piernas para poder levantarme. Nuevas descargas estallaron en mi cabeza. Me apoye contra un arbol y volvi a sentir arcadas.

El sabor a bilis impregno mi boca y desperto nuevos interrogantes en mi conciencia. ?Cuando habia comido por ultima vez? ?La noche del dia anterior? ?Aquella misma noche? ?Que hora seria? ?Cuanto tiempo llevaba alli? La tormenta habia concluido y dado paso a las estrellas, aun era de noche y estaba helada. Eso era cuanto sabia.

Cuando concluyeron las contracciones abdominales me ergui lentamente y pasee la luz de linterna alrededor de mi en busca del sendero. Al fluctuar por la superficie del terreno el rayo pulso otro cable cognitivo: la bolsa enterrada. El chispazo de la memoria llego acompanado de una oleada de temor. Asi con mas fuerza la linterna, efectue un giro completo para asegurarme de que no habia nadie tras de mi y volvi a centrarme en la bolsa. ?Donde la habia encontrado? El recuerdo retornaba lentamente, pero en imagenes fijas. Me representaba la bolsa en la mente, mas no lograba establecer su localizacion en el terreno.

Explore entre la vegetacion adyacente en busca del objeto enterrado. Me vibraba la cabeza y las nauseas seguian remontandose por mi garganta, pero no me quedaba nada por devolver y los inutiles esfuerzos me causaban dolor de costados y me provocaban lagrimas. Me detuve de nuevo y me apoye en un arbol en espera de que los espasmos remitieran. Adverti que los grillos se preparaban para un concierto tras la tormenta, y su musica me produjo una sensacion de arena que se filtrara por mis oidos y se extendiera por mi cerebro.

Por fin encontre la bolsa a unos tres metros. Me sentia tan agitada que apenas podia sostener la linterna con firmeza, pero la descubri tal como la recordaba, aunque habia mas plastico a la vista. La rodeaba un charco de agua, y sus pliegues y hendiduras se habian llenado asimismo de agua.

Como no me hallaba en condiciones de extraerla me limite a mirarla. Sabia que habia que estudiar minuciosamente el escenario, pero temia que alguien pudiera alterarlo o llevarse los restos antes de que llegase alli una patrulla. Deseaba llorar de frustracion.

«?Buena idea, Brennan! ?Echate a llorar! Tal vez alguien venga a rescatarte.»

Me levante temblando de frio y temor y trate de pensar, pero mis celulas cerebrales no cooperaban: cerraban sus puertas y se resistian a todas las llamadas. El pensamiento de que debia telefonear se abrio camino en mi mente.

Identifique los limites del desigual sendero y trate de salir del bosque como mejor crei entender. Recordaba como habia llegado hasta alli pero tenia una vaga nocion del modo de salir. Mi sentido de orientacion me habia abandonado al igual que mi memoria a corto plazo. De improviso la linterna se apago y me vi sumergida en la oscuridad que me rodeaba, en la que solo se filtraba la luz de las estrellas. De nada sirvio agitarla ni maldecirla.

– ?Mierda! -exclame.

Por lo menos lo habia intentado.

Trate de distinguir algun sonido que me permitiera orientarme, pero solo capte el canto de los grillos que chirriaban en el entorno en todas direcciones. Aquello no funcionaba.

Intente distinguir entre las sombras la vegetacion mas o menos crecida y me deslice hacia adelante. Tanto daba un punto como otro. Ramas invisibles se enganchaban en mis ropas y cabellos, y los hierbajos se me enredaban entre los pies.

«Te has salido del sendero, Brennan. Esta zona se vuelve mas densa.»

Trataba de decidir que camino tomar cuando pise en falso, en el vacio, y aterrice apoyandome en las manos y en una rodilla. Tenia los pies atrapados y la rodilla derecha aplastada contra lo que parecia tierra desprendida. La linterna, que habia salido despedida de mis manos, se encendio al chocar en el suelo y proyecto una fantasmal luz hacia mi. Observe que mis pies desaparecian en un oscuro y angosto espacio.

Entre los tumultuosos latidos del corazon sali de aquel agujero y trepe hacia la luz, en diagonal, como un cangrejo en la playa. Cuando dirigi el foco hacia el lugar donde habia caido, descubri un pequeno crater que parecia recientemente abierto, como una herida fresca en el suelo. A su lado habia un pequeno monticulo de tierra.

Enfoque la abertura y vi que no era grande, tal vez de unos sesenta centimetros de ancho por noventa de profundo. Cuando avanzaba a tientas habia pisado demasiado cerca del borde y derramado un reguero de tierra en el hueco. «Como cereales que cayeran de una caja -pense-, reunidos con los que yo habia desprendido en mi caida.»

