yo me iria todavia mas lejos.
– ?Mas lejos de donde?
– Ha dicho que iba a ver las cascadas, mientras el buen tiempo se mantuviera. Que esta de vacaciones, al fin y al cabo, y que todos se fueran a paseo. Eso ha dicho, mas o menos -concluyo Emma con cierta satisfaccion.
– ?Que cascadas? -Kincaid mantuvo la voz firme.
– Las de Aysgarth, supongo, en Wensleydale. Son las unicas que hay por los alrededores. -Emma alcanzo la puerta y se volvio para anadir-: Se movia muy bien esta manana, considerando el golpe que recibio. No aparentaba mas de setenta anos. -Le dirigio una sonrisa no tan feroz como las de antes y entro en la casa.
Kincaid iba hacia el coche a buscar un mapa cuando Janet Lyle salio corriendo por un lateral de la casa, cabizbaja, con las manos metidas en los bolsillos del ligero anorak. Con expresion cenuda, era la primera vez que Kincaid observaba en ella un gesto de mal genio. Al verlo, su expresion se suavizo y apreto el paso, cambiando de rumbo para interceptarlo.
– ?No va por casualidad a Thirsk?
– Pues no… ?Necesita que la lleven?
– Es que Eddie se fue en coche esta manana. -Sus gestos revelaban exasperacion, y por primera vez Kincaid se la imagino como enfermera, responsable y segura-. Ha dicho que tenia que mandar un fax a la oficina. Lo que pasa es que encargue unas botas para Chloe, hay un zapatero buenisimo, y estaban listas para esta manana, pero la tienda cierra a mediodia los viernes. Que rabia.
Se la veia molesta, pero sin su habitual actitud sumisa, resultaba animada.
– Su marido ha dicho que no se encontraba bien.
– Ah, bueno -Janet se encogio de hombros-, eso es lo que dice el. Cuando murio su madre se empeno en que yo estaba desanimada y que necesitaba unas vacaciones. Una transferencia, ?no se dice asi? -Le sonrio, mostrando sus dientes blancos y regulares que contrastaban con su tez olivacea-. Si hubiera querido unas vacaciones, yo hubiera preferido ir a Mallorca.
Gemma condujo el coche con cuidado a traves de la cancela de Followdale House y ralentizo la marcha para mirar a su alrededor. Supo que era el lugar que buscaba porque con lo primero que se toparon sus ojos fue el Midget de Kincaid, aparcado en una esquina del patio de grava.
Lo segundo que vio fue a su jefe en persona, al lado, con un mapa extendido sobre el capo. Pantalones de pana y un jersey verde mar, una chaqueta de tweed con coderas, y su cabello castano claro revuelto por la brisa. Gemma penso que era un cuadro muy bonito. Se acerco y bajo del coche, con el bolso colgado del hombro.
– Vaya, que aspecto de propietario rural. ?Planea la proxima caceria o posa para
El se giro de golpe.
– ?Gemma! -El relampago de placer en su cara duro tan poco que ella creyo haberlo imaginado-. ?Se puede saber donde se habia metido?
– Bueno, yo tambien me alegro de verle. ?Con lo que me ha costado venir hasta aqui y solo se le ocurre decir eso? -Gemma le contesto de buen humor, pero noto un escalofrio de alarma por el espinazo. Aunque a Kincaid no le gustaban las bromas, tampoco era propio de el saltarle al cuello.
– Perdone, Gemma. -Esbozo su sonrisa de siempre, pero con menos voltaje.
Gemma le puso un dedo en el pecho.
– ?Ha estado cambiando una rueda?
Kincaid bajo la vista a las manchas negras que tenia en el jersey.
– No, supongo que es rimel. -Se hizo visera sobre los ojos y la miro a la cara-. Ahora cuenteme donde ha estado.
