– Permitame recordarle una vez mas, doctora Rassool -dice Mathabane-, que no esta en nuestra mano la imposicion de pena alguna.

– En tal caso, propongo que recomendemos la pena mas severa que pueda imponerse. El profesor Lurie sera despedido de la universidad con efecto inmediato, y a la vez suspendido de todos sus beneficios y privilegios.

– ?David? -La voz pertenece a Desmond Swarts, que hasta el momento no habia abierto la boca-. David, ?estas seguro de que esta es la mejor manera que tienes de afrontar tu situacion? -Swarts se gira hacia el presidente-. Senor presidente, tal como dije cuando el profesor Lurie se encontraba ausente de la sala, soy de la firme opinion de que en calidad de miembros de un claustro universitario no deberiamos proceder contra un colega de manera tan fria y formalista. David, ?estas seguro de que no quieres solicitar aun aplazamiento de la vista preliminar del caso para disponer de un tiempo de reflexion, tal vez para consultar con alguien?

– ?Por que? ?Que es lo que habria de reflexionar?

– La gravedad de tu situacion, y si te lo digo es porque o estoy muy seguro de que lo hayas comprendido a fondo. Si quieres que te lo diga sin pelos en la lengua, corres el riesgo de perder tu trabajo. Y eso no es ninguna broma en lo tiempos que corren.

– ?Que me aconsejas que haga? ?Que suprima lo que la Doctora Rassool ha calificado de burla sutil en mi manera de hablar? ?Que derrame abundantes lagrimas de contricion? bastaria con eso para salvarme?

– Tal vez te cueste trabajo creerlo, David, pero los que estamos sentados en torno a esta mesa no somos tus enemigos. Todos nosotros tenemos nuestros momentos de flaqueza, todos somos humanos. Tu caso no es excepcional. Nos gustaria hallar una via para que sigas adelante con tu carrera academica.

Hakim se suma a la filipica con toda naturalidad.

– Nos gustaria ayudarte, David, encontrar una salida de lo que sin duda es una pesadilla.

Son sus amigos. Quieren salvarlo de sus propias debilidades, hacerle despertar de su pesadilla. No desean verlo mendigando por las calles. Desean que vuelva a dar clase.

– En este coro de buenas voluntades -dice- no distingo voces femeninas.

Se hace el silencio.

– Muy bien -anade-, como ustedes gusten. Permitanme hacer mi confesion. La historia comienza una tarde, ya de anochecida. He olvidado la fecha, pero se que no hace todavia mucho tiempo. Iba caminando por los viejos jardines de la universidad y resulto que tambien pasaba por alli la joven en cuestion, la senorita Isaacs. Nuestros caminos se cruzaron. Cambiamos algunas palabras, y en ese momento sucedio algo que, como no soy poeta, ni siquiera tratare de describir. Baste decir que Eros entro en escena. Y despues de esa aparicion yo ya no fui el mismo de antes.

– ?Que ya no fue el mismo que? -pregunta la experta en finanzas con cautela.

– Quiero decir que ya no fui el mismo de siempre. Deje de ser un divorciado de cincuenta y dos anos de edad y sin nada que hacer en esta vida. Me converti en un sirviente de Eros.

– ?Es esa la defensa que quiere proponernos? ?Un impulso irresistible?

– No se trata de una defensa. Ustedes desean una confesion y yo les ofrezco una confesion. En cuanto al impulso, lejos estuvo de ser irresistible. Muchas veces, en el pasado, me he negado a ceder a impulsos muy similares, y conste que me averguenza reconocerlo.

– ?No consideras que la propia naturaleza de la vida academica por fuerza exige ciertos sacrificios? ?No crees que por el bien de todos nosotros hemos de negarnos ciertas gratificaciones? -le pregunta Swarts.

– ?Tienes en mente prohibir todo trato intimo entre personas de distintas generaciones?

– No, no necesariamente. Pero en calidad de profesores ocupamos una posicion de poder. Tal vez se trate de prohibirnos caer en la tentacion de mezclar toda relacion de poder con una relacion sexual. Y entiendo que esto es lo que se trata de dirimir en todo este asunto. Si no una prohibicion, yo aconsejaria una cautela extrema.

Interviene Farodia Rassool.

