– No es preciso que me acompanes -dijo.
– Ya lo se. Pero ire de todos modos. Por si no lo has adivinado, me preocupas.
Jack se inclino hacia el interior del vehiculo y pago al taxista.
Mientras caminaban entre los coches funebres del deposito, Laurie volvio a insistir en que su presencia no era necesaria. Entraron en el edificio por la puerta de la calle Treinta.
– ?No dijiste que te esperaba la cama?
– Que siga esperando -repuso Jack-. Despues de la historia de Lou sobre como te sacaron de aqui en ataud, creo que debo acompanarte.
– Esa fue una situacion totalmente distinta.
– ?Ah, si? Habia mafiosos, igual que ahora.
Laurie iba a continuar protestando, pero el comentario de Jack la hizo pensar. Debia admitir que habia cierto paralelismo entre las dos situaciones.
La primera persona que vieron fue el vigilante de seguridad de la noche, que estaba sentado en su pequeno cubiculo.
Carl Novak era un agradable anciano de pelo cano, que parecia haber encogido dentro de un uniforme que era al menos dos tallas mas grande de lo necesario. Estaba jugando al solitario, pero alzo la vista cuando Laurie y Jack pasaron junto a su ventana y se detuvieron en la puerta.
– ?En que puedo servirles? -pregunto Carl. Entonces reconocio a Laurie y se disculpo por no haberlo hecho antes.
Ella le pregunto si estaba informado de la desaparicion del cadaver de Carlo Franconi.
– Desde luego -repuso Carl. El jefe de seguridad, Robert Harper, me llamo a casa. Estaba furioso y me hizo toda clase de preguntas.
Laurie no tardo en descubrir que Carl no podia arrojar ninguna luz sobre el misterio. Insistio en que no habia sucedido nada fuera de lo normal. Habian entrado y salido cadaveres, como todas las noches del ano. Reconocio que habia abandonado su puesto dos veces para ir al lavabo. Pero aclaro que en ambas ocasiones habia estado ausente pocos minutos y habia informado al asistente del deposito, Mike Passano.
– ?Y que hay de las comidas?
Carl abrio el cajon del archivador metalico y saco una fiambrera hermeticamente cerrada.
– Como aqui -dijo.
Laurie le dio las gracias y siguio andando. Jack la siguio.
– Este sitio tiene un aspecto distinto por la noche -observo mientras cruzaban el amplio pasillo que conducia a los compartimientos frigorificos y la sala de autopsias.
– Sin el trajin del dia, es bastante siniestro -admitio Laurie.
Se asomaron a la oficina del deposito y encontraron a Mike Passano ocupado con unas fichas de ingreso. Acababan de traer un cadaver que la guardia costera habia pescado en el mar. Mike intuyo que no estaba solo y alzo la vista.
El asistente rondaba la treintena, hablaba con un marcado acento de Long Island y tenia todo el aspecto de un italiano del sur. Era un hombre de constitucion pequena y cara redonda, con el cabello, la piel y los ojos oscuros. Ni Jack ni Laurie habian trabajado con el, pero lo habian visto en multiples ocasiones.
– ?Han venido a ver el cadaver que aparecio en el agua? -pregunto Mike.
– No -contesto Jack-. ?Hay algun problema?
– Ninguno. Solo que esta en un estado lamentable.
– Hemos venido a hablar de lo de anoche -dijo Laurie.
– ?Que pasa con lo de anoche? -pregunto Mike.
Ella repitio las preguntas que le habia formulado a Carl.
Para su sorpresa, Mike se enfado rapidamente. Laurie estaba a punto de decir algo al respecto, cuando Jack la cogio del brazo y la empujo suavemente hacia el pasillo.
– Tranquila -sugirio Jack cuando Mike no pudo oirlos.
– ?Por que lo dices? -pregunto Laurie-. No he dicho nada que pueda molestarle.
– No soy un experto en politica laboral ni en relaciones publicas, pero Mike parece estar a la defensiva. Si quieres sacarle informacion, tendras que tener en cuenta ese detalle y proceder con tacto.
Laurie reflexiono un instante y luego asintio.
– Puede que tengas razon.
Regresaron a la oficina del deposito, pero antes de que Laurie dijera nada, Mike les espeto:
– Por si no lo saben, el doctor Washington me telefoneo esta manana y me desperto para hablarme de este asunto. Me leyo la cartilla. Pero anoche yo hice el trabajo de costumbre, y por supuesto que no tuve nada que ver con la desaparicion del cadaver.
– Lo siento. En ningun momento he pretendido sugerir lo contrario -se disculpo Laurie-. Lo unico que he dicho es que el cuerpo desaparecio durante su turno. Eso no quiere decir que sea responsable de ello.
– Suena mas o menos asi -dijo Mike-. Yo era la unica persona que estaba aqui, aparte de los de seguridad y los porteros.
– ?Ocurrio algo fuera de lo comun? -pregunto ella.
Mike nego con la cabeza.
– Fue una noche tranquila. Entraron dos cuerpos y salieron otros dos.
– ?Que me dice de los cuerpos que ingresaron? ?Los trajo el personal de aqui?
– Si. En nuestros coches. Jeff Cooper y Peter Molina. Los dos cadaveres procedian de hospitales locales.
– ?Y los dos cuerpos que salieron?
– ?Que pasa con ellos?
– ?Quien vino a recogerlos?
Mike cogio del escritorio el libro de registros del deposito y los abrio. Siguio una columna con el dedo indice y de repente se detuvo.
– Funeraria Spoletto, de Ozone Park, y Pompas Funebres Dickson, de Summit, Nueva Jersey.
– ?Como se llamaban los muertos? -pregunto Laurie.
Mike consulto el libro.
– Frank Gleason y Dorothy Kline. Sus numeros de admision son el 400385 y el 101455. ?Algo mas?
– ?Esperaban que vinieran de esas funerarias?
– Si, desde luego -afirmo Mike-. Llamaron antes, como de costumbre.
– ?De modo que lo tenia todo preparado?
– Claro -respondio Mike-. Los papeles estaban listos.
Solo tenian que firmar.
– ?Y los cadaveres?
– Estaban en el compartimiento frigorifico -dijo Mike-. En camillas.
Laurie miro a Jack.
– ?Se te ocurre alguna otra pregunta?
El se encogio de hombros.
– Creo que hemos cubierto lo esencial, excepto la parte en que Mike estuvo fuera de la planta.
– ?Claro! -dijo Laurie. Se volvio hacia Mike y anadio-: Carl nos dijo que anoche fue al lavabo un par de veces y le aviso. ?Usted tambien le avisa a el cuando tiene que dejar su puesto?
– Siempre -aseguro Mike-. A menudo somos las unicas dos personas aqui, y alguien tiene que vigilar la puerta.
– ?Anoche estuvo fuera del despacho mucho tiempo? -pregunto Laurie.
– No. No mas de lo habitual. Un par de escapadas al lavabo y media hora para comer en la segunda planta. Ya les he dicho que fue una noche normal.
– ?Y que hay de los porteros? ?Estaban por aqui?
– Durante mi turno, no -dijo Mike-. Por lo general, limpian a ultima hora de la tarde, y el equipo de la noche se queda arriba a menos que pase algo fuera de lo corriente.
Laurie penso si se le quedaba alguna pregunta en el tintero, pero no se le ocurrio ninguna.
– Gracias, Mike -dijo.
– De nada.