cuerpo. El agua no tardaria en enfriarse, pues llevaba veinte minutos en la ducha tratando de expulsar el frio y silenciar las voces que zumbaban en mi cabeza.

El calor, el vapor y el aroma a jazmin deberian haberme relajado, liberado mis tensiones musculares y eliminado mis dolores, pero no fue asi. En todo momento estuve pendiente de percibir algun sonido procedente de fuera, pues esperaba el timbrazo del telefono. Temerosa de perderme la llamada de Ryan habia llevado el aparato portatil al bano.

Al llegar a casa, incluso antes de quitarme las ropas mojadas, habia telefoneado inmediatamente a la comisaria. La telefonista se habia mostrado esceptica, reacia a molestar a un detective a medianoche. Se nego rotundamente a darme el telefono particular de Ryan, y yo me habia dejado su tarjeta en el trabajo. En medio del salon, entre escalofrios y con la cabeza aun retumbando y el estomago disponiendose para otro ataque, no me habia sentido con animos para discutir; pero mis palabras, asi como mi tono, la convencieron. Al dia siguiente me disculparia.

Aquello habia sucedido hacia una hora. Me palpe la nuca. El chichon seguia alli. Bajo mis cabellos mojados lo notaba como un huevo duro, dolorido al contacto. Antes de meterme bajo la ducha habia revisado las instrucciones recibidas para tales ocasiones. Comprobe mis pupilas, gire la cabeza con fuerza a derecha e izquierda y me pellizque manos y pies para comprobar su sensibilidad. Todo parecia encontrarse en su sitio y funcionar a la perfeccion. Si habia sufrido una conmocion, habia sido leve.

Cerre el agua y sali de la ducha. El telefono seguia donde lo habia dejado, mudo e indiferente.

?Donde estaria aquel hombre? ?Diablos!

Me seque, me puse mi viejo albornoz y me envolvi los cabellos con una toalla. Comprobe el contestador para asegurarme de que no se habian recibido llamadas. No se veia ninguna luz roja. ?Maldicion! Recogi el telefono portatil y lo conecte para verificar su funcionamiento. Me respondio el tono del dial. Era evidente que no estaba averiado. Me sentia muy agitada.

Me tendi en el sofa y coloque el telefono en la mesita de te. Sin duda que el llamaria pronto, asi que no era cuestion de irse a la cama. Cerre los ojos y me propuse descansar unos momentos antes de prepararme algo para comer. Pero el frio, la tension, el cansancio y el porrazo recibido en la cabeza se confundieron en una oleada de agotamiento que me inundo y aplasto sumergiendome en profundo aunque agitado sueno. No fue como dormirse sino igual que perder el sentido.

Me encontraba ante una verja observando a alguien que cavaba con una enorme pala. Cada vez que la herramienta surgia de la tierra, rebosaba de ratas. Mire al suelo y vi que habia ratas por doquier. Tenia que apartarlas a patadas de mis pies. La persona que manejaba la pala aparecia borrosa, pero al volverse descubri que se trataba de Pete. Me senalo y me dijo algo, mas no llegue a comprender sus palabras. Entonces se puso a gritar y a hacerme senas para que me acercase formando un circulo con la boca, un circulo negro que crecia por momentos absorbiendo su rostro y convirtiendolo en la espantosa mascara de un payaso.

Las ratas corrian por mis pies. Una de ellas arrastraba la cabeza de Isabelle Gagnon, hundia los dientes en sus cabellos y tiraba de ella por las hierbas.

Quise huir, pero las piernas no me respondian. Me habia hundido en la tierra y estaba sobre una tumba. La tierra resbalaba alrededor de mi. Charbonneau y Claudel me miraban desde lo alto. Yo trataba de hablar, pero no lograba articular palabra. Deseaba que me sacaran de alli y les tendia las manos implorante, pero ellos no me hacian caso.

