– Creo que usted recuerda todo cuanto le interesa, doctor Pelletier.

Se encogio de hombros y movio la cabeza con aire inocente.

– De todos modos, le he traido el archivo.

Lo abri y busque la pagina en cuestion.

– El informe policial dice que los restos se encontraron en una bolsa deportiva detras de la estacion de autobus Voyageur. Un borracho la abrio pensando que podria descubrir al propietario.

– Cierto -dijo Pelletier-. Los borrachos honrados son tan corrientes que deberian formar una organizacion fraterna.

– De todos modos, no le agrado el olor. Dijo… -Pasee rapidamente la mirada por el informe hasta encontrar la frase exacta- «…la bolsa desprendia un olor satanico que impregnaba mi alma». Fin de la cita.

– Un poeta: me gusta -respondio Pelletier-. Me pregunto que opinaria de mis calzoncillos.

Pase por alto su comentario y segui leyendo:

– «Llevo la bolsa a un conserje, que aviso a la policia. Encontraron un conjunto de partes de un cuerpo envueltas en una especie de mantel.»

– ?Ah, oui, lo recuerdo! -dijo. Y me senalo con un dedo amarillento-. Horrible, espantoso.

Su aspecto reflejaba tales palabras.

– Doctor Pelletier…

– Se trata del caso del mono terminal.

– Entonces no me he equivocado al leer su informe.

Enarco las cejas con aire inquisitivo.

– ?Era realmente un mono? -pregunte.

Asintio con gravedad.

– Un capuchino.

– ?Por que lo trajeron aqui?

– Estaba muerto.

– Si. -Eran unos humoristas-. ?Pero por que imputarlo al juez de instruccion?

La expresion de mi rostro debia suscitar una respuesta directa.

– Lo que se encontraba alli adentro era pequeno y alguien lo habia despellejado y despedazado. Podia haber sido cualquier cosa ?diablos! Los policias pensaron que acaso se tratara de un feto o de un neonato y nos lo enviaron a nosotros.

– ?Habia algo extrano en el caso?

No sabia a ciencia cierta que esperaba.

– No. Solo se trataba de un mono despedazado -replico curvando despectivo las comisuras de la boca.

– Cierto.

Habia sido una pregunta necia.

– ?Le sorprendio algo acerca de como estaba descuartizado el animal?

– Realmente no. Todos estos casos son iguales.

No llegariamos a ninguna parte.

– ?Llegaron a descubrir a quien pertenecia?

– Si, aparecio una nota en el periodico y llamo un tipo de la universidad.

– ?De la UQAM?

– Si, creo que si. Un biologo, zoologo o algo por el estilo. Era anglofono. ?Ah, aguarde!

Saco un cajon de su escritorio, volco su contenido, extrajo un monton de tarjetas de visita sujetas con una cinta elastica que retiro y, tras hojearlas, me entrego una de ellas.

– Aqui esta. Lo conoci cuando se presento a identificar al cadaver.

En la tarjeta se leia: Parker T. Bailey, doctor en medicina, profesor de Biologia de la Universidad de Quebec en Montreal. Facilitaba una direccion de correo electronico y numeros de fax y telefono junto a una direccion.

– ?De que trataba el asunto? -me interese.

– El caballero tenia monos en la universidad para sus investigaciones. Un dia llego y descubrio que habia desaparecido uno de ellos.

– ?Robado?

– Robado, liberado, escapado… ?quien sabe? El primate estaba ausente sin permiso.

– ?De modo que se entero de lo sucedido por los periodicos y se presento aqui?

– C'est ca.

– ?Que fue de el?

– ?Del mono?

Asenti.

– Se lo entregamos a… -Senalo la tarjeta.

– Al doctor Bailey -conclui.

– Oui. No habia parientes proximos, por lo menos en Quebec.

El hombre se mostraba impasible.

– Comprendo.

Volvi a examinar la tarjeta. Aunque mi hemisferio cerebral izquierdo me senalaba que aquello no significaba nada me encontre diciendo:

– ?Puedo quedarme con la tarjeta?

– Desde luego.

– Otra cosa. -Yo misma me tendi la trampa-. ?Por que lo llaman el caso del mono terminal?

– Porque lo era -respondio sorprendido.

– ?Era que?

– El mono: un caso terminal.

– Si, comprendo.

– Y tambien fue alli donde lo encontraron.

– ?Donde?

– En la terminal, la terminal del autobus.

Algunas cosas se traducen perfectamente. Por desdicha.

Durante el resto de la tarde extraje detalles de los cuatro archivos principales y los introduje en la hoja de calculo que habia creado. Color de cabellos; ojos; piel; altura; religion, nombres; fechas; lugares; signos de Zodiaco. Todo y nada. Me sumergi en ello obstinadamente con el proposito de buscar mas tarde los vinculos. O quiza creia que las pautas se formarian por si solas y los fragmentos de informacion interrelacionados se vincularian entre si como neuropeptidos a sedes receptoras. O quiza solo necesitaba una tarea maquinal en la que ocupar mi mente, un crucigrama mental para hacerme la ilusion de que progresaba.

A las cuatro y cuarto trate de nuevo de comunicarme con Ryan. Aunque no se encontraba en su despacho, la telefonista creia haberlo visto y emprendio su busqueda a reganadientes. Mientras aguardaba repare de nuevo en el expediente del mono. Algo irritada deje caer las fotos. Habia dos juegos, uno de Polaroids; el otro, de transparencias en color de cinco por siete. La telefonista llamo para indicarme que Ryan no se encontraba en ninguno de los despachos donde lo habia buscado. Si, suspiro, lo intentaria en la cafeteria.

Ojee las Polaroids. Era evidente que las habian tomado cuando los restos llegaron al deposito. En ellas aparecia una bolsa deportiva de color purpura y negro, cerrada y abierta, y la ultima mostraba un bulto en su interior. En las siguientes se veia el bulto sobre una mesa de autopsias, antes y despues de ser destapado.

Las seis fotos restantes captaban las partes del cuerpo. La escala que aparecia en la tarjeta de identificacion confirmaba que el sujeto era realmente diminuto, mas pequeno que un feto cumplido o un recien nacido. La putrefaccion habia progresado bastante. La carne comenzaba a ennegrecerse y estaba manchada de algo que parecia tapioca rancia. Crei poder identificar la cabeza, el torso y las extremidades. Aparte de ello, no logre distinguir nada. Las fotos se habian tomado desde demasiado lejos y los detalles eran pesimos. Hice girar unas cuantas en busca de mejor angulo, pero era imposible descubrir gran cosa.

La telefonista llamo de nuevo con acento decidido: Ryan no estaba en el edificio, tendria que probar al dia siguiente. Le transmiti otro mensaje y colgue sin darle la oportunidad de darme la respuesta prevista.

Los primeros planos de las transparencias se habian tomado tras la limpieza, y los detalles que habian escapado a la Polaroid se reflejaban claramente en ellas. El pequeno cadaver habia sido desollado y desarticulado.

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