Me empuja un deseo de entender. Comprendo que busco explicaciones y coherencia en donde quiza no la haya. ?Que se yo en realidad sobre la condicion del amor?
En realidad el no es malo. Solo vulnerable, pequeno y bruto, marcado por su infancia. No hay nada que indique que su impotencia tenga que expresarse siempre de la misma manera. Cuando madure dejara de pegarme. Mi maldita desconfianza me clava la picota en el estomago: le he juzgado demasiado a la ligera. Mis propios cambios los considero obvios, sin embargo, ignoro los suyos por completo.
No obstante, el frio ha construido un gran nido en mi pecho.
Sabado, 8 de septiembre
Le resulta extrano subir de nuevo en el ascensor. Recordo la ultima vez que habia estado alli, entonces penso que seria la ultima.
Nada es para siempre, penso. Todo es un eterno retorno.
La redaccion estaba iluminada, en silencio y casi vacia, justo como a ella le gustaba. Ingvar Johansson estaba sentado de espaldas y hablaba por telefono. No la vio.
Anders Schyman estaba sentado detras de su mesa en la pecera.
– Pasa -dijo y senalo un sofa de cuero rojo burdeos que habia reemplazado al otro apestoso. Annika cerro la puerta tras de si, miro hacia la redaccion a traves de las cortinas gastadas. Le resultaba extrano que todo continuara exactamente igual que cuando se marcho, como si ella nunca hubiera existido.
– Tienes buena cara -dijo.
Joder, que lata, penso Annika.
– Antes no estaba tan demacrada -repuso y se sento en el sofa. El relleno era duro, el cuero frio.
– ?Que tal por el Caucaso? -pregunto el.
Annika no le comprendio, se mordio los labios.
– Ibas a ir alli -aclaro Schyman.
– No habia billetes -informo Annika-. En cambio, fui a Turquia.
El director del periodico esbozo una sonrisa.
– ?Que suerte! -dijo-. Alli abajo se esta armando una guerra. Al parecer, el ejercito se ha movilizado.
Annika asintio.
– Las tropas gubernamentales han conseguido armas.
Permanecieron sentados un momento en silencio.
– ?Que te traes entre manos? -pregunto Schyman.
Annika tomo aliento.
– Aun no lo he escrito, porque no tengo ordenador. Pensaba contartelo para que me dieras tu parecer.
– Adelante -dijo el director.
Annika saco sus fotocopias del bolso.
– Es sobre el asesinato de Josefin Liljeberg y el ministro sospechoso -indico ella.
Anders Schyman espero en silencio.
– El ministro es inocente del asesinato -relato ella-. La policia lo considera policialmente resuelto. Fue el novio, Joachim, el dueno del puticlub. No lo pueden detener, ya que tiene seis testigos que corroboran su coartada. No se les puede acusar o juzgar a todos por falso testimonio, pero la policia esta segura de que mienten.
Annika callo y hojeo sus papeles.
– ?Entonces nadie sera condenado por el asesinato? -pregunto Schyman lentamente.
– No -repuso Annika-. Continuara sin resolver a no ser que los que confirman la coartada se desmoronen. El delito prescribe dentro de veinticinco anos.
Ella se puso de pie y coloco dos facturas sobre la mesa del director del periodico.
– Mira -indico ella-. Esta es la factura de Studio Sex de la noche del 27 al 28 de julio. Siete personas pagaron 55.600 coronas por entretenimiento y refrescos. Josefin cobro la cuenta, se puede ver en este codigo, y se pago con una tarjeta del Diners Club a nombre de Christer Lundgren. Mira la firma.
Anders Schyman cogio la fotocopia y la estudio.
– Es ilegible -dijo el.
– Si -repuso Annika-. Mira esta otra.
Annika le alargo la factura del viaje a Tallin.
– Christer Lundgren -leyo Schyman y levanto la vista hacia Annika-. ?Son firmas de dos personas distintas!
Annika asintio y se lamio los labios. Tenia la boca seca y echo de menos un vaso de agua.
– El ministro de Comercio Exterior nunca estuvo en el puticlub -anuncio ella-. Creo que la factura de Studio Sex la firmo el secretario de Estado del ministro.
Anders Schyman cogio la primera factura y la coloco cerca de sus gafas.
– Si -replico el-. Es posible.
– Christer Lundgren estuvo esa noche en Tallin -senalo Annika-. Volo con Estonian Air a las 20.00 la noche del 27 de julio, se puede comprobar en esta factura. Alli se reunio con una o varias personas y regreso en un vuelo privado esa misma madrugada.
El director del periodico cambio de papel.
– ?Hay que ver! -exclamo sorprendido-. ?Y que hizo alli?
Annika tomo un ligero aliento.
– La reunion era muy secreta -respondio Annika-. Estaba relacionada con la exportacion de armamento. No quiso entregar los recibos en su propio ministerio para que no los localizaran. Los envio a la Inspeccion de Productos Estrategicos.
Anders Schyman levanto la vista y la observo.
– ?La autoridad que controla la exportacion de armamento sueco?
Annika asintio.
– ?Estas segura?
Ella senalo en silencio el comprobante.
– Vaya. -El director dio un respingo-. ?Por que?
– Solo se me ocurre una razon -repuso Annika-. La exportacion no estaba en regla.
Anders Schyman fruncio el entrecejo.
– Suena descabellado. ?Por que realizaria el Gobierno un negocio de armas dudoso?
Annika se enderezo y trago saliva.
– Creo que no tuvieron mas remedio -dijo ella en silencio.
Schyman se recosto en su silla.
– Ahora la historia flojea por alguna parte -replico el.
– Lo se -contesto Annika obstinada-, pero los hechos se sostienen. Christer Lundgren fue a Tallin esa noche e hizo algo tan controvertido que prefirio pasar por sospechoso de asesinato y dimitir que contar lo que paso. Asi estan las cosas. Es un hecho. ?Y que podria ser mas jodido que eso?
Ella se levanto gesticulando. Anders Schyman la observo interesado.
– Me parece que tienes una teoria -apunto divertido.
– IB -indico Annika-. Una copia del archivo internacional llego al Alto Estado Mayor el 17 de julio de este ano, venia del extranjero en valija diplomatica. Era una senal al gobierno: Haced lo que pedimos, si no llegara el resto.