Se les acerco otro hombre vestido con largas ropas y extrano sombrero que me miro y me pregunto si habia sido confirmada. No pude responderle. Me dijo que me hallaba en una propiedad eclesiastica y que tenia que marcharme. Anadio que solo quienes trabajaban para la iglesia podian entrar en el recinto. El viento agitaba su sotana y me preocupaba que se le cayera el sombrero en la tumba. El hombre trato de sujetarse las ropas con una mano y marcar un telefono movil con la otra. El aparato comenzo a sonar sin que el le hiciera caso. El timbre sonaba ininterrumpidamente.

Lo mismo sucedia con el telefono de mi mesita de te, al que por fin diferencie del que llamaba en mis suenos. Tras enormes esfuerzos logre despertarme y descolgar el auricular.

– ?Si? -dije, aun atontada.

– ?Brennan?

Era un anglofono de voz brusca y familiar. Me esforce por aclararme la cabeza.

– Si -repeti mientras trataba de consultar mi reloj. Pero no lo llevaba.

– Aqui Ryan. Espero que se trate de algo serio.

– ?Que hora es?

No tenia idea de si habia dormido cinco minutos o cinco horas. Me hacia vieja.

– Las cuatro y cuarto.

– Aguarde un segundo.

Deje el telefono y fui al cuarto de bano para lavarme la cara mientras cantaba un estribillo de «The Drunken Sailor» y daba saltitos. Reajuste mi turbante y regrese con Ryan. No queria aumentar su malestar haciendolo esperar, pero sobre todo tampoco queria parecer atontada ni confusa. Considere mas conveniente tomarme unos momentos para despabilarme.

– De acuerdo. Ya estoy aqui. Lo siento.

– ?Cantaba alguien?

– Hum. Esta noche he ido a Saint Lambert -comence.

Deseaba contarle bastantes cosas, pero no queria entrar en detalles a aquellas horas.

– Encontre el lugar donde Saint Jacques puso su equis. Es una especie de finca eclesiastica abandonada.

– ?Me ha llamado para decirme eso a las cuatro de la manana?

– He encontrado un cadaver. Estaba muy descompuesto; probablemente sea ya un esqueleto a juzgar por el olor. Necesitamos ir alli en seguida antes de que alguien lo encuentre o los perros del vecindario organicen un banquete sacro.

Me tome un respiro y aguarde.

– ?Se ha vuelto loca de remate?

No supe si se referia a lo que habia encontrado o lo decia porque habia ido alli sola. Puesto que probablemente no se equivocaba en lo ultimo, opte por lo primero.

– Reconozco un cadaver cuando lo tengo delante.

Tras un largo silencio el hombre inquirio:

– ?Enterrado o en la superficie?

– Enterrado, pero a escasa profundidad. Lo poco que vi estaba expuesto y la lluvia empeoraba la situacion.

– ?Esta segura de que no se trata de otro condenado resto de cementerio que sale a la superficie?

– El cuerpo se halla en una bolsa de plastico.

Era obvio que como en los casos de Gagnon y Trottier.

– ?Mierda!

Adverti que rascaba una cerilla y luego la profunda respiracion significativa de que habia encendido un cigarrillo.

– ?No cree que debemos ir ahora? -inquiri.

– De ningun modo.

Le oi dar una calada.

– ?Y que significa ese «debemos»? Usted ya tiene fama de entrometida, Brennan, lo que no me impresiona en especial. Su actitud de mandarlo todo a paseo acaso funcione con Claudel, pero no surtira efectos conmigo. La proxima vez que sienta el impulso de bailotear por el escenario de un crimen, primero enterese cortesmente de si algun detective tiene vacantes en su carne de baile. Todavia resolvemos esa clase de cosas entre nuestros ocupados programas.

Aunque no esperaba su reconocimiento tampoco estaba preparada para una respuesta tan violenta. Comenzaba a enojarme, lo que acrecentaba el martilleo de mi cabeza. Aguarde, pero el no prosiguio.

– Le agradezco que me devuelva tan pronto la llamada -dije.

– Hum.

– ?Donde esta?

Si el cerebro me hubiera funcionado a pleno rendimiento no habria formulado tal pregunta. Me arrepenti

Вы читаете Testigos del silencio
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×