– ?Esta en casa? -insistio Kurt Wallander.

– Ayudame con la escalera -pidio la chica.

Vio que uno de los travesanos de la escalera se habia enganchado en los revestimientos de la pared. Agarro la escalera y le dio la vuelta hasta que el travesano se solto.

– Gracias -dijo la chica-. Sten debe de estar en el despacho.

Senalo un edificio de ladrillo rojo situado mas alla de la cuadra.

– ?Trabajas aqui? -pregunto Kurt Wallander.

– Si -contesto la chica y subio la escalera con rapidez-. ?Quitate de en medio!

Con unos brazos asombrosamente fuertes empezo a sacar las balas de heno por la trampilla del granero. Kurt Wallander se dirigio hacia la casa roja. En el momento en que iba a llamar a la recia puerta, un hombre aparecio doblando la esquina.

Durante diez anos no habia visto a Sten Widen. Aun asi no parecia haber cambiado. El mismo pelo alborotado, la misma cara delgada, el mismo eczema rojo cerca del labio inferior..

– Vaya sorpresa -dijo el hombre con una risa nerviosa-. Pensaba que era el herrador y resulta que eres tu. Hace mucho que no nos vemos.

– Once anos -contesto Kurt Wallander-. Desde el verano del setenta y nueve.

– El verano en que todos los suenos se desplomaron -dijo Sten Widen-. ?Quieres un cafe?

Entraron en el edificio de ladrillo rojo. Kurt Wallander sentia el olor a aceite de las paredes. Una segadora oxidada se vislumbraba en la penumbra. Sten Widen abrio otra puerta, un gato aparecio de un salto y Kurt Wallander entro en una habitacion que parecia una combinacion de despacho y vivienda. Habia una cama deshecha junto a una pared, un televisor y un video, y un horno microondas sobre una mesa. En un viejo sillon se amontonaba una pila de ropa. El resto de la habitacion lo ocupaba un gran escritorio. Sten Widen sirvio cafe de un termo que estaba al lado de un telefax en una de las anchas repisas de la ventana.

Kurt Wallander penso en el sueno perdido de Sten Widen, que queria ser cantante de opera. En como ambos habian imaginado un futuro que ninguno de los dos lograria.

Kurt Wallander seria el empresario, y la voz de tenor de Sten Widen se oiria en los escenarios de opera de todo el mundo. Ya era policia en aquel entonces. Todavia lo era. Cuando Sten Widen comprendio que su voz no llegaba, se hizo cargo de la vieja y medio abandonada hipica de su padre para entrenar caballos de carreras. La amistad que los habia unido no pudo aguantar la desilusion que compartian. De verse diariamente habian pasado a un alejamiento de once anos. A pesar de vivir a solo cincuenta kilometros el uno del otro.

– Has engordado -dijo Sten Widen y quito un monton de periodicos de una silla de madera.

– Pero tu no -replico Kurt Wallander y noto su propio malestar.

– Los entrenadores de caballos de carreras raras veces engordan -dijo Sten Widen riendo nerviosamente de nuevo-. Cuerpos flacos y carteras flacas. Excepto los grandes entrenadores, claro. Khan o Strasser. Esos si que se lo pueden costear.

– ?Como te va? -pregunto Kurt Wallander sentandose en la silla.

– Ni bien ni mal -contesto Sten Widen-. No tengo exitos ni fracasos. Siempre hay algun caballo que se porta bien. Me entran caballos nuevos y jovenes y voy tirando. Pero en realidad…

Dejo de hablar sin acabar la frase.

Alargo el brazo y abrio un cajon del escritorio, saco una botella de whisky medio llena.

– ?Quieres? -pregunto.

Kurt Wallander nego con la cabeza.

– No seria bueno que a un policia lo detuvieran por conducir borracho -contesto-. Aunque ocurre de vez en cuando.

– Salud, de todos modos -dijo Sten Widen y bebio directamente de la botella.

Saco un cigarrillo de un paquete arrugado y busco un encendedor entre los papeles y los programas de las carreras.

– ?Como esta Mona? -pregunto-. ?Y Linda? ?Y tu viejo? ?Y como se llamaba tu hermana? ?Kerstin?

