timoratos el viejo arbol se habia espesado bruscamente, y una pared blanca parecia rodear por todas partes a Sarah y a su cabalgadura.

De repente se hizo el silencio. Como si la niebla no solo le hubiera tapado la vista, sino tambien el oido. No se oia nada, salvo la respiracion ronca del semental. El trote del caballo de Kamal habia enmudecido, igual que el suave silbido del viento.

– ?Kamal…?

Sarah se espanto al oir el tono de su voz, que sono extranamente ajena y lugubre en medio de la niebla. Se habia criado en Yorkshire y estaba familiarizada con el fenomeno de la niebla repentina que emergia de los pantanos cuando las temperaturas descendian. Aun asi, se sentia mal. Nunca le habia gustado la niebla. La idea de no poder ver algo que quiza se encontraba a tan solo unos metros le provocaba una inquietud a la que le costaba sobreponerse.

Evidentemente, se obligo a entrar en razon y se dijo que no habia ningun motivo para intranquilizarse, que todo iba bien y que su temor infantil carecia de fundamento, pero no consiguio evitar un ligero escalofrio que le recorrio la espalda y la dejo helada.

– ?Kamal! ?Donde estas? -grito en el manto de niebla que la envolvia y que cada vez parecia mas denso e impenetrable.

Sarah recordo que ya se habia perdido una vez en los pantanos, hacia mucho tiempo…

El dia en que cumplio doce anos, su padre le regalo un caballo, un pio de buen caracter con el que salio de inmediato a cabalgar. Paso toda la tarde trotando sin rumbo por las colinas, sin pensar en el pobre animal, que empezo a renquear al atardecer. Se levanto la niebla y Sarah se perdio en medio de un laberinto de velos blancos del que no habia escapatoria.

Cayo la noche y con ella llegaron los ruidos inquietantes que los pantanos suelen producir en la oscuridad. El caballo pio desaparecio tambien de repente y Sarah se quedo completamente sola. Acurrucada al pie de una roca y muerta de frio, resistio confiando en que alguien la buscaria y la encontraria. A alguna hora, mucho despues de medianoche, ocurrio. Un farol llameo en las tinieblas borrosas y aparecio su padre, cual angel salvador. Sin pronunciar una palabra de reproche o reprimenda, cogio entre sus fuertes brazos a la nina llorosa y la llevo de vuelta a la calida seguridad de Kincaid Manor, que tanto anoraba Sarah en ese momento.

– ?Kamal…?

Su voz sono insegura. Durante unos momentos sopeso la posibilidad de retroceder y buscar a Kamal, pero con ello habria abandonado el unico punto de referencia que le quedaba. Sarah se volvio en la silla y alzo la vista hacia el viejo arbol, cuyas ramas nudosas y de formas estrafalarias habian adquirido de repente el aspecto de las extremidades palidas de un esqueleto.

Sarah meneo la cabeza y se echo a reir con amargura. ?Que tonta era! No habia motivos para atemorizarse. Lo que pudiera sentir no eran sino reflejos del pasado, el temor de una nina de doce anos que se habia perdido y queria volver con su padre.

Se obligo energicamente a abandonar los miedos infantiles diciendose que el arbol no habia adquirido un aspecto distinto y que la niebla no era mas que humedad condensada. Estuvo a punto de conseguirlo, pero de repente percibio unos ruidos, unos pasos mas alla del banco de niebla.

– Hola… -dijo timidamente-. ?Eres tu, Kamal?

Despues de su llamada, los ruidos cesaron un momento. Pero luego regresaron: pasos que hacian crujir la hierba.

– ?Kamal…?

Sarah lanzo miradas angustiadas a su alrededor. Era imposible determinar de donde procedian los crujidos. Tan pronto venian de un lado como de otro, y Sarah tuvo la sensacion de que alguien daba vueltas acechandola. Y aunque se esforzo por combatir el miedo irracional, este regreso a su corazon por senderos tortuosos.

