mientras ella mira atemorizada en la oscuridad, sabiendo que la negrura no esta vacia, sino que muchisimos ojos la estan observando.

– ?Padre…?

– Padre, ?ayudame…!

Sus propios gritos despertaron a Sarah Kincaid.

Tardo unos instantes en descubrir que no se encontraba en las lugubres catacumbas de Alejandria ni estaba rodeada de oscuridad. Solo habia sido un sueno: el sueno que, desde la muerte de su padre, la perseguia constantemente y del que no podia escapar por mucho que hiciera.

Probablemente, se dijo, era su destino revivir una y otra vez los sucesos traumaticos que le habian cambiado radicalmente la vida. Y, con ellos, la pesadilla de una infancia perdida que no podia recordar.

– ?Va todo bien?

Fue su voz lo que la hizo volver en si y comprender que, si bien aquellas cosas terribles habian sucedido, ya no estaba sola e indefensa.

Kamal Ben Nara.

Lo habia conocido y se habia enamorado de el durante su ultima estancia en Egipto, cuando emprendio la busqueda del Libro de Thot. Kamal se presento a Sarah ya sus acompanantes como guia nativo, sin rebelarles que en realidad era el jefe de una tribu tuareg cuya mision consistia en custodiar aquel libro legendario y los secretos que contenia. Unos sucesos que no podrian haber sido mas dramaticos y en cuyo transcurso encontro la muerte Maurice du Gard, amigo intimo y confidente de Sarah, condujeron finalmente a Kamal y a Sarah a La Sombra de Thot, un lugar enigmatico en medio del desierto de Libia donde hallaron el legado de la divinidad egipcia y estuvieron a punto de pagarlo con sus vidas.

Aunque para Kamal, de madre britanica y que habia vivido mucho tiempo en Londres, el regreso a Inglaterra implicaba riesgos, lo habia hecho por amor a Sarah, y ella disfrutaba de sentir su calor y su proximidad. Solo le hizo falta darse la vuelta en la cama para ver sus ojos oscuros y su mirada dulce, en la que siempre encontraba consuelo y amor.

– ?Has vuelto a sonar? -pregunto Kamal, preocupado.

La luz de la luna que entraba a traves del ventanal de la habitacion le iluminaba el rostro.

Sarah asintio moviendo la cabeza con disgusto.

– Los espiritus del pasado… No consigo liberarme de ellos.

– Hace falta tiempo -replico Kamal en voz baja-. Mi pueblo tiene una maxima: un corazon solo puede dejar atras lo que le gustaria dejar atras.

– ?Que quieres decir? -pregunto Sarah, con una mirada interrogativa-. A mi me gustaria olvidar lo ocurrido, creeme. Rezo cada dia por ello.

– Te creo. -Sonrio y le aparto carinosamente de la frente un mechon de pelo-. Pero la voluntad y el corazon suelen seguir caminos diferentes.

– No en este caso -aseguro ella, y se inclino sobre el para besarlo suavemente en los labios. Una vez mas, en sus brazos encontro el ansiado olvido.

Capitulo 2

Diario personal de Sarah Kincaid

Los dias pasan volando.

Es como si hubiera nacido de nuevo, como si me hubiera convertido en otra persona gracias a Kamal. Ya no me intereso tan solo por la arqueologia y por investigar el pasado, y mis pensamientos ya no se oscurecen por las sombras de lo que ocurrio.

Mi padre y los dramaticos sucesos ocurridos en Egipto siguen estando presentes. Pero, con cada dia que pasa y estando en compania de Kamal, creo notar que van perdiendo su poder sobre mi. Ya solo son vividos de noche, como si la oscuridad los animara a deslizarse desde el rincon tenebroso del alma al que los ha expulsado la luz del sol y el amor entregado de Kamal.

Han pasado nueve meses desde nuestro regreso. La infame traicion de Mortimer Laydon, la muerte de mi leal amigo Maurice du Gard y aquel poder desconocido que atento contra mi vida y la de los mios han quedado relegados a un segundo plano en favor de un presente que no puedo imaginar mas pleno y hermoso. Mi inquietud y mis ansias de busqueda han quedado atajadas en los brazos de un hombre que me fascina y me hechiza como ningun otro antes. Y no son los rasgos fisicos de Kamal lo que lo diferencia de los demas hombres que he conocido a lo largo de la vida, sino su inteligencia, su sabiduria y su paciencia. No solo sus palabras, sino tambien aquella mirada, aquellos pequenos gestos, parecen transmitir simpatia y comprension por lo que fui, lo que soy y lo que siempre sere. Es como si no nos conocieramos desde tan solo hace unos meses, sino desde mucho tiempo atras.

Anos. Eras. Eones.

Soy incapaz de decir que nos une, pero siento que esa ligazon es fuerte y que con cada dia que pase aun lo sera mas.

Yorkshire, Inglaterra, 16 de septiembre de 1884

– A ver quien llega primero al viejo roble, ?de acuerdo?

– ?Sarah, espera! -grito Kamal, pero Sarah ya habia espoleado a su caballo.

El semental azabache salio disparado, golpeando con los cascos el suelo blando y humedo, cubierto de manchones de hierba amarillenta y verde claro. En las tierras bajas situadas entre las colinas, que alzaban sus jorobas peladas y rocosas en las vastas marismas, se acumulaba la niebla, un velo blanco del cual sobresalian chopos nudosos y robles que ya se habian despojado de sus hojas y se estiraban hacia el cielo gris como pobres esqueletos.

De nina, a Sarah le encantaba galopar por ese genuino paisaje, muy a pesar de su padre, que siempre habia visto ese pasatiempo con gran preocupacion debido a su salud. Pero entonces, igual que ahora, ella habia ignorado el peligro y se habia entregado al impetu que albergaba en su interior. Guio al caballo negro con temeridad hacia uno de los muretes de piedra que recorrian el terreno ondulado y separaban una finca de otra, y el animal lo franqueo con un gran salto.

Sarah no pudo evitarlo y profirio un grito de entusiasmo cuando el caballo aterrizo agilmente y prosiguio su feroz galope. Una mirada por encima del hombro le demostro que Kamal estaba muy atras; una vez mas, ella ganaria la carrera.

Riendo, espoleo al animal ladera abajo, hacia el arbol que habian pactado como meta. Disfruto notando el viento en la cara y dejando que le desgrenara el cabello, y se sintio independiente y libre. Todas las obligaciones, todas las limitaciones, todos los recuerdos parecian muy lejanos en esos momentos, y a Sarah le dio la impresion de que nunca habian existido, como si siguiera siendo la nina que se sentia en casa en el paisaje aspero y silvestre de Yorkshire, la nina que valoraba muchisimo mas unos pantalones de montar zurcidos que un vestido con volantes y que ardia en deseos de acompanar a su padre en su proxima aventura al pasado.

Naturalmente, la realidad era distinta, puesto que todo aquello quedaba muy lejos, y en el instante en que Sarah alcanzo el viejo roble y refreno a su caballo negro, llego el desencanto. El rocin se detuvo resollando, exhalando un vaho calido por los ollares, y Sarah le hizo darse la vuelta para ver donde estaba Kamal.

No consiguio divisarlo. La niebla que al principio envolvia con vapores

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