– Kristina.

– Eso es. Kristina. Siempre he tenido mala memoria, ya lo sabes.

– Las partituras nunca las olvidabas.

– Ah, ?no?

Bebio otro sorbo de la botella y Wallander noto que algo lo mortificaba. Tal vez no debiera haber ido a verlo. Tal vez no queria que le recordasen lo que una vez hubo en su vida.

– Mona y yo nos hemos separado -dijo-. Y Linda se ha independizado. Mi padre es como es. Sigue pintando su cuadro. Pero creo que empieza a estar senil. No se lo que hare con el.

– ?Sabias que me case? -pregunto Sten Widen.

Wallander tuvo la sensacion de que Sten no habia oido nada de lo que le habia dicho.

– No lo sabia.

– Me hice cargo de esta jodida cuadra. Cuando el viejo por fin comprendio que era demasiado viejo para cuidar de los caballos, empezo a beber en serio. Antes habia controlado mas o menos lo que se metia. Vi que no podia con el y sus amiguetes de juerga. Me case con una de las chicas que trabajaban aqui. La razon principal seguramente fue que tenia buena mano con el viejo. Le trataba como a un viejo caballo. No se metia en sus costumbres, pero ponia limites. Agarraba la manguera y le limpiaba cuando estaba demasiado sucio. Pero al morir el viejo era como si ella hubiera empezado a oler como el. Asi que me divorcie.

Volvio a beber de la botella y Kurt Wallander noto que estaba emborrachandose.

– Cada dia pienso en vender este lugar -dijo-. Lo que me pertenece es la casa. Seguramente me darian un millon de coronas por todo. Despues de pagar las deudas me que darian tal vez; unas cuatrocientas mil coronas. Entonces me compraria una caravana y me marcharia.

– ?Adonde?

– Ese es el problema. No lo se. No hay ningun sitio al que quiera ir.

A Kurt Wallander le produjo malestar lo que oia. Aunque por fuera era el mismo que hacia diez anos, su interior parecia haber experimentado grandes cambios. Era una voz fantasma la que le hablaba, rota y desesperada. Diez anos antes Sten Widen era un hombre satisfecho y alegre, el primero en invitar a una fiesta. Pero toda su alegria de vivir parecia haber desaparecido.

La chica que habia preguntado si Kurt Wallander era policia paso por delante de la ventana montada en un caballo.

– ?Quien es? -pregunto Kurt Wallander-. Se ha dado cuenta de que soy policia.

– Se llama Louise -contesto Sten Widen-. Seguramente puede oler que eres policia. Ha entrado y salido de diferentes correccionales desde que tenia doce anos. Yo soy su supervisor. Tiene buena mano con los caballos. Pero odia a los policias. Dice que un poli la violo una vez.

Bebio otro sorbo de la botella e hizo un gesto hacia la cama deshecha.

– A veces se acuesta conmigo -dijo-. Por lo menos asi es como lo veo. Que es ella la que se acuesta conmigo y no al reves. ?Sera un delito?

– ?Por que iba a serlo? ?No sera menor de edad?

– Tiene diecinueve anos. Pero los supervisores tal vez no tengan permiso para acostarse con los supervisados.

A Kurt Wallander le parecia intuir que Sten Widen empezaba a ponerse agresivo.

De repente se arrepentia de haber ido.

Aunque tuviera una razon tecnica a causa de la investigacion para visitarle, en aquel momento se preguntaba si no era una excusa. ?Habia ido a ver a Sten Widen para hablar de Mona? ?En busca de consuelo?

Ya no lo sabia.

– He venido para hablar contigo sobre caballos -dijo-. ?No has leido en los periodicos que hubo un doble asesinato en Lenarp la otra noche?

– No leo los periodicos -contesto Sten Widen-. Leo programas de carreras y listas de participantes. Eso es todo. Lo que ocurre en el mundo no me importa.

– Mataron a un par de viejos -continuo Kurt Wallander-. Y tenian un caballo.

– ?Tambien lo mataron?

– No. Pero creo que los asesinos le dieron heno antes de marcharse. Y eso es lo que te queria comentar. El

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