– Es un oficio complicado: ?muchas matematicas!
– Si; en fin, como en Medicina, y luego uno deja que otros hagan las mates por el.
– ?Otros?
– Los calculos de portantes, de resistencias… ?todo eso es tarea de los ingenieros!
– ?Y que hacen los arquitectos mientras los ingenieros curran?
– ?Piensan!
– Y usted ?en que piensa?
Arthur miro a Lauren largo rato, sonrio y senalo con el dedo el rincon de la habitacion.
– Acerquese a la ventana.
– ?Para que? -se sorprendio Lauren.
– Para hacer un pequeno viaje.
– ?Un pequeno viaje a la ventana?
– ?No, un pequeno viaje desde la ventana!
Ella obedecio, con una sonrisa casi burlona en los labios.
– ?Y ahora?
– Abrala.
– ?El que?
– ?La ventana!
Lauren hizo exactamente lo que Arthur le habia pedido.
– ?Que ve? -pregunto, todavia susurrando.
– ?Un arbol! -contesto ella.
– Describamelo.
– ?Como?
– ?Es grande?
– Dos pisos de altura y grandes hojas verdes.
– Ahora, cierre los ojos.
Lauren se dejo llevar por el juego, y la voz de Arthur la condujo a una oscuridad improvisada.
– Las ramas estan inmoviles: a esta hora del dia, los vientos del mar aun no se han levantado. Acerquese al tronco, las cigarras se esconden a menudo en los recovecos de la corteza. A los pies del arbol se extiende una alfombra de hojas de pino. Estan quemadas por el sol. Ahora, mire a su alrededor. Se encuentra en un gran jardin con largas franjas de tierra ocre donde han plantado pinos pinoneros. A la izquierda vera algunos platanos, a la derecha secuoyas, delante granados, y un poco mas lejos, algarrobos que parecen extenderse hasta el oceano. Suba por la escalera de piedra que bordea el camino. Los peldanos son irregulares, pero no tenga miedo: la pendiente es suave. Si mira a su derecha adivinara los restos de una rosaleda, ?lo ve? Detengase abajo y mire ante si.
Y Arthur se invento un universo, hecho solamente de palabras. Lauren vio la casa con los postigos cerrados que el le describia. Avanzo hacia la entrada, subio los escalones y se detuvo en el porche. Abajo, el oceano parecia querer destrozar las rocas y las olas acarreaban montones de algas entrelazadas con espinos. El viento soplaba en sus cabellos, estuvo a punto de echarselos hacia atras.
Rodeo la casa y siguio al pie de la letra las instrucciones de Arthur, que la guiaba paso a paso en su pais imaginario.
Su mano rozo la fachada en busca de un pequeno calce, debajo de un postigo. Hizo como el decia y lo retiro con la yema de los dedos. El panel de madera se abrio y hasta le parecio oir el chirrido de sus goznes. Levanto la ventana de guillotina desencajando ligeramente el armazon, que cedio deslizandose sobre sus rieles.
– No se detenga en esta habitacion, esta demasiado oscura, atraviesela y llegara al pasillo.
Avanzo a paso lento; cada estancia parecia ocultar un secreto detras de las paredes. Entro en la cocina. Encima de la mesa habia una vieja cafetera italiana, con la que hacer un excelente cafe, y delante de ella unos fogones como los que podian encontrarse en otros tiempos en las viviendas antiguas.
– ?Funciona con lena? -pregunto Lauren.
– Si lo desea, la encontrara al abrigo de un cobertizo.
– Quiero quedarme en la casa y seguir visitandola -murmuro.
– Entonces, vuelva a salir de la cocina. Abra la puerta, justo enfrente.
Entro en el salon. Un largo piano dormia en la oscuridad.
Encendio la luz, se aproximo y se sento en el taburete.
– No se tocar.
– Es un instrumento especial, traido de un lejano pais; si piensa con mucha intensidad en una melodia que le guste, el la tocara, pero unicamente si pone las manos encima del teclado.
Lauren se concentro con todas sus fuerzas, y la partitura del «Claro de luna» de Werther invadio su mente.
Tenia la sensacion de que alguien estaba tocando a su lado, y cuanto mas se dejaba llevar por aquel sueno, mas profunda y presente se hacia la musica. Visito asi cada rincon, subiendo hasta el piso de arriba, pasando de habitacion en habitacion y, poco a poco, las palabras que describian la casa se transformaron en una multitud de detalles que inventaban una vida a su alrededor. Regreso a la pieza que aun no habia visitado. Entro en el despachito, miro la cama y se estremecio. Entonces abrio los ojos y la casa se desvanecio.
– Creo que la he perdido -dijo.
– No es tan grave, ahora ya es suya, puede volver alli cuando le apetezca, solo tiene que pensarlo.
– No podria volver a empezar yo sola, no estoy muy dotada para los mundos imaginarios.
– Se equivoca al no confiar en si misma. Yo creo que para ser la primera vez, se ha desenvuelto bastante bien.
– Asi que en eso consiste su oficio: cierra los ojos y se imagina un lugar.
– No, me imagino la vida que habra en su interior, y ella es quien me sugiere el resto.
– Es una manera extrana de trabajar.
– Mas bien una extrana manera de trabajar.
– Tengo que dejarle, las enfermeras no tardaran en hacer su ronda.
– ?Volvera?
– Si puedo.
Se dirigio a la puerta de la habitacion y se volvio justo antes de salir.
– Gracias por la visita, ha sido un rato agradable, me lo he pasado bien.
– Yo tambien.
– ?Existe esa casa?
– ?No la acaba de ver hace un momento?
– ?Como si estuviera dentro!
– Entonces, si existe en su imaginacion, es que es autentica.
– Tiene una curiosa forma de pensar.
– A fuerza de cerrar los ojos ante lo que les rodea, algunos se vuelven ciegos sin darse cuenta siquiera. Yo me conforme con aprender a ver, incluso en la oscuridad.
– Conozco un mochuelo al que le irian bien sus consejos.
– ?Aquel que estaba en su bata la otra noche?
– ?Se acuerda?
– No he tenido ocasion de frecuentar a muchos medicos, pero resulta dificil olvidar a uno que te examina con un peluche en el bolsillo.
– Le da miedo la luz y su abuelo me ha pedido que lo cure.
– Habria que encontrarle un par de gafas de sol para nino, yo tenia unas cuando era pequeno, es increible lo que se puede ver a traves de ellas.
– ?Por ejemplo?
– Suenos hechos de paises imaginarios.
– Gracias por el consejo.
– Pero cuidado: cuando ya haya curado a su mochuelo, digale que basta con dejar de creer un solo segundo para que el sueno se rompa en mil pedazos.