Cogio su bolso y saco la copia de la cuenta del hombre de TV. Era una fotocopia de segunda generacion, la habia sacado de una fotocopia de la copia original, en la oficina de correos de Hantverkargatan.

– Pago por dos chicas y se paso mas de una hora en una sala privada con ellas. A la salida compro tres peliculas con animales. Aqui tienes la noticia, pago con la tarjeta de credito de Sveriges Television.

Schyman emitio un silbido.

– Vaya, vaya -exclamo-. Aqui tenemos algo sencillo y cristalino: famoso de la TV se va de putas con el dinero de las dietas.

Annika sonrio cansada.

– Me alegra poder contribuir en algo -repuso con ironia.

– ?Por que no lo escribes tu misma? -pregunto Schyman.

– No quieras saberlo -replico ella.

– Pero desearas algo a cambio, ?que quieres?

Annika miro hacia la redaccion desierta, banada ligeramente por el sol de otono.

– Un trabajo -susurro ella.

Schyman se encamino hacia su mesa y hojeo un archivador.

– Correctora de textos en el equipo nocturno de Jansson a partir de noviembre -dijo el-, suplencia por baja de maternidad, ?que te parece?

Annika pestaneo para contener una lagrima sin que se notara.

– Perfecto, lo tomo -repuso.

– Es una suplencia de medio ano, asi que habra que negociarla -anuncio el director-. El horario de trabajo es horrible. Comienzas a las 22 y trabajas hasta las 6, cuatro dias de trabajo, cuatro libres. Tendras que esperar el anuncio oficial, pero esta vez no me rendire. Esta suplencia es tuya. ?De acuerdo?

El se levanto y le alargo la mano. Ella se puso de pie y la cogio, avergonzada de su mano fria y humeda.

– Me alegro de que hayas vuelto -dijo Schyman y esbozo una sonrisa.

– Una cosa mas -dijo Annika-. ?Te acuerdas de que en Studio sex dijeron que encontraron la factura del puticlub en AA. EE.?

Schyman parpadeo, penso y cabeceo.

– No lo recuerdo.

– Yo estoy segura -senalo Annika-. Pero la factura no se encontraba alli, sino que estaba en el Ministerio de Industria. ?Que crees que significa eso?

Schyman la observo detenidamente.

– Seguramente lo mismo que tu -repuso el-. Ellos no encontraron la factura.

Annika esbozo una sonrisa.

– Exacto.

– Algun cabildero se la proporciono -constato Schyman-. Se la «plantaron».

– Ironico, ?no? -replico Annika y salio de la jaula.

La lluvia se dejaba caer desde algun lugar justo por encima de las copas de los arboles, el viento era frio. Se levanto el cuello del abrigo y se dirigio hacia Fridhemsplan. Sentia una tranquilidad interior grande y calida, podria formar parte del periodico. La correccion de textos no era de lo mas emocionante, pero, sin embargo, le parecia un primer premio. Estaria sentada en una esquina de la redaccion y revisaria los articulos de los demas, corregiria los errores gramaticales, acortaria cuando fuera necesario, anadiria si faltaba algo. Escribiria el texto de los pies de foto y pequenos recuadros con datos, ayudaria en las propuestas de titulares y en aclarar conceptos.

No se hacia ninguna ilusion de por que Schyman le habia ofrecido aquel trabajo. En el periodico nadie lo queria, siempre se veian obligados a coger a alguien de fuera. A pesar de que el trabajo era muy significativo para el resultado final de la edicion era considerado como un trabajo de mierda. Ningun «careto», nada de glamour, y ninguna posibilidad de brillar en el cafe despues de terminar la jornada. Ningun factor de reconocimiento.

Nunca han jugado juegos de azar en una casa de putas, penso Annika.

El viento se volvio mas frio al llegar a Vasterbron. Camino lentamente, lleno los pulmones de aire, lo retuvo un momento. Cerro los ojos encarando la brisa y dejo que el cabello volara libremente.

