– ?Que te pasa? -pregunto ella.

– ?Callate!

Con la oreja derecha pegada a la ventanilla, parecia observar atentamente alguna cosa. Mientras tanto, la mirada de Susan no cesaba de interrogarlo. Con un dedo que llevo a sus labios, el le hizo comprender que debia guardar silencio. Ella no le hizo caso.

– ?Que haces, Juan?

– ?Por amor de Dios, dejame escuchar!

– Pero ?que diablos sucede?

– No es en verdad el momento de decir groserias. Oigo que la tierra se mueve.

– ?Que?

– ?Callate!

Un crujido sordo rompio el silencio. Juan entreabrio la puerta con dificultad y un viento violento cargado de pesadas gotas se colo al instante en la cabina. Miro bajo las ruedas: una fractura justo en medio de la carretera dejaba prever lo peor. Dio a Susan la orden de encender los faros. Ella obedecio al instante. El rayo de luz rasgo la cortina de lluvia. Hasta alli donde llegaba la luz, la carretera estaba hendida por una grieta.

– Pasa a la parte de atras. Tenemos que salir inmediatamente de aqui.

– Estas loco, ?has visto lo que esta cayendo?

– ?Somos nosotros los que nos vamos a caer! ?Date prisa! No salgas por tu lado. Haz lo que te digo.

Apenas hubo pronunciado estas palabras cuando el camion dio un bandazo, como un barco que empezara a hundirse por el lado de babor. El la cogio por el brazo y la empujo hacia la plataforma de la parte trasera.

Buscando el equilibrio, ella se coloco sobre los sacos de viveres. El se adelanto, retiro el toldo de la puerta, la cogio de la mano y la estiro bruscamente, acompanandola en la caida. En cuanto rodaron por el suelo, el la arrastro contra la roca y la obligo a agacharse. Con los ojos completamente abiertos, ella vio como el camion se deslizaba hacia atras y caia por el barranco. La parte delantera se levanto en un ultimo esfuerzo, las luces de los faros apuntaron hacia el cielo y el viejo Dodge desaparecio por el precipicio. El ruido de la lluvia era ensordecedor. Paralizada, Susan no oia nada a su alrededor y Juan tuvo que llamarla tres veces antes de que reaccionase. Tenian que subir con la mayor rapidez posible, puesto que el terraplen que les servia de refugio daba senales de debilidad. Ella se apreto contra el y juntos escalaron unos metros. Como en las peores pesadillas, a pesar de que ordenaba a su cuerpo seguir hacia delante, le parecia que a cada paso que daba iba para atras. No era una sensacion: en efecto, la tierra se hundia bajo sus pies, arrastrandolos hacia el abismo. El grito para que aguantase, para que se agarrara a sus piernas, pero los dedos entumecidos de Susan no lograban retener la tela del pantalon de Juan, que se le escapaba de las manos.

Estaba pegada a la pared y los rios de lodo comenzaban a cubrirla. Tenia que escupir con todas sus fuerzas y le faltaba el aire. La penumbra se ilumino con un vivo resplandor de estrellas en sus ojos y perdio el conocimiento. Juan se dejo deslizar sobre sus espaldas hasta ponerse a su lado y levanto la cabeza inerte de Susan, que descanso sobre su pecho. Saco la tierra que se habia metido en la boca de la joven, la coloco de lado y metio dos dedos hasta el fondo de la garganta. Al instante, sacudida por un espasmo violento, comenzo a vomitar. Juan la sujeto contra su cuerpo al tiempo que se aferraba con todas sus fuerzas a una raiz.

No sabia cuanto tiempo la podria sostener asi, pero sabia que era exactamente el que les quedaba de vida.

10 de febrero de1977

Susan:

?Donde estas? Estoy inquieto. Las noticias que llegan de El Salvador informan que bandas armadas de guerrilleros se estan agrupando a lo largo de las fronteras. El New York Times habla de incursiones en territorio hondureno y de combates esporadicos. Enviame aunque solo sean unas letras para decirme que estas bien y que no corres peligro. Te ruego que te cuides y que me escribas pronto.

Philip

Resistian desde hacia dos horas. Un momento de calma les habia permitido ganar unos cuantos centimetros, encontrando un punto de apoyo mas estable. Susan habia recuperado el conocimiento.

– Por poco me ahogo en una montana. ?Creo que jamas me creera nadie!

– Conserva tus fuerzas.

– Eso de hacerme callar se va a convertir en una costumbre.

– Aun no estamos a salvo.

– Si tu Dios lo hubiese querido, ya todo habria acabado.

– No es de Dios de quien viene el peligro, sino de la montana y del aguacero. Y tienen peor caracter que tu.

– Estoy cansada, Juan.

– Lo se, yo tambien.

– Gracias, Juan, gracias por lo que acabas de hacer.

– Si toda la gente a la que tu has salvado tuviese que darte las gracias, desde hace varios meses no se oiria otra palabra en el valle.

– Creo que la lluvia esta parando.

– Entonces habra que rogar a Dios para que la cosa siga asi.

– Vale mas que lo hagas tu, creo que tengo algunas cuentas pendientes con el.

– Aun queda mucha noche por delante. Descansa.

Las horas silenciosas pasaron lentamente, animadas tan solo por los caprichos de la tormenta, que todavia se negaba a retirarse. Hacia las cuatro de la manana Juan se adormecio, solto a su presa y Susan resbalo y dio un grito. Sobresaltado, el muchacho la apreto entre sus brazos y la izo de nuevo hacia el.

– ?Perdoname, me he quedado dormido!

– Juan, tienes que guardar tus fuerzas para ti. No puedes ocuparte de los dos. Si me dejas, podras salvarte.

– ?Si es para decir tonterias, mas vale que te calles!

– Estas verdaderamente obsesionado con eso de que cierre el pico.

Ella se contuvo algunos minutos y luego rompio el silencio impuesto por Juan para hablarle del miedo que habia pasado. El tambien penso que su ultimo momento habia llegado. De nuevo se hizo el silencio, y ella le pregunto en que pensaba. El muchacho habia rezado a sus padres. Ella se callo. Se produjo otro instante de calma, en el que ella se puso a reir nerviosamente.

– ?De que te ries?

– ?Philip debe de estar delante de la tele!

– ?Piensas en el?

– Olvida lo que te acabo de decir. ?Que te parece si pasamos de el y lo enterramos?

– ?Es importante para ti?

– No lo se -dudo unos instantes-, puede ser -reflexiono de nuevo-. No, definitivamente no lo creo. A falta de una buena boda, creo que me gustaria contar con un bonito entierro.

Aun tenian que subir unos cuantos metros. A pesar de que el diluvio

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