sentir o comer. El traqueteo de los railes fue como un conjuro en su cerebro, Studio Sex, su culpa, Patri-ci-a, su culpa, enga-no, su culpa, su culpa, su culpa…

Se llevo las manos a los oidos y cerro los ojos.

El autobus estaba en la parada junto a la estacion, siempre era un pequeno consuelo. Partio hacia Halleforsnas unos minutos despues, paso por Mellosa y se detuvo junto al supermercado de la construccion de Flenmo.

Quiza sea la ultima vez que volver a casa sea asi, penso.

Se apeo como de costumbre, permanecio parada junto a Konsum y vio como el autobus desaparecia cuesta abajo hacia el quiosco de salchichas. No tenias fuerzas para ir a casa, no tenia animos para encontrarse con el piso abandonado. Despues de dudarlo un rato se decidio a ir a casa de su madre.

Seria una exageracion decir que su madre se alegro.

– Pasa -dijo-. Acabo de hacer cafe.

Annika se sento a la mesa de la cocina, todavia en un estado de verguenza aturdida.

– He encontrado una casa -anuncio su madre y saco una taza mas.

Annika simulo no oirla, miro hacia el techo de chapa de la fabrica.

– Porche y piscina -continuo su madre mas alto-. Ladrillo mexicano. Es grande, siete habitaciones. Sven y tu tambien tendreis sitio.

– No quiero vivir en Eskilstuna -replico Annika sin abandonar la vista.

– Esta en Svista, en las afueras. Hugelstaborg. Es una buena zona. Gente bien.

Annika parpadeo borrando la imagen frente a ella, cerro los ojos irritada.

– ?Para que quieres siete habitaciones?

Su madre detuvo sus labores, ofendida.

– Solo quiero tener sitio para vosotros, para ti y Sven y Birgitta. Y para los nietos, claro.

Annika se puso en pie, su madre parpadeo significativamente.

– Entonces tendras que confiar en Birgitta -repuso Annika-. No voy a tener hijos en mucho tiempo.

Se dirigio al fregadero, cogio un vaso del armario superior y lo lleno de agua del grifo. La siguio la mirada de su madre, ligeramente desaprobadora.

– ?Sven no tiene nada que decir a esto?

Annika se volvio.

– ?Que quieres decir?

Su madre irguio el cuello.

– Hay gente que piensa que tu pasas de el. Mudarte a Estocolmo asi, sin preguntarle.

Annika palidecio de rabia.

– ?Y tu que sabes? -espeto.

Su madre manipulo torpemente el paquete de cigarrillos, el celofan crujio, y cliqueo varias veces el encendedor antes de que el tabaco prendiera. Dio una calada profunda y tosio con fuerza.

– Tu no sabes nada de Sven y de mi -replico Annika mientras la mujer concluia de toser-. Crees que deberia haber dicho que no a esta oportunidad por el, ?eh? ?Mi carrera y mi trabajo tienen que depender de su jodido permiso? ?Es esa tu opinion? ?Eh?

Su madre tenia lagrimas en los ojos cuando recupero la respiracion.

– ?Huy, huy, huy! Tengo que dejar este veneno.

Intento sonreir, pero Annika no respondio a la sonrisa.

– Claro que deseo que apuestes por tu trabajo. Tienes mucho talento. Pero ahi arriba es muy duro, eso lo sabemos todos. Nadie te culpa de tu fracaso.

Annika se volvio y relleno el vaso una vez mas. Su madre se acerco y le acaricio torpemente el brazo.

– Annika -dijo-. No te enfades conmigo.

– No estoy enfadada -repuso Annika a media voz sin volverse.

Su madre dudo.

– A veces lo parece -contesto.

Annika giro, sus ojos estaban cansados cuando miro a su madre.

– No comprendo por que siempre piensas en mudarte a una casa cara en Eskilstuna. ?No tienes dinero! ?Y donde vas a trabajar? ?Vas a venir a trabajar todos los dias aqui a Konsum?

Ahora le toco a la madre darse la vuelta.

– En Eskilstuna hay mucho trabajo -dijo ofendida-. Las cajeras honradas y cuidadosas no crecen en los arboles.

– Pero ?por que no empiezas por eso? ?Busca trabajo! Lo erroneo es comenzar por la casa millonaria, ?no lo entiendes?

La mujer le dio unas profundas caladas al cigarrillo.

– No me respetas -dijo.

– ?Claro que si! -exclamo Annika, y agito los brazos-. ?Dios mio, tu eres mi madre! Lo unico que quiero es que tengas los pies en la tierra. Si quieres vivir en una casa, ?por que no comprarla en Halleforsnas? ?Aqui no cuestan tanto! Hoy he visto un cartel de «Se vende» arriba en Flensvagen, ?has preguntado cuanto piden por ella?

– Finlandeses -repuso la madre, desdenosa.

– Ahora dices tonterias -dijo Annika.

– Y tu -le espeto su madre-. Tu no quieres vivir aqui. Tu solo quieres vivir en Estocolmo.

Annika agito los brazos.

– ?No es porque no me guste Halleforsnas! Adoro este pueblo. Pero el trabajo que deseo no esta aqui.

Su madre apago el cigarrillo en la aguachirle. Sus mejillas brillaban, la rabia habia formado circulos rojos alrededor de sus ojos. La voz le temblaba.

– No quiero vivir en una vieja casucha en aquel agujero, ?no lo entiendes? Antes prefiero seguir viviendo aqui, en este piso.

– ?Pues hazlo! -exclamo Annika, cogio su bolso y salio por la puerta.

Se monto en su bicicleta y fue cuesta abajo hacia la casa de Sven. No era buena idea aplazarlo mas tiempo. El vivia en las viejas caballerizas propiedad de la aceria, un edificio que habia sido majestuoso y de categoria pero que en la actualidad formaba parte del abandonado final de Tattarbacken.

Estaba en casa, sentado en el sofa, bebiendo unas cervezas y viendo un partido de futbol por la television.

– ?Carino! -exclamo, se levanto y la abrazo-. No sabes lo feliz que me hace verte por casa.

Ella se aparto cuidadosamente de su abrazo, el corazon le retumbaba, las piernas le temblaban.

– He venido a hacer las maletas, Sven -dijo ella, con voz tremula.

El sonrio.

– Si, yo tambien quiero que vivamos juntos.

Ella se atosigo e intento respirar, a punto de romper a llorar.

– Sven -dijo-, me han dado un trabajo en Estocolmo. En el Kvallspressen, quieren que vuelva a trabajar con ellos. Comienzo en noviembre.

Ella sostenia con las manos atenazadas el asa del bolso, aun con los zapatos puestos.

Sven agito la cabeza.

– Pero no puedes -dijo el-. No puedes coger el tren cada dia, ?no lo entiendes?

Annika cerro los ojos y sintio como llegaban las lagrimas.

– Me voy -apunto-. Para siempre. He dejado el piso y el trabajo en el KK.

Al mismo tiempo comenzo a retroceder instintivamente hacia la puerta.

– ?Que cono dices?

Sven se dirigio hacia ella.

– Lo siento -lloro-. Nunca quise hacerte dano. Te he querido de verdad.

– ?Dejarme? -dijo el sofocado y la agarro de los brazos.

Ella dejo caer la cabeza hacia atras y cerro los ojos, las lagrimas le corrian por el rostro y el cuello.

– Tiene que ser asi -dijo ella sin aliento-. Tu te mereces a alguien que te quiera mas. Yo ya no puedo hacerlo.

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