No hay por que aguantar a un hombre represor.

Desayunaron en silencio, el sol brillaba sobre la mesa de la cocina y transformaba la superficie del hule en suave y calida.

– ?Hay muchos niscalos?

La abuela se rio entre dientes.

– Me preguntaba cuanto tardarias en preguntar. Hay muchisimos.

Annika se levanto corriendo.

– Me voy a buscar unos cuantos para el almuerzo.

Saco dos bolsas de plastico del cajon inferior de la comoda de la cocina y se apresuro hacia el bosque, Whiskas saltaba a su alrededor.

En la espesura tuvo que parpadear unos minutos antes de que las siluetas del musgo fueran visibles. Luego no creyo lo que veia, el suelo estaba repleto de niscalos marrones, crecian en grupos de cientos, quiza miles, al filo de la tala.

No le tomo ni una hora llenar las dos bolsas. Durante este tiempo Whiskas cazo dos ratones de bosque.

– ?Quien va a limpiar todo eso? -pregunto la abuela horrorizada.

Annika rio en alto y vacio el contenido de la primera bolsa sobre la mesa.

– Venga -animo, y como siempre tardaron mas tiempo en limpiar las setas que en recolectarlas.

Almorzaron pan frances frito y dos montanas de niscalos.

– Se me han terminado la leche, el pan y la mantequilla -anuncio la abuela despues de lavar los platos.

– Cogere la bicicleta e ire a comprar -replico Annika.

La anciana esbozo una sonrisa.

– Que buena eres.

Annika se peino y cogio su bolso.

– Ahora quedate con la abuela -le dijo al gato.

Whiskas no hizo caso a sus palabras y salto alegre hacia la verja.

– No -dijo Annika, cogio al gato y lo llevo en brazos a la casa-. Voy a ir en bicicleta por la carretera, te pueden atropellar. Ahora te quedas aqui.

El gato se revolvio y salio corriendo hacia el bosque, Annika suspiro.

– Encierralo en cuanto vuelva -le dijo a su abuela-. No quiero que corra por la carretera.

Se dirigio hacia la bicicleta moviendo los brazos. El sol iluminaba el paisaje claro y afilado. Desde lejos se veia relucir el cromo de la bicicleta, descansando junto a la verja.

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