– Ya estamos dando vueltas a la noria otra vez, senor presidente. Si, dice que es culpable; no obstante, cuando procuramos obtener algo mas especifico, de golpe y porrazo se trata no del abuso del que ha sido victima una joven, que de eso no se confiesa culpable, sino de un mero impulso al que no pudo o no quiso resistirse, sin hacer una sola mencion del dolor que ha causado, una sola mencion de la ya larguisima historia de explotacion de la que este asunto no es mas que un nuevo capitulo. Por esa razon insisto en que es futil Seguir discutiendo con el profesor Lurie. Hemos de tomarnos su peticion tal cual es y darle el valor que tiene; hemos de expresar nuestra recomendacion en consonancia.

Abuso: estaba esperando a que saliera la palabra. Dicha por una voz que tiembla debido a la rectitud de que se inviste. ?Que es lo que ve ella cuando lo mira, y que la mantiene sumida en semejante pozo de colera? ?Un tiburon suelto entre los pobres peces chicos? ?O acaso es otra vision la que tiene, la de un macho dotado de un miembro grueso, enorme, hincandose en una chiquilla, mientras con su mano descomunal ahoga los chillidos de panico que pugnan por salir de sus labios? ?Que absurdo! En ese instante lo recuerda: el dia anterior estuvieron todos reunidos en esa misma sala, y Melanie estuvo ante ellos, Melanie, que apenas le llega a la altura del hombro. Desigual: ?como podria negarlo?

– Yo tiendo a estar de acuerdo con la doctora Rassool -dice la experta en finanzas-. A menos que haya algo que el profesor Lurie desee anadir, creo que deberiamos proceder a tomar una decision.

– Antes de eso, senor presidente -apunta Swarts-, me gustaria hacer un ultimo ruego al profesor Lurie. ?Existe algun tipo de declaracion oficial que estuviera dispuesto a suscribir?

– ?Por que? ?Que importancia tiene que suscriba una declaracion oficial?

– Porque eso ayudaria a enfriar una situacion que ha terminado por ser muy acalorada. Lo ideal seria que resolviesemos este asunto lejos de los focos de los medios de comunicacion, y todos lo habriamos preferido asi. Pero no ha sido posible. El caso ha recibido muchisima atencion por parte de los medios, ha adquirido connotaciones que han escapado a nuestro control. Todas las miradas estan pendientes de la universidad, del modo en que resolvamos el caso. Escuchandote, David, tengo la impresion de que estas recibiendo un tratamiento harto injusto. Y eso es un error. Los miembros de esta comision nos vemos como personas que tratan de hallar una solucion de compromiso que te permita mantener tu puesto de trabajo. Por eso he preguntado si existe una forma de declaracion publica con la que puedas convivir, una declaracion publica que nos permita recomendar algo por debajo de la sancion mas severa, es decir, tu despido y tu censura.

– ?Quieres decir que si estoy dispuesto a humillarme y a suplicar clemencia?

Swarts suspira.

– David, de poco servira que te mofes de nuestros esfuerzos. Acepta al menos un aplazamiento, de modo que puedas pensar mas a fondo en tu delicada situacion.

– ?Que deseas que contenga esa declaracion?

– Un reconocimiento explicito de que te equivocaste.

– Eso lo he reconocido antes. Y libremente. He dicho que soy culpable de los cargos que se me imputan.

– No juegues con nosotros, David. Hay una diferencia clara entre declararse culpable de una acusacion y reconocer que te equivocaste, y lo sabes de sobra.

– ?Y con eso estaras satisfecho? ?Con que reconozca que me equivoque?

– No -dice Farodia Rassool-. Eso seria como volver a empezar. En primer lugar, el profesor Lurie debe hacer su declaracion. Luego, llegado el caso, nosotros decidiremos si nos resulta aceptable a modo de disculpa. Aqui no se negocia previamente sobre el contenido que haya de tener esa declaracion. La declaracion debe salir de el, con sus propias palabras. Luego veremos si lo dice de corazon.

– ?Y asi supone usted que lo adivinara a ciencia cierta por las palabras que yo emplee, que adivinara si es de corazon?

– Asi veremos cual es la actitud que expresa. Veremos si expresa o no la debida contricion.

– Muy bien. Me beneficie de mi situacion, del privilegio de que gozaba cara a cara con la senorita Isaacs. Me equivoque al hacerlo y lo lamento. ?Le parece suficiente?

– La cuestion no es si me parece suficiente, profesor Lurie. La cuestion es, mas bien, si sera suficiente para usted.

?Refleja sus sentimientos mas sinceros?

Niega con un gesto.

– Le he formulado esas palabras, y ahora quiere algo mas: que demuestre que son sinceras. Eso es una rematada ridiculez. Eso queda mucho mas alla del alcance de la ley.

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