adopte una expresion meditabunda, al tiempo que me frotaba pensativamente la cabeza. Por fin, le solte:

– Tal vez no tenga ninguna importancia, pero cuando telefonee a Sally para acordar la entrevista, me dijo que no podia verse conmigo por la manana porque tenia una visita.

El hombre cazo mis palabras al vuelo.

– ?Esperaba a alguien? ?A quien?

– No me lo dijo.

– ?Un hombre?

– No tengo la mas minima idea. Todo lo que me dijo fue que esperaba una visita y que no podia posponerla.

Se levanto de su asiento y empezo a moverse por la habitacion recorriendola de un lado a otro, al tiempo que con el puno de la mano derecha golpeaba la palma de la izquierda.

– Conque un visitante… Su marido no dijo nada de ningun visitante.

– Quiza no estaba enterado.

Aquella frase indujo a Voss a golpearse la nuca con la mano.

– Un visitante secreto. Una persona acerca de la cual su marido estaba en la higuera. ?Quien puede ser? ?Un amante?

Iba animandose por momentos, pero de pronto se llevo la mano a la frente.

– ?Y por que iba a querer matarla un amante?

Yo lo escuchaba con aire aburrido hasta que, finalmente, eche una ojeada al reloj.

– Es de lo mas revelador -dijo Voss-. ?Vaya que si! Esto es de lo mas revelador…

Me aclare la voz.

– ?Ha terminado conmigo?

Voss me contemplo con aire abstraido.

– ?Terminado? De momento, si. ?Tenemos su direccion?

– Se la he dado al sargento de recepcion.

– De acuerdo, pues.

E hizo un gesto de despedida.

Yo, por mi parte, sali sin decirle adios.

20

Tension.

Habia querido ignorarlo, volverle la espalda, afrontarlo a medias, reirme en su cara, desafiarlo, contestarlo, pero seguia cerrandose sobre mi, sin que nada pudiera detenerlo. Por fin, me habia atrapado.

Necesitaba el arma.

Al salir de Bath, conduje con rapidez a lo largo de las carreteras de Wiltshire, con las luces largas para escudrinar la niebla del atardecer y el limpiaparabrisas funcionando intermitentemente. Estuve todo el tiempo mirando a traves del retrovisor, porque abrigaba la sospecha de que me estaban siguiendo. Durante todo el rato tuve constantemente detras de mi un par de faros, situados a unos cincuenta metros, cualquiera que fuera la velocidad a la que condujese y pese a que a ratos lo hacia con gran lentitud.

?Era victima de mi propia imaginacion?

No. La amenaza de persecucion era real. Me habia hecho sospechoso de asesinato, doblemente sospechoso. La primera que me habia senalado con el dedo habia sido Alice. El inspector Voss habia venido en segundo lugar.

Posiblemente usted pensara que habia reaccionado de forma exagerada cuando Alice me acuso de haber disparado contra Cliff Morton en 1943, puesto que aquello era demasiado absurdo para ser tomado en serio. Sin embargo, en aquellos ultimos cinco dias habia conocido suficientemente a aquella muchachita para saber que se trataba de un ser peligroso y que no era de las que se guardan las cosas para su uso particular. Apostaba cualquier cosa a que ahora ya habria ido con el cuento de sus sospechas a Digby Watmore. Con la prensa pisandome los talones, por no hablar ademas de la policia, ?que oportunidad me quedaba?

Me habian colgado dos crimenes. No habia que hacer otra cosa que juntarlos y el News on Sunday tendria su dia de gala. Aquello me daria derecho a ingresar en el mismo club de Heath y Christie.

Asi que entraba en un tramo iluminado, reducia la velocidad para tratar de identificar el coche que tenia tras de mi. Era dificil, porque mantenia una cierta distancia con mi coche y la niebla persistio hasta Berkshire, si bien poco a poco fui descubriendo ciertos detalles. Era un gran coche, negro, amplio, de linea baja, posiblemente un Jaguar, conducido por un hombre y sin ningun acompanante.