Noviembre, penso. Quedaban casi dos meses. Libertad para pensar y recargar las pilas. Limpiar el piso de Halleforsnas antes de entregarlo. Ir al Museo Moderno, ver el musical de Oscars. Visitar a la abuela, jugar con Whiskas.

De pronto echo de menos a su gato. No podria tenerlo en la ciudad, tendria que quedarse con la abuela.

Y tenia que acabar con Sven.

Ahi estaba. Ahora salia. Aquel era el pensamiento que habia aplazado durante todo el verano. Temblo en medio del viento, se ajusto la chaqueta. El verano habia acabado definitivamente, era hora de sacar la ropa de otono.

Siguio caminando por Drottningholmsvagen, pateando las humedas hojas que empezaban a amontonarse en las aceras. No fue hasta que estuvo justo al lado del parque cuando levanto la vista hacia el follaje.

La vegetacion se cernia sobre Kronoberg como una masa atractiva y putrefacta.

Subio lentamente hacia el cementerio, la humedad hacia que el hierro reluciera. El aire estaba quieto, el viento no tenia fuerzas para llegar a la acera. El sonido de la ciudad se amortiguaba y discurria a lo lejos, absorbido por el verdor mortecino.

Annika se detuvo a la entrada, coloco la mano sobre el candado, cerro los ojos. Pudo recordar inmediatamente el brillo del verano, el calor y el mareo el dia en que Josefin yacia ahi dentro desparramada entre las tumbas, el juego del sol sobre el granito, el temblor del suelo al pasar el metro.

Que absurdo era todo, penso. ?Para que vivio Josefin Liljeberg? ?Por que nacio, por que aprendio a leer, a escribir, por que se preocupo por los cambios que experimento su bonito cuerpo? ?Para que?, ?solo para morir?

Tiene que haber algun significado, penso Annika. Tenia que haber un fin oculto en todo. ?Si no, como podriamos aguantar?

– Hola, ?que haces por aqui?

Annika suspiro.

– Hola, Daniella -respondio-. ?Como estas?

– Bien, muy bien -dijo Daniella Hermansson-. Hemos estado en el parque pero ha empezado a hacer frio. Skruttis ya tiene plaza en la guarderia. Empieza el lunes. Estamos un poco nerviosos, Skruttis y yo, ?verdad, Skruttis?

El bebe miro enfadado desde el cochecito.

– ?Quieres subir a tomar una taza de cafe? Skruttis tiene que comer, nosotras podemos hablar de cosas de mujeres.

Annika recordo horrorizada el tibio cafe de Daniella.

– Otro dia -replico y esbozo una sonrisa-. Tengo que ir a casa.

Daniella miro rapidamente a su alrededor y se acerco entranablemente a Annika.

– Oye, tu que trabajas en la prensa -dijo en un susurro teatral-. ?Llegaron a pillar a ese tipo?

– ?Al que asesino a Josefin? No, no lo hicieron.

Daniella suspiro.

– Es horrible que ande suelto.

– La policia sabe quien es -relato Annika-. Lo acabaran atrapando, por otra cosa. Lo meteran en prision.

Daniella Hermansson respiro.

– ?Dios mio, es bueno saberlo! Si, nosotros nunca creimos que fuera Christer.

– Tampoco tu vecina, la mujer del perro.

Daniella rio, una risita nerviosa e iniciada.

– Mira -dijo-, no se lo digas a nadie, pero Elna encontro el cuerpo a las cinco de la manana.

Annika se quedo de piedra, tuvo que esforzarse para parecer amable.

– ?Si? -inquirio-. ?Y eso?

– El perro de la senora, ?lo has visto, Jesper? Precioso, ?verdad? Bueno, el perro entro corriendo y mordio a la chica, la tia Elna se desespero. No se atrevio a llamar a la policia, creia que

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