Mire con fijeza la tierra que se reunia en montoncillo en el fondo del agujero y que me sugeria una idea indefinida. De pronto comprendi: la tierra estaba practicamente seca. Incluso para mi confuso cerebro resultaba evidente que aquel agujero habia sido cubierto o excavado despues de la lluvia.

Un involuntario estremecimiento recorrio mi cuerpo y me impulso a cruzar los brazos en el pecho para reconfortarme. Aun estaba empapada y la tormenta habia refrescado el aire a su paso. Mi instintivo movimiento no me habia confortado y habia desviado la luz del agujero. Desplegue los brazos y volvi a enfocar la linterna. ?Por que alguien habria…?

La autentica pregunta surgio de repente encogiendome el estomago como una pistola del calibre cuarenta y cinco. ?Quien? ?Quien habia acudido alli para cavar o vaciar aquel agujero? ?Se encontraria el -o ella- por alli todavia? Aquel pensamiento me incito bruscamente a entrar en accion. Gire en redondo y barri todo el contorno con mi linterna. Un estallido de dolor se disparo en mi cabeza y se triplicaron los latidos de mi corazon.

Ignoro que esperaba ver. ?Un doberman asesino? ?A Norman Bates con su madre? ?A Hannibal Lecter? ?Al dios George Burns con su gorra de beisbol? Ninguno de ellos aparecio. Estaba sola con los arboles, los matorrales y la oscuridad salpicada de estrellas.

Con el giratorio arco de luz distingui el sendero. Me aparte del agujero recien cavado y regrese tambaleante hacia la bolsa semienterrada, que cubri con un monton de hojas. El tosco camuflaje no enganaria a quien lo habia ocultado alli pero acaso disimularia el escondrijo a una mirada accidental.

Satisfecha con mi tapadera vegetal, cogi la lata de insecticida del bolsillo y la introduje en la bifurcacion de un arbol contiguo como senal. Avance por el terreno pisando hierbajos y raices y sosteniendome con dificultades. Sentia como si las piernas se me hubieran dormido y me moviese en camara lenta.

Al llegar al cruce del sendero con el camino meti cada uno de los guantes en sendas ramas de arboles y marche a trompicones hacia la verja. Estaba mareada y agotada y temia desmayarme. La adrenalina no tardaria en consumirse y llegaria el derrumbamiento. Y cuando eso sucediera deseaba hallarme en cualquier otro lugar.

Mi viejo Mazda seguia aparcado donde lo habia dejado. Cruce precipitadamente la calle sin mirar a derecha ni a izquierda ni preocuparme de que alguien pudiera esperarme. Revolvi con desesperacion los bolsillos en busca de las llaves y, cuando por fin las encontre, me maldije por llevar tantas en el mismo llavero. Entre imprecaciones las deje caer dos veces y por fin halle las del coche, abri la puerta y me desplome en el asiento.

Cerre la puerta, abrace el volante con las manos y apoye la cabeza en los brazos. Sentia la necesidad de dormir, de huir de mis circunstancias y alejarme de ellas. Comprendi que tenia que luchar contra aquel impulso. Alguien podia encontrarse por alli, observandome y decidiendo que medidas adoptar.

Pasee la mirada a uno y otro lado y me recorde que cometeria otro error si permanecia en aquel lugar un instante mas.

Examine mentalmente al azar. De nuevo aparecio George Burns que me dijo: «Siempre me interesa el futuro. Me propongo pasar alli el resto de mi vida.»

Me incorpore bruscamente y deje caer las manos en el regazo. Un agudo dolor contribuyo a despejarme la mente. No devolvi: hacia progresos.

– Si vas a tener un futuro, sera mejor que te largues de aqui, Brennan.

Mi voz sono densa en el reducido espacio, pero tambien contribuyo a orientarme en la realidad del momento. Puse el coche en marcha y los digitos del reloj del salpicadero me transmitieron su mensaje verde: eran las dos y cuarto de la manana. ?Cuando me habia puesto en marcha?

Todavia temblorosa, di la calefaccion, aunque no estaba muy segura de su utilidad. Los escalofrios que sentia solo en parte se debian al viento y al fresco nocturno: en mi alma persistia un frio mas profundo que no reaccionaria con una calefaccion mecanica. Arranque sin mirar atras.

Me enjabone los senos rodeandolos una y otra vez, deseosa de que la perfumada espuma despejase mi mente de los acontecimientos nocturnos. Alce el rostro hacia el chorro que caia sobre mi cabeza y discurria por mi

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