Habia olvidado que Per estaba en excedencia.
– Si no me hubieras llamado esta manana te habria llamado yo -dijo la mujer.
Kurt Wallander intuia un tono de reproche en su voz. «Vieja grunona», penso. «?Tu me vas a ensenar a cooperar con las autoridades de la fiscalia?»
– En realidad no tenemos mucha cosa -dijo, y se dio cuenta de que hablaba con voz cortante.
– ?Estais a punto de detener a alguien?
– No. Pero he pensado en daros un pequeno informe.
– Gracias -dijo la mujer-. ?Quedamos a las once aqui en mi despacho? Tengo una detencion a las diez y cuarto. Estare de vuelta a las once.
– Tal vez llegue con un poco de retraso. Tenemos una reunion de investigacion a las diez. Puede alargarse.
– Intentalo para las once.
La conversacion se acabo y Wallander se quedo sentado con el auricular en la mano.
La cooperacion entre la policia y los fiscales no siempre era sencilla. Pero Kurt Wallander habia forjado una relacion poco rutinaria y de confianza con Per ?keson. A menudo se llamaban y se pedian consejos. Raras veces, casi nunca, habia desavenencias ante una detencion o una puesta en libertad.
– Cono -dijo en voz alta-. Anette Brolin, ?quien es?
En aquel momento oyo el inconfundible paso renqueante de Rydberg en el pasillo. Saco la cabeza por la puerta y le pidio que entrara. Rydberg llevaba una chaqueta de piel pasada de moda y una boina. Al sentarse hizo una mueca.
– ?Te duele? -pregunto Kurt Wallander senalando la pierna.
– La lluvia me va bien -dijo Rydberg-. O la nieve. O el frio. Pero esta maldita pierna no aguanta el viento. ?Que querias?
Kurt Wallander le explico la amenaza anonima que habia recibido durante la noche.
– ?Que crees? -pregunto al acabar-. ?Es serio o no?
– Serio. Por lo menos tenemos que obrar como si lo fuera.
– Pensaba dar una rueda de prensa esta tarde. Explicamos el estado de la investigacion y nos centramos en el relato de Lars Herdin. Sin decir su nombre, por supuesto. Luego explico lo de la amenaza. Y digo que ninguno de los rumores sobre extranjeros tiene fundamento.
– De hecho no es la verdad -replico Rydberg con tono dubitativo.
– ?A que te refieres?
– La mujer dijo lo que dijo. Y el nudo quiza sea argentino.
– ?Como lo vas a relacionar con un atraco que probablemente hayan cometido unas personas que conocen muy bien a Johannes Lovgren?
– No lo se todavia. Creo que es demasiado pronto para sacar conclusiones. ?No te parece?
– Conclusiones provisionales -dijo Kurt Wallander-. En todo trabajo policial se trata de sacar conclusiones. Las que se desechan o las que se siguen elaborando.
Rydberg movia su pierna dolorida.
– ?Que has pensado hacer acerca del soplo? -pregunto.
– Me voy a cabrear en la reunion -dijo Kurt Wallander-. Luego Bjork se tendra que encargar cuando vuelva.
– ?Que crees que hara?
– Nada.
– Eso es.
Kurt Wallander abrio los brazos.
– Vale mas aceptarlo de una vez. Al que haya dado el soplo a la television no se le retorcera la nariz. A proposito, ?cuanto crees que paga la television sueca a los policias soplones?
– Probablemente demasiado -dijo Rydberg-. Por eso no tienen dinero para hacer buenos programas.
Rydberg se levanto de la silla.
– No olvides una cosa -dijo cuando ya estaba con la mano en el pomo de la puerta-. Un poli que da un soplo puede volver a darlo.
– ?Que quieres decir?
– Puede aferrarse a que una de nuestras pistas senala a unos extranjeros. De hecho es la verdad.
– No es ninguna pista -dijo Kurt Wallander-. Son las ultimas palabras confusas de una anciana aturdida y moribunda.
