– Me preguntaba cuanto tardarias en hablarme de el. Juan se ha ido. Solo Dios sabe si volvera algun dia.
– ?Os habeis peleado?
– No. Es algo mucho mas complejo que eso. Perdimos a una nina y desde entonces nada fue igual: algo entre nosotros se rompio y no supimos repararlo. Permaneciamos horas enteras mirandonos como estatuas, como si fuesemos culpables de algo.
– ?Que paso esa noche?
– Llovia, la carretera se hundio. Por poco lo mato.
Ella no le conto nada mas. Algunos relatos solo pertenecen a las victimas, y el pudor de quienes les socorrieron protege sus secretos. A principios del mes de mayo Juan habia pasado a verla por su casa. Llevaba una gran bolsa verde sobre el hombro, y ella le pregunto si iba a alguna parte. Con la mirada fija y orgullosa, le anuncio que se marchaba. Ella supo enseguida que lo echaria de menos, como a todos los que habia amado de cerca o de lejos y de pronto desaparecian de su vida. Apoyada en la escalinata de su modesta vivienda, con los brazos en jarras como para manifestar mejor su colera, ella le habia tratado con dureza. Juan no reacciono y ella se calmo. Luego lo abrazo y le sirvio la cena.
Cuando el ultimo plato estuvo guardado en el armario, ella se seco las manos en el pantalon y se volvio hacia el. Juan estaba de pie en medio de la unica estancia de la vivienda, con la bolsa a sus pies y un aire de timidez. Entonces ella le sonrio y para distender el momento le deseo buen viaje y mejor suerte. Olvidando por un instante su verguenza, el se acerco. Ella cogio entonces su cara entre las manos y llevo sus labios hasta los de el. Al amanecer el tomo la carretera que le llevaria hacia una nueva etapa de su existencia. Durante las siguientes semanas Susan lucho contra la tristeza de una puerta que solo se abria a su soledad.
– ?Le echas de menos?
– Es Juan quien tiene razon. Solo hay que depender de uno mismo.
Las gentes son libres y el apego es un absurdo, una invitacion al dolor.
– ?Asi que no te quedas! O, mas bien, ?cuantas horas te quedaras esta vez?
– No comiences de nuevo, Philip.
– ?Por que no? Por tu aire adivino lo que todavia no has dicho: dentro de una hora te habras ido y entonces yo pondre en mi vida tres pequenos puntos suspensivos hasta el ano que viene. Sabia que no te quedarias. Dios mio, ?como me habia preparado para lo que me estas diciendo ahora! ?Que edad piensas tener para empezar a pensar en nosotros, en tu vida de mujer?
– Tengo veinticuatro anos, ?aun me queda tiempo!
– Lo que intento decirte es que te entregas a mucha gente, pero estas sola. No hay nadie en tu vida que se ocupe de ti, que te proteja o, al menos, que te haga el amor.
– Pero ?y tu que sabes? Es increible. ?Tengo pinta de ir necesitada o que?
Susan habia levantado la voz y Philip se quedo helado. Con los labios apretados, intento retomar el hilo de la conversacion.
– No me referia a eso y no vale la pena gritar, Susan.
– Chillo porque estas sordo. No puedo vivir para un solo hombre. Alimento a trescientos todos los dias. No puedo tener crios. Solo en mi valle trato de que sobrevivan ciento diez.
– ?Ah! Porque ahora hay diez mas. ?La ultima vez solo eran cien!
– No, tengo dieciocho ninos mas este ano, menos los ocho que enterre. Eso suma ciento diez. ?Pero ahora todo es ocho veces menos divertido! Vivo rodeada de huerfanos. ?Mierda!
– Y porque tu tambien lo eres quieres seguir siendo como ellos. La idea de ser madre antes que huerfana, ?no te tienta?
– ?Recurres al psicoanalisis para decir semejantes tonterias? ?Puedes comprender que la vida que llevo es demasiado peligrosa?
El camarero se aproximo para invitarles a que guardaran la calma. Dirigio un guino a Philip y deposito una gran copa de helado delante de Susan. Expresandose en un perfecto castellano, le indico que era un obsequio de la casa y que habia muchas almendras sobre el chocolate liquido. Al alejarse de la mesa, hizo una senal de complicidad a Philip, que hizo como si no hubiese visto nada.
– ?Que pretende ese hablandome en espanol? -pregunto ella, pasmada.
– Nada, no quiere nada, y habla mas bajo, por amor de Dios.
Para molestarle, Susan se puso a susurrar.
– No me arriesgare a ser abandonada. En caso de que me pase algo no perjudicare a nadie.
– Deja ya de confundir pretextos y excusas, no te enganes a ti misma. Si te ocurriera algo, como tu dices, yo siempre estare ahi. Tienes miedo a depender sentimentalmente de alguien. Susan, amar no es renunciar a la libertad. Es darle un sentido.
El no queria que la cita acabase como la vez anterior, pero no encontraba otro tema de conversacion. Su mente se negaba a liberarse de las palabras que le molestaban y que no llegaba a pronunciar.
– Ademas, mi medalla te protege.
– Tienes una memoria muy selectiva cuando te conviene.
Ella acepto sonreir y noto su mirada cuando se metio la mano bajo el jersey y saco la medalla.
– ?Tienes ganas de irte a cambiar a los lavabos? -pregunto ella con voz arrogante-. Hablame de tu vida de hombre.
El enrojecio por haber sido sorprendido en el deseo. Le hablo de su ascenso en la agencia y se enorgullecio de las responsabilidades que se le confiaban. Sin que fuese totalmente oficial, estaba ya al frente de un pequeno equipo que manejaba seis presupuestos. Si todo continuaba a ese ritmo, en dos anos seria director creativo. Por lo demas, no tenia nada especial que contar. Ella no abandono la partida tan facilmente.
– Y la chica con la que vas al cine, ?te arana fuera de la sala o solo durante las peliculas de terror?
– ?No era una pelicula de terror!
– Razon de mas. Ahora no disimules. ?En que punto estan las relaciones?
– ?En ninguno!
– Escucha, corazoncito, a menos que te hayas vuelto asexuado, en tu vida esta pasando algo.
El le devolvio el cumplido. Ella no tenia tiempo, dijo Susan. Habia acabado en los brazos de un hombre algunas noches comenzadas en un bar, pero solo para encontrar en ellos un poco de consuelo. El invoco el mismo estado de animo para justificar su celibato. Susan volvio a la carga, ahora de manera mas suave, y formulo su pregunta de nuevo. El evoco los episodios complices vividos con Mary Gautier Thomson, periodista de la revista
– Se debe de estar preguntando si no tendras algun problema.
– ?Ella tampoco intenta nada!
– Esa es la mejor. ?Ahora somos nosotras las que tenemos que dar el primer paso?