A lomos del caballo se sentia desprotegida e indefensa, y por eso bajo de la silla, que no era de amazona, como seguramente habria sido lo adecuado, sino una silla de montar normal que ofrecia mayor seguridad en aquel terreno accidentado y hacia posible galopar mas velozmente. El semental bufo y piafo inquieto con las pezunas. Sarah le dio unas palmaditas en el cuello mientras miraba en la blancura impenetrable y lechosa que la envolvia. De repente creyo distinguir algo.

Una figura en parte humana y en parte, no. Tenia el tamano de un gigante y una cabellera larga que le llegaba hasta los hombros: su postura y la manera de moverse contenian algo tenebroso.

Sarah noto que se le aceleraba el pulso, que se le encogia el corazon. La vision de aquella extrana figura removio algo en su interior, miedos y recuerdos que habia enterrado en el fondo de su alma. Un halo de franca amenaza surgia de la silueta extrana, y el caballo tambien parecia notarlo. El animal bufaba intranquilo, y la figura borrosa se dio la vuelta.

– Chist -dijo Sarah para tranquilizar al semental, y se agacho hasta el suelo para coger una piedra que le cupiera en la mano. La agarro, resuelta, y la lanzo. El ruido seco que causo al chocar llamo la atencion del gigante, que aguzo el oido.

Sarah contuvo la respiracion.

Durante un angustioso instante, la sombra tenebrosa se quedo inmovil. Luego se volvio y se alejo lentamente hacia el lugar de donde habia llegado el ruido.

En vez de darse un respiro, Sarah volvio a agacharse y cogio otra piedra, esta vez mucho mayor y angulosa. Habria preferido un revolver cargado de la armeria de su padre, pero la tranquilizo tener algo con lo que poder defender el pellejo. No sabia quien era aquel extrano ni que hacia alli, pero notaba el peligro. Cerro las manos sudorosas envolviendo la piedra, preparada para golpear al gigante si la descubria y la atacaba, y al cabo de un instante parecio llegar el momento.

La sombra se dirigia hacia ella como si pudiera atravesar la niebla con la mirada.

Sarah ahogo un grito. Penso que el gigante apareceria de inmediato y se abalanzaria sobre ella con sus enormes garras callosas, pero no ocurrio nada de eso. La figura fantasmagorica desaparecio un instante despues en la niebla. En vez de percibir sus pasos pesados, de repente oyo los pasos amortiguados de un caballo, y el contorno de un jinete se dibujo en los vapores blancuzcos.

– ?Sarah? ?Eres tu…?

– ?Kamal!

El alivio por oir la voz de su amado fue inconmensurable. Dejo caer la piedra con un suspiro y se dispuso a correr hacia el. Pero aun le fallaban las rodillas, y se habria desplomado de no ser porque el la sujeto. Contenta de que la hubiera encontrado, se lanzo en sus brazos y sollozo suavemente, casi como la nina que una vez se perdio en la niebla y fue rescatada por su padre…

A Kamal Ben Nara tambien le sorprendio esa reaccion. Habia visto a Sarah en muchas situaciones dificiles y habia superado con ella unos cuantos peligros mortales. Y ella siempre habia conservado la cabeza fria y nunca habia parecido tan medrosa y vulnerable como en aquel instante…

– Sarah -dijo-, ?lo siento mucho! Queria darte un poco de ventaja en la carrera, pero luego se ha levantado la niebla y te he perdido de vista. Si hubiera sabido que te atemorizaba tanto…

– ?Lo…, lo has visto? -pregunto susurrando.

– ?A quien?

– Al gigante.

– ?Que gigante?

– Habia alguien en la niebla. Un hombre muy alto, una sombra. Me buscaba…

– ?Estas segura?

Sarah asintio, todavia estremecida por el espanto.

– No, Sarah, no he visto a nadie. Aqui solo estamos tu y yo.

– Y ese extrano -insistio ella, y se deshizo del abrazo de Kamal para

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