Al llegar a Thatcham, me detuve para poner gasolina. Mientras la chica desenroscaba el tapon, baje rapidamente para enterarme de que decia mi fiel seguidor. No pude ver a nadie. Sin embargo, a los dos minutos, ya de nuevo en la carretera, pude comprobar a traves del espejo que volvia a tenerlo a mis espaldas.

Ya en territorio familiar, donde la A340 desvia uno de sus brazos hacia la izquierda para dirigirse a Pangbourne, trate de despistarlo girando bruscamente a la izquierda y remontando un breve tramo de la carretera que conduce a Englefield Park y a continuacion nuevamente a la izquierda, bordeando el lago, para regresar a continuacion a la A4. Me parece que me perdio en el primer viraje.

Espolee mis pensamientos y los lance a una febril actividad. Habia acordado con Danny Leftwich que recogeria el Colt 45 en el campo de tiro el miercoles por la manana, pero me daba cuenta de que no podria esperar tanto tiempo. Estaba seguro de que ya habria terminado de limpiarlo. Asi es que, despues de Reading, enfile la A4, casi en Sonning, y a continuacion me desvie hacia la derecha para localizar la cabana del siglo xvi en la que habitaba Danny, junto a la pista de golf. El invierno anterior habia jugado varias veces al bridge en aquel sitio.

Lo primero que descubri con las luces fue la joroba de su Volkswagen que asomaba por encima de la cerca de piedra. Y a continuacion, la estructura cachigorda de su cabana, con la techumbre de balago. El humo, que subia en espiral hacia el cielo negro desde una de las chimeneas, me levanto el animo; el interior, totalmente a oscuras, en cambio, me desanimo profundamente. Me detuve junto al muro, segui el camino serpenteante que discurria entre matas de alhucema, empapadas de agua, hasta la puerta de entrada, pulse el timbre, escuche dos notas y me quede a la espera, lleno de esperanza. Oi ladrar a un perro. Nada mas.

De nada iba a servir volver a llamar. Entre las notas del timbre y el ladrido del perro, la mayor parte de la poblacion de Sonning debia haberse enterado de que Danny Leftwich tenia visita. Tenia que haber adivinado que un hombre de las energias de Danny no era probable que se pasase las noches metido en casa delante del televisor. Al echar una mirada al exterior de la casa, descubri un garaje de ladrillo, o quiza un taller, situado al extremo del jardin.

Algo era evidente, que el hombre no dedicaba demasiadas energias al jardin. Fue toda una hazana encontrar un camino entre la hierba, que crecia sin mesura. Pero el esfuerzo valio la pena porque, al golpear ligeramente la puerta, al momento se dejo oir la voz de Danny:

– ?Quien es?

Se lo dije.

– Un momento, Theo. En seguida estoy contigo -exclamo.

Espere mas de un minuto, despues del cual se abrio la puerta y percibi una vaharada fugaz de productos quimicos que me hizo comprender por que habia sido necesaria la espera. Aquel edificio estaba dedicado a camara oscura para trabajos fotograficos. Me fue preciso agachar la cabeza para no tocar con ella toda una serie de fotografias humedas, colgadas de hilos de plastico.

– No esta mal, ?verdad? -me dijo al ver que yo las miraba.

Eran desnudos. Un desnudo, para ser mas exacto, una ampliacion en blanco y negro, de la que habia hecho diez copias; una muchacha ligeramente inclinada hacia adelante, con la cabeza vuelta para mirar a la camara por encima del hombro, como en una carrera de relevos, pero con el trasero demasiado voluminoso para tratarse de un corredor y con una expresion en la que los labios fruncidos dejaban entender que no era un caramelo chupon lo que estaba esperando.

– Una verdadera novedad en el terreno de las industrias caseras… -le comente.

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