Rydberg se encogio de hombros.
– Haz lo que quieras -dijo-. Nos vemos dentro de un rato.
La reunion de investigacion no pudo ir peor. Kurt Wallander habia decidido empezar con lo del soplo y las consecuencias que podrian temerse. Describiria la llamada anonima que habia recibido y luego recogeria las opiniones sobre lo que se tendria que hacer antes de que acabara el plazo. Pero cuando se quejo con rabia de que uno de los presentes era tan desleal que distribuia informacion confidencial y tal vez tambien recibiese dinero a cambio, le respondieron con protestas airadas. Varios de los policias afirmaban que el rumor muy bien podia haberse filtrado desde el hospital. ?No estaban presentes tanto medicos como enfermeras cuando la anciana pronuncio sus ultimas palabras?
Kurt Wallander intento replicar a las objeciones pero las protestas se repitieron. Cuando la discusion finalmente se pudo concentrar en las investigaciones, en la sala reinaba un ambiente pesimista. El optimismo del dia anterior se habia convertido en una atmosfera torpe y poco inspirada. Kurt Wallander se dio cuenta de que habia empezado por el final.
El trabajo de identificacion del coche con el que el camionero habia estado a punto de chocar no daba ningun resultado. Para aumentar la efectividad se puso a un hombre mas a hacer averiguaciones sobre el coche.
Proseguia la investigacion del pasado de Lars Herdin. En el primer control no habia salido nada digno de comentarse. Lars Herdin estaba limpio y no tenia deudas extraordinarias.
– Tenemos que pasarle el aspirador -dijo Kurt Wallander-. Tenemos que averiguar todo lo que se pueda acerca de el. Vere a la fiscal dentro de un rato. Le pedire permiso para poder entrar en el banco.
Peters fue quien llevo la noticia mas importante del dia.
– Johannes Lovgren tenia dos cajas de seguridad -anuncio-. Una en el banco Foreningsbanken y otra en el banco Handelsbanken. Repase las llaves de su llavero.
– Bien -dijo Kurt Wallander-. Entraremos en ellas hoy mismo.
El grafico de la familia y los amigos de los Lovgren seguiria delineandose.
Se acordo que Rydberg se encargaria de la hija que vivia en Canada y que llegaria a la terminal de aerodeslizadores de Malmo sobre las tres de la tarde.
– ?Donde esta la otra hija? -pregunto Kurt Wallander-. La jugadora de balonmano.
– Esta aqui -dijo Svedberg-. Vive con unos familiares.
– Tu hablaras con ella -dijo Kurt Wallander-. ?Tenemos alguna pista mas que pueda ayudarnos? A proposito, pregunta a las hijas si a una de ellas le dieron un reloj de pared.
Martinson habia cribado las pistas. Todo lo que llegaba a conocimiento de la policia se pasaba al ordenador. Luego Martinson hacia una primera criba. Las informaciones mas absurdas no salian del listado del ordenador.
– Hulda Yngveson llamo desde Vallby diciendo que era la mano frustrada de Dios la que los habia asesinado - informo Martinson.
– Esa siempre llama -dijo Rydberg suspirando-. Si desaparece un ternero pequeno, es porque Dios esta frustrado.
– La he colocado en LR -dijo Martinson.
Cierto regocijo lleno el ambiente pesimista cuando Martinson aclaro que LR significaba locos de remate.
No habia entrado informacion relevante. Pero lo estudiarian todo a su debido tiempo.
Finalmente quedaba la cuestion de la relacion secreta de Johannes Lovgren en Kristianstad y el hijo que tenian. Kurt Wallander echo una ojeada por la habitacion. Thomas Naslund, un policia de unos treinta anos, que raras veces o nunca hacia ruido, pero que era muy concienzudo en su trabajo, estaba sentado en un rincon estirandose el labio inferior mientras escuchaba.