trago.

– Espero que sea asi: una manana sin hacer nada y ya me estoy volviendo loca; me he mezclado con los que hacen jogging rogandole al cielo que alguno se hiciera, al menos, un esguince.

Betty le prometio que la llamaria en cuanto tuviera alguna informacion, porque acababan de llegar dos ambulancias a la puerta de Urgencias. Lauren colgo. Con el pie apoyado en un banco y anudandose los cordones de la zapatilla, se pregunto si era realmente celo profesional lo que le hacia preocuparse por la salud de un hombre al que ayer aun no conocia.

Paul cogio las llaves del coche y abandono su despacho.

Informo a Maureen de que estaria ocupado toda la tarde y haria todo lo posible por pasar a ultima hora del dia. Media hora mas tarde, entraba en el vestibulo del San Francisco Memorial Hospital y subia los peldanos de cuatro en cuatro hasta llegar al primer piso, de tres en tres hasta el segundo y de uno en uno hasta el tercero, jurandose, mientras avanzaba por el pasillo, que volveria a frecuentar el gimnasio a partir del proximo fin de semana. Se cruzo con Nancy, que salia de una habitacion, le beso la mano y prosiguio su camino, dejandola estupefacta en medio del pasillo. Entro en la habitacion y se aproximo a la cama.

Hizo ademan de ajustar el flujo del gota a gota, cogio la muneca de Arthur y miro el reloj simulando que le tomaba el pulso.

– Saca la lengua, que yo pueda verla -dijo, ironico.

– ?Se puede saber a que juegas? -pregunto Arthur.

– Robar ambulancias, secuestrar a personas en coma… Ahora si que ya lo tengo por la mano. Pero te perdiste lo mejor. Tendrias que haberme visto con una bata verde, con la mascarilla y un casquete en la cabeza. ?La elegancia personificada!

Arthur se incorporo.

– ?De veras estuviste en la intervencion?

– Francamente, se hace mucho bombo con la medicina, pero cirujano o arquitecto, todo es mas o menos lo mismo, la cuestion es trabajar en equipo. Andaban cortos de personal, yo estaba ahi y no iba a quedarme sin hacer nada, asi que eche una mano.

– ?Y Lauren?

– Impresionante. Pone anestesia, corta, cose, reanima… ?Y con que temperamento! Es un placer currar con ella.

El rostro de Arthur se ensombrecio.

– ?Que ocurre ahora? -pregunto Paul.

– ?Pues que va a tener problemas por mi culpa!

– ?Si, y asi estais en paz! No deja de ser curioso que el unico en quien nunca penseis cuando organizais una de vuestras veladas delirantes, sea yo.

– ?Tu? No habras tenido problemas…

Paul carraspeo y levanto uno de los parpados de Arthur

– ?Tienes buena cara! -dijo, en un tono que imitaba al de un medico.

– ?Como saliste de esta?

– Me comporte como un miserable, si quieres saberlo. Cuando la policia llego a las puertas del quirofano, me escondi debajo de la mesa de operaciones, por eso tuve que asistir a toda la intervencion. Dicho esto, y descontando los periodos en que estuve grogui, al menos debi de participar unos cinco minutos largos. Es a ella a quien debes que te salvaran la vida, yo no tuve mucho que ver.

Nancy entro en la habitacion. Comprobo la tension de Arthur y le pregunto si queria levantarse y caminar. Paul se ofrecio a ayudarlo.

Dieron unos pasos hasta el final del pasillo. Arthur se encontraba bien, habia recuperado el equilibrio y hasta tuvo ganas de prolongar el paseo. En la vereda del jardin del hospital, le rogo a Paul que le hiciera dos favores…

Paul se marcho despues de que Arthur se acostase. Por el camino se detuvo en una floristeria de Union Street. Encargo un ramo de peonias blancas y metio en un sobre la carta que Arthur le habia confiado. Las flores serian entregadas a ultima hora de la tarde. Luego volvio a bajar a Marina y aparco delante de un videoclub. Hacia las siete llamo al interfono de la senora Morrison, le dio noticias de Arthur y el ultimo episodio de las aventuras de Fu Man Chu.

Lauren estaba tumbada en la alfombra, sumergida en la lectura de la tesis. Su madre, instalada en el sofa del salon, hojeaba las paginas de una revista. De vez en cuando levantaba los ojos para mirar a su hija.

– ?Como se te ocurrio hacer semejante cosa? -pregunto, arrojando la publicacion sobre una mesa baja.

Lauren tomaba apuntes en una libreta con espiral, y no contesto.

– Podrias haber arruinado tu carrera, todos estos anos de trabajo echados a perder, ?y en nombre de que? - argumento su madre.

– Bien que perdiste tu muchos anos con tu matrimonio. Y no salvaste la vida de papa, que yo sepa.

La madre de Lauren se puso en pie.

– Sacare a Kali a pasear -dijo con sequedad, descolgando su gabardina del perchero.

Abandono el apartamento dando un portazo.

– Hasta luego -murmuro Lauren, mientras oia los pasos que se alejaban.

La senora Kline se cruzo con un repartidor en la porteria.

Llevaba un enorme ramo de peonias blancas y estaba buscando el apartamento de Lauren Kline.

– Yo soy la senora Kline -dijo, cogiendo el sobrecito prendido de la hoja de celofan.

Solo tenia que dejar las flores alli mismo, ella las cogeria a la vuelta. Le dio una propina y el joven se marcho.

Cuando estuvo en la calle, levanto la solapa del sobrecito.

Habia dos palabras escritas en un papel: «Volver a verte», y las firmaba «Arthur».

La senora Kline arrugo la carta y se la metio en el fondo del bolsillo del impermeable.

En el barrio solamente habia una plaza que admitiera animales. Si el destino tenia sus motivos, a un hombre sin imaginacion le parecerian siempre imperfectos. La senora Kline se sento en un banco; a su lado, la anciana que estaba leyendo el periodico tenia ganas de entablar conversacion.

En el cercado reservado a los perros, Kali estaba montando a un jack russell que descansaba a la sombra agradable de un tilo.

– No parece encontrarse muy bien -dijo la anciana.

La senora Kline se sobresalto.

– Solo estaba pensativa -contesto la madre de Lauren-. Nuestros perros parecen entenderse muy bien…

– A Pablo siempre le han atraido del tipo alto. Creo que tendre que volver a leerle las instrucciones, me da la impresion de que estan al reves. ?Que la preocupa?

– ?Nada!

– Si tiene la necesidad de confesar algo, yo soy la persona ideal: ?estoy sorda como una tapia!

La senora Kline miro a Rose, que no habia abandonado su lectura.

– ?Tiene usted hijos? -dijo, arrastrando la voz.

La senora Morrison nego con la cabeza.

– Entonces no lo podra entender.

– ?Pero he amado a hombres que si tenian!

– No tiene nada que ver.

– ?Eso si que me molesta! -protesto Rose-. Las personas que tienen hijos miran a las que no los tienen como si vinieran de otro planeta. ?Amar a un hombre es tan complicado como educar a unos crios!

– No comparto su punto de vista.

– ?Y sigue usted casada?

La senora Kline se miro la mano; el tiempo habia borrado la marca de su alianza.

– Asi pues, ?que dolores de cabeza le causa su hija?

– ?Como sabe que no se trata de un chico?

Вы читаете Volver A Verte
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату