– Es algo que esta todavia por confirmar, pero lo visto hasta aqui parece indicarlo.

– ?No podria ser que ella misma hubiera hecho un monton con todas estas cosas?

– ?Un suicidio? -dijo mientras movia negativamente la cabeza-. Se habia atiborrado de vodka. Estaba que no se tenia en pie.

Dirigiendose al agente, apostado en una esquina del cuarto, le pregunto:

– ?Sabe usted de alguien que se haya quitado la vida en estas condiciones?

No volvi la cabeza para enterarme de la respuesta.

Voss cogio el lapiz de nuevo y, pinchando el aire con el, fue puntuando sus palabras siguientes:

– ?Que le parece la otra posibilidad? Una persona visita a la senora y, sabiendo que se trata de una alcoholica, le da a beber vodka hasta que la mujer pierde el mundo de vista. A continuacion prepara una hoguera con el mobiliario, echa una colilla en la papelera y se va por donde ha venido. ?Que le parece como hipotesis?

– A mi no me pregunte. El detective es usted -le dije.

Cerro la mano y el lapiz emitio un chasquido.

Crei por un momento que iba a saltar por encima de la mesa y que iba a agarrarme con las manos, pero se limito a respirar profundamente y, en un alarde de contencion que lo llevo hasta el limite de su resistencia, dijo:

– Perfectamente, amigo mio. Voy a hacerle otra pregunta entonces: ?que hacia usted en Bath?

– Pues esperar practicamente todo el tiempo en The Pump Room. Tenia que encontrarme con Sally Ashenfelter a las tres.

– ?Otra vez? ?No me ha dicho que la habia visto el domingo?

– Si, pero poco rato. Se encontraba, ejem… se encontraba indispuesta antes de que terminara la visita.

– ?Fuera de combate?

– Una perfecta definicion de su estado -admiti.

– ?Asi usted sabia que Sally bebia?

La imagen del jugador de rugby encajaba perfectamente con Voss, porque era todo intimidacion y amenazas.

– Supongo que medio Somerset lo sabia -dije devolviendole la pelota-. Los alcoholicos no se distinguen por su discrecion.

Y a continuacion, ya con mas agallas, dije:

– No me habria quedado hora y media esperando en The Pump Room de haber sabido que se habia pasado la manana dedicada a la botella.

Pero Voss no parecio impresionarse demasiado con mi explicacion.

– ?A que hora ha llegado a Bath?

– Alrededor de las dos y media.

– ?Donde se encontraba a la una y media?

– En la carretera, despues de salir de Reading.

– ?Se ha parado en algun sitio? ?A poner gasolina? ?A tomar algo?

– No. He venido directamente.

– ?Y antes de esa hora? ?Donde estaba?

En casa, preparando una clase.

Voss se repantigo en la silla y me contemplo con mirada despaciosa y especulativa.

– Tenemos que hacer honor a su palabra, ?no es verdad? El fuego comenzo entre la una y las dos, cuando, segun usted, se encontraba en la carretera.

La desconfianza con que pronuncio la palabra «segun» era una autentica provocacion.

Pero yo me negue a darme por aludido.

Asi que se percato de manera absoluta de que yo no tenia la mas minima intencion de anadir nada a lo dicho, continuo:

– Lo mejor que podria hacer seria decirme que habia tras este encuentro con la senora Ashenfelter.

La cosa se ponia delicada. Estaba claro que no le encantaba precisamente oir que se expresaban dudas con respecto al caso mas resonante de su idolo Judd.

– Le aseguro, inspector, que el asunto no tiene nada de siniestro. Simplemente, considere que valdria la pena volver a hablar con ella porque, antes de que empezara con los vodkas, el domingo ultimo, dijo lo suficiente para despertar mi interes. Pense que era muy probable que, si su marido no estaba delante, se sentiria mas propensa a hablar, por lo que la llame por telefono y convinimos en encontrarnos.

Sus ojos se empequenecieron:

– ?Mas propensa a hablar sobre que…?

– Sobre nada en particular -conteste yo de la manera mas natural del mundo.

– Quiero una respuesta mejor que esta -dijo Voss, haciendo rechinar los dientes.

– Le digo con toda sinceridad -insisti- que no importaba en absoluto lo que pudiera decirme.

Habia llegado a la conclusion de que, en aquellas circunstancias, lo que se imponia era una tactica desviacionista y que, para ser convincente, necesitaba que el inspector Voss iniciara un cierto forcejeo.

– Le conviene no chulearse conmigo -me advirtio.

– Quiero decir que lo que pudiese decirme la senora Ashenfelter me importaba menos que como pudiera decirmelo -explique con toda la seriedad que me fue posible.

La perplejidad que lei en su expresion me agrado, si bien tuve la impresion de que podia ser peligroso prolongar aquel estado, por lo que anadi:

– Es una mujer oriunda de Somerset, ha vivido en la region toda su vida y emplea al hablar palabras dialectales que yo oi por vez primera en mi vida hace veinte anos, mucho antes de que empezara a formarme como especialista en historia medieval. Aunque la filologia no sea mi campo -«sino mas bien la “chiquilleria”», pense-, los puntos de contacto son evidentes.

Observando que habia indecision en sus ojos, decidi que en este caso especial era mas necesaria la funcion de tutor que la de catedratico.

– Usted, como persona de Somerset, habra oido por ejemplo la palabra dimpsy con la que los naturales de aqui designan la hora del crepusculo, ?verdad?

Voss, aunque con mirada precavida, asintio.

– ?Sabia que dimse proviene directamente del anglosajon? -le pregunte-. ?No encuentra fascinante que la palabra haya sobrevivido en un dialecto? Pues esto no es mas que un ejemplo del tipo de cosas que ambicionaba explorar a traves de una conversacion con Sally Ashenfelter.

Voss, con una voz que no dejaba traslucir un convencimiento absoluto, pero si una posicion situada a medio camino del mismo, pregunto:

– ?Asi, quiere usted decirme que convino el encuentro para hablar de palabras?

– Exactamente -le dije, como alentandolo a seguir por aquella via-. Si usted quiere, puedo darle otros ejemplos.

Mis pensamientos corrieron raudos a traves de los escasisimos que recordaba. Hacia un monton de tiempo de lo de las listas de palabras de Duke.

– No se moleste -me dijo.

– Alguien tiene que ocuparse de estas cosas -prosegui en un acceso de celo academico y con toda la conviccion que me fue posible aparentar-. Muchas de estas expresiones se perderan sin remedio si nadie se preocupa de recogerlas, inspector.

Y segui con una apasionada apelacion a la elaboracion y conservacion de unos archivos que fueran perfectos.

Pero el me corto a media frase:

– No tengo tiempo de escuchar todo este fisgoneo de palabras. Lo que yo estoy tratando de averiguar es un posible asesinato.

Pese a la bravata, era evidente que la entrevista se le habia escapado de las manos. No tenia el nivel de Judd. Su pregunta siguiente tenia mas de ruego que de verdadera pregunta.

– ?Puede decirme algo mas para ayudarme en mis investigaciones?

Le hice esperar. Sabia que, de jugar bien aquella carta, podia estar en la calle a los pocos minutos. Asi es que

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