Ella se apoyo en el Escort, recordando con retraso que tenia que haberlo lavado, y busco el cuaderno de notas en su bolso. Las paginas ondearon mientras las pasaba rapidamente; los dos sabian que no necesitaba consultarlo, pero el gesto rutinario les permitia una transicion mas suave al trabajo.
– He visto por fin a Miles Sterrett. El monstruo de su secretaria lo guarda como si fuera las joyas de la corona, asi que probe con el ama de llaves y fue como coser y cantar. Un encuentro breve despues de comer para no cansarlo, me dijo ella. -Gemma hizo una pausa y cerro la libreta entre sus dedos-. Intente llamarle anoche, pero no contesto.
– Punto confirmado. Siga.
– Ha tenido una leve apoplejia, pero todavia esta mas lucido que muchos que conozco y que se supone que estan en sus cabales. -Gemma se detuvo a pensar-. Es mas joven de lo que esperaba, tal vez tenga sesenta anos, y es todavia muy guapo, delgado y serio. -Un movimiento de las cejas de Kincaid la hicieron apresurarse-. No sabia nada de lo ocurrido aqui, y se preocupo mucho por Hannah. Me dio la impresion de que la idea de la multipropiedad no le encajaba muy bien con ella, y esto le resultaba incomodo. Por lo visto dirige la clinica ella sola practicamente, y el resto del personal no es tan indispensable. Sin Hannah, dice, los parientes y Hacienda tendrian que pelearse por la supervivencia, o tal vez lo cederia a Patrimonio Nacional. -Gemma sonrio-. No ha perdido el sentido del humor, aun en sus condiciones.
– Pues yo si -dijo Kincaid-. A Hannah si le ha pasado algo: alguien la empujo escaleras abajo.
– Pero esta…
– Esta bien. O al menos lo estaba; ha desaparecido esta manana.
Gemma ojeo el mapa extendido en el capo. Por eso estaba tan poco comunicativo.
– Va a buscarla -dijo, como una afirmacion-. ?Sabe adonde?
– ?Eh? -La mirada de el parecia fija en una gran urna de piedra del jardin-. Hay una posibilidad -respondio vagamente-. Un lugar llamado Cascadas de Aysgarth.
– Voy con usted. No discuta -anadio, aunque el no dio senales de haberla oido-. Deje que coja las cosas del coche. Me lo cuenta por el camino.
El maletin de Gemma estaba debajo del asiento del pasajero y ella estaba medio metida en el coche tirando de el, cuando Kincaid dijo:
– Dios mio.
El tono inexpresivo y neutro de su voz hizo que ella saliera tan rapidamente que se golpeo la cabeza contra el techo sin darse cuenta.
– ?Que ocurre?
La cara de el, inmovil, parecia de marmol. A Gemma se le encogio el corazon.
Kincaid hizo un esfuerzo para enfocar la vista hacia ella, y tomo aire.
– Hannah -dijo, ganando fuerza-. Sebastian no tiene nada que ver. Solo se metio en medio, como Penny.
– Que…
– No es que Hannah hubiera oido o supiera algo sobre el asesinato de Sebastian -Kincaid aferro los hombros de Gemma-. Hannah ha sido siempre el objetivo.
19
A Hannah se le ocurrio pensar, mientras temblaba por el frio que se filtraba entre los grandes bloques de piedra que habia bajo sus pies, que se habia enganado a si misma. La energia febril que habia sentido al despertar se habia esfumado, dejandola hueca como una cascara vacia, y lo que entonces le habia parecido sensato ahora no pasaba la prueba de la logica.
La bravuconeria la habia hecho salir con un portazo. No queria que el miedo dictara su vida y que la mimaran y cuidaran como a una viejecita.
Parecia una buena razon. Pero tambien debia enfrentarse a ello. Habia huido, como si la persiguieran todos los demonios del infierno, lejos de la casa y del mal sin rostro que habitaba en ella.
Aparto aquellos pensamientos de su mente y miro, rio abajo, el valle suave del Ure que se extendia a sus