– ?Es que le interesa saber que hago aqui? -pregunte, dispuesto a mostrarme cooperador-. Se lo puedo decir en seguida. No es preciso que vayamos a la comisaria.

Me miro como dudando entre recurrir a la autoridad o aportar unas razones. En cualquier caso, no se veia nada dispuesto a aceptar sugerencias de aquel genero.

– Estamos en el departamento de urgencias de un hospital y esta gente quiere que nos quitemos de en medio y que les dejemos hacer su trabajo.

Asi pues, nos dirigimos en convoy a la comisaria, ya en la cual aparque el coche detras de su Triumph y lo segui al interior. Para hacer justicia a la policia, consignare que me sirvieron una taza de cafe en un recipiente de carton y que despues me condujeron hasta un banco donde poder sentarme, situado delante de un tablon de anuncios. Aunque pueda parecer un tanto cinico, interprete que aquello significaba que iba para largo y debo decir que no andaba errado, porque me pase una hora y veinte minutos delante del susodicho tablon. En el momento de pedirme que pasara, estaba en condiciones de aprobar un examen tanto sobre la fiebre aftosa como sobre el escarabajo de la patata.

El inspector Voss se habia quitado la chaqueta y parecia preparado para despacharse el solo a los All Blacks de Twickenham. Desde el angulo en el que estaba situada mi silla frente a la mesa de su despacho, lo veia con todo el cuerpo proyectado hacia adelante, los hombros a la altura de las orejas. Era un alivio para mi tener detras, en una esquina, a un agente vestido de uniforme, pese a que lo mismo hubiera podido interpretarlo como una mala senal.

Estaba en lo cierto con respecto a su postura de agresividad. El hombre se estreno con una acusacion y no me pidio disculpas por haberme hecho esperar todo aquel tiempo. Se limito a decirme:

– He sabido unas cuantas cosas acerca de usted, doctor Sinclair.

– Supongo que a traves de Harry Ashenfelter.

El policia se puso tenso y, durante un brevisimo espacio de tiempo, se echo para atras.

– Me refiero a que debe de haberle dado mi nombre.

– Esta usted en el Departamento de Investigacion Criminal, amigo mio. Somos perfectamente capaces de averiguar el nombre de una persona -dijo, no sin cierta ironia.

– ?Preguntandoselo a Harry Ashenfelter?

Avanzo la mandibula hacia mi con aire provocador.

– ?Cuanto tiempo hace que conoce a Mr. Ashenfelter?

– Nos conocimos hace veintiun anos, cuando el era un soldado americano con base en Shepton Mallet.

– ?Y cuando volvieron a verse desde entonces?

Vacile. Aunque solo fuera para reducir el interrogatorio a un minimo, no queria sacar a relucir toda la historia, pese a ignorar que cosas habia podido contarle Harry.

– El pasado domingo por la tarde, fui a visitarle a el y a su esposa. Fue la primera vez despues de la guerra. Su hijastra Alice habia ido a mi casa y yo la ayude a localizar a Harry en Bath.

– ?Una reunion de familia, en ese caso?

– En cierto modo.

– ?Asi que Alice es amiga suya?

Esquive el golpe:

– Vino a verme a la universidad donde yo trabajo… la de Reading… y se dio a conocer.

– ?Por que no fue ella directamente a Bath?

– No tenia la direccion.

Voss torcio la boca con gesto incredulo.

– ?Como? ?No tenia la direccion de su padrastro?

– Parece que el habia abandonado a su madre hacia varios anos y que habian perdido contacto.

– Lo que quiere decir que Alice conocio a la senora Ashenfelter, la senora que ha muerto en el incendio, la tarde del domingo pasado, ?no es asi?

– Asi es.

Mientras hablabamos, habia cogido un lapiz y trazado un grueso circulo asimetrico en la cubierta del bloc de notas que tenia sobre la mesa. Despues levanto el lapiz del papel y asesto con el un fuerte golpe en el centro del circulo.

– Ahora vamos a hablar de usted. Usted ya conocia a Sally Ashenfelter -dijo en el tono de la persona enterada de lo que dice.

– Si, la habia conocido siendo nino.

– ?De cuantos anos?

– Nueve.

– ?En que circunstancias?

– Durante la guerra. Yo estaba refugiado en su pueblo y ella trabajaba en la granja donde yo vivia.

– ?Y como encaja Harry Ashenfelter en el cuadro?

– El habia estado en esa misma granja en calidad de visitante y habia ayudado durante la recoleccion. Era un soldado americano.

Voss aproximo algo mas su rostro al mio como para hacer hincapie en lo que iba a decir:

– El amigo del soldado americano que asesino a Clifford Morton.

Si se trataba de un golpe para tocarme la moral, habia fallado el tiro. Despues de todo, era un policia. El hombre habria sido un incompetente acabado de no haber establecido aquella conexion. Me limite a hacer un gesto afirmativo y a devolverle la mirada.

Entonces, como si me estuviera acusando de algo, dijo:

– Usted era el nino que presto declaracion en el curso del proceso.

– Si, hice una declaracion sin juramento.

– Y al cabo de veinte anos vuelve a Somerset, acompanado de Alice Ashenfelter, a molestar a la gente con un monton de preguntas acerca del caso.

– ?Y por que tiene que molestarse la gente? -pregunte.

A modo de respuesta, me regalo con una evocacion nostalgica, servida gratuitamente.

– Matt Judd fue la persona que se ocupo del caso. Yo aprendi mi profesion a su lado. Para mi era como Dios.

Recordando al inspector Judd, hice el siguiente comentario:

– Si, a mi me infundio un divino temor.

Voss junto las manos en gesto reverente, con los dedos entrelazados.

– El tipo mas agudo que ha producido el pais.

– Siempre dispuesto a hincar el diente en alguien.

La expresion nostalgica se torno cenuda.

– No olvide donde se encuentra.

Tras mirar el reloj aparatosamente, le espete:

– No es probable.

Entonces, dedicandome una mirada llena de gravedad, me advirtio:

– Por lo que veo, no parece darse cuenta de lo serio que es todo esto y, por tanto, creo que lo mejor sera que le exponga los hechos. Se trata del incendio de Crescent. Tal como ha ocurrido, es posible que usted se figure que se trata del caso tipico de una mujer bebida que arroja una colilla encendida en una papelera debido a lo cual provoca el incendio de toda la casa. Pero la cosa no es asi de sencilla. Los bomberos han encontrado a Sally Ashenfelter tendida en la sala de estar donde se inicio el incendio. ?Restos de colillas y de bebidas fuertes? Si, evidentemente. ?El incendio comenzo en la papelera? Si, en efecto. Pero alrededor de esta papelera habia un monton de cosas, doctor Sinclair, cosas inflamables, como mobiliario, revistas, ornamentos africanos tallados en ebano, una caja de puros…

– ?Quiere decir que el incendio fue provocado? -le interrumpi.

– Quiero decir que es un asesinato -dijo Voss, observandome interesado, como si esperara acorralarme con la frase.

No hay que olvidar que habia aprendido bien el oficio gracias a las lecciones del inspector Judd.

Mientras mis pensamientos iban recorriendo las posibles implicaciones, dije automaticamente:

– ?De veras?

Вы читаете Sidra Sangrienta
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×