vecinos. Si no te entendi mal ayer, dijiste que los Lovgren pertenecian a una familia muy numerosa.
Kurt Wallander se dio cuenta de que Rydberg estaba en lo cierto. Habia razones tecnicas de la investigacion que aconsejaban callarse que la policia buscaba a alguien relacionado con extranjeros.
– ?Que sabemos sobre los extranjeros que cometen un crimen en Suecia? -dijo-. ?Existen registros especiales en la jefatura nacional?
– Hay registros para todo -contesto Rydberg-. Coloca a alguien al ordenador y que se conecte a los registros centrales de crimenes a ver si encontramos algo.
Kurt Wallander se levanto. Rydberg le miro con asombro.
– ?No me vas a preguntar por el nudo?
– Lo habia olvidado.
– Dicen que hay un viejo que hace velas de barco en Limhamn que lo sabe todo sobre nudos. Lei una vez un articulo acerca de el en un periodico el ano pasado. He pensado en tomarme la manana para ir a verlo. Aunque no se si obtendremos algo. Pero de todos modos lo hare.
– Quiero que estes en la reunion -dijo Kurt Wallander-. Luego puedes irte a Limhamn.
A las diez se habian reunido todos en el despacho de Wallander.
La revision fue muy corta. Wallander les comunico las palabras de la anciana antes de fallecer. Dio instrucciones de que eso era una informacion que de momento no se divulgaria. Nadie parecia tener algo que objetar.
Destinaron a Martinson al ordenador para buscar a criminales extranjeros. Los policias que debian seguir las averiguaciones en Lenarp se fueron. Wallander encargo a Svedberg que se dedicara de forma especial a la familia polaca que probablemente estaba sin permiso en el pais. Queria saber por que vivian en Lenarp. A las once menos cuarto Rydberg se dirigio a Limhamn en busca del constructor de velas.
Cuando Kurt Wallander se quedo solo en su despacho, se paso un rato mirando el mapa de la pared. ?De donde provendrian los asesinos? ?Que camino habian seguido despues?
Luego se sento a su mesa y le pidio a Ebba que le pusiera en contacto con la gente que habia llamado antes. Durante mas de una hora estuvo hablando con diferentes periodistas. Sin embargo, no llamo la chica de la radio local.
A las doce y cuarto Noren llamo a su puerta.
– ?No deberias estar en Lenarp? -pregunto Wallander con asombro.
– Si -contesto Noren-. Pero se me ha ocurrido una cosa.
Noren se sento en el extremo de la silla porque estaba mojado. Habia empezado a llover. La temperatura habia subido a un grado sobre cero.
– Es posible que no signifique nada -dijo Noren-. Es solo una cosa que se me ha ocurrido.
– La mayoria de las cosas suelen tener su sentido -dijo Wallander.
– ?Te acuerdas del caballo? -pregunto Noren.
– Claro que me acuerdo del caballo.
– Tu me dijiste que le diese heno.
– ?Y agua!
– Heno y agua. Pero no lo hice.
Kurt Wallander fruncio el entrecejo.
– ?Por que no?
– No hacia falta. Ya tenia heno. Y agua.
Kurt Wallander se quedo callado un momento mirando a Noren.
– Sigue -dijo luego-. Estas pensando en algo.
Noren se encogio de hombros.
– Cuando yo era pequeno teniamos un caballo -explico-. Y cuando estaba en la cuadra y le dabamos de comer, se comia todo lo que se le echaba. Solo quiero decir que alguien debio de darle heno. Tal vez solo una hora antes de llegar nosotros.
Wallander estiro el brazo en direccion al telefono.
– Si pensabas llamar a Nystrom, no hace falta -se adelanto Noren.
Kurt Wallander dejo caer la mano.
– Hable con el antes de venir aqui. Y el no le dio heno al caballo.
– Las personas muertas no dan de comer a sus caballos -dijo Kurt Wallander-. ?Quien lo hizo?
Noren se levanto.
– Parece extrano -dijo-. Primero matas a una persona. Despues intentas estrangular a otra. Y luego te vas a la cuadra y le echas de comer al caballo. ?Quien cono hace algo tan raro?
– No -replico Kurt Wallander-. ?Quien hace eso?
– Tal vez no signifique nada -dijo Noren.
– O al reves -contesto Wallander-. Me alegro de que hayas venido a explicarmelo.
Noren se despidio y se fue.
Kurt Wallander se quedo pensando en lo que acababa de oir.
La intuicion que lo habia rondado mostraba ser verdadera. Con aquel caballo pasaba algo.
El telefono interrumpio sus pensamientos.
Era otro periodista que queria hablar con el.
A la una menos cuarto dejo la comisaria. Iba a visitar a un viejo amigo al que no habia visto en muchos, muchos anos.
5
Kurt Wallander dejo la E 14 a la salida de las ruinas del castillo de Stjarnsund. Se bajo del coche y se puso a orinar. A traves del viento pudo oir el rugido de los motores de los aviones del aeropuerto de Sturup. Antes de volver a sentarse en el coche, se limpio el barro que se le habia incrustado en la suela de los zapatos. El cambio de temperatura habia sido muy brusco. El termometro del coche senalaba una temperatura exterior de cinco grados sobre cero. Jirones de nubes se desplazaban por el cielo cuando continuo el viaje.
Mas alla de las ruinas del castillo, el camino de grava se dividia y el tomo el de la izquierda. Nunca habia conducido por alli, pero aun asi sabia que era el camino correcto. A pesar de que casi habian pasado diez anos desde que le describieran el camino, lo recordaba con todo detalle. Su cerebro parecia programado para paisajes y carreteras.
Despues de un kilometro, aproximadamente, la carretera empeoro. Iba muy despacio y se preguntaba como los vehiculos de gran tonelaje podian pasar por alli.
De repente el camino se inclino fuertemente hacia abajo y una granja grande con establos se extendio delante de el. Entro en el patio ancho y paro el coche. Una bandada de cuervos graznaba sobre su cabeza cuando salio del coche.
La granja tenia un aspecto extrano y abandonado. El viento golpeaba una puerta de la cuadra. Por un momento creyo que, a pesar de todo, se habia equivocado.
«La desolacion», penso.
El invierno escaniano con sus estridentes bandadas de pajaros negros.
El barro que se pega a la suela de los zapatos.
Una joven rubia salio de repente por una de las puertas de la cuadra. Por un momento penso que le recordaba a Linda. Tenia el mismo cabello, el mismo cuerpo delgado, los mismos movimientos agitados al andar. La miro con atencion. La chica empezo a tirar de una escalera que llevaba al pajar de la cuadra.
Al verle dejo la escalera y se limpio las manos en los pantalones grises de montar.
– Hola -dijo Wallander-. Busco a Sten Widen. ?Estoy en el lugar correcto?
– ?Eres policia? -pregunto la chica.
– Si -contesto Kurt Wallander con asombro-. ?Como lo has adivinado?
– Se te nota en la voz -dijo la chica y empezo de nuevo a tirar de la escalera, que parecia haberse encallado.