ultima comprobacion. La secretaria no comprueba las puertas a menos que se le pida de manera especifica.

Hizo una nueva pausa.

– Supongo que debio de entrar alguna persona ajena al proyecto. No es imposible que se dejen las puertas abiertas. Algunos estudiantes son menos fiables que otros.

– ?Y que me dice de la jaula?

– La jaula, desde luego, no constituia un problema. Solo disponia de un candado que nunca encontramos. Supongo que debieron de arrancarlo.

Intente abordar la siguiente cuestion con delicadeza.

– ?Llegaron a encontrarse las partes que faltaban?

– ?Las partes que faltaban?

– Alma habia sido… -De nuevo busque la palabra adecuada-: mutilada. Algunas partes de ella que no estaban en el bulto no se encontraron. Me preguntaba si aparecio algo de ello por aqui.

– Como, por ejemplo, ?que faltaba?

Su palido rostro reflejaba el mayor asombro.

– Su mano derecha, doctor Bailey. La diestra habia sido cortada por la muneca. No estaba alli.

No tenia por que hablarle de las mujeres que habian sufrido recientemente la misma violacion, la verdadera razon que me llevaba alli.

Guardo silencio. Uniendo las manos tras la cabeza, se recosto hacia atras en su asiento y se centro en algo que estaba por encima de mi. Sus mejillas enrojecieron aun mas. Un pequeno reloj de radio sono quedamente dentro de su archivador.

– De modo retrospectivo, ?que cree usted que sucedio? -insisti tras prolongado silencio.

No respondio en seguida. Cuando ya estaba convencida de que no lo haria, exclamo:

– Creo que probablemente fue una de las formas de vida mutante que se han desarrollado en el pozo negro alrededor de este campus.

Crei que habia acabado. La fuente de su respiracion parecia haberse sumido en la profundidad de su pecho. Entonces anadio algo, casi en un susurro, que yo no capte.

– ?Como dice? -le pregunte.

– Marie Lise merecia algo mejor.

Me parecio un comentario extrano. Tambien Alma, pense, pero me abstuve de expresarlo. De improviso una campanilla interrumpio el silencio agitando todo mi sistema nervioso. Consulte el reloj: eran las diez de la noche.

Esquive su pregunta acerca de mi interes por una mona muerta hacia cuatro anos y, tras agradecerle el tiempo que me habia dedicado, le rogue que me llamase si recordaba algo mas sobre el particular. Y alli se quedo sentado, otra vez centrado en lo que podia haber flotado sobre mi cabeza. Imagine que se remontaba en el tiempo, no en el espacio.

Como no me resultaba familiar el territorio, aparque en la misma calle que la noche en que habia deambulado por el Main. Hay que insistir en lo que funciona. Habia llegado a considerar aquella excursion como el Gran Tanteo de Gabby. Parecia que hubieran pasado eones y solo hacia dos dias de ello.

Aquella noche era mas fresca y caia una suave llovizna. Me subi la cremallera de la chaqueta y regrese a mi coche.

Al salir de la universidad habia caminado hacia el norte de St. Denis, pasando junto a una sucesion de boutiques y bistros a gran escala. Aunque a escasas manzanas al este, St. Denis es el sitio adecuado para encontrar algo: un vestido, pendientes de plata, un companero, el ligue de una noche… Es la calle de los suenos. La mayoria de las ciudades tienen una semejante. Montreal cuenta con dos: Crescent para los anglofonos y St. Denis para los francofonos.

Mientras aguardaba a que cambiase el semaforo en Maisonneuve pensaba en Alma. Bailey probablemente tenia razon. Frente a mi y a mi derecha se encontraba la estacion de autobus. Quienquiera que la hubiese matado no habria llegado tan lejos para deshacerse del cuerpo. Aquello sugeria un local.

Observe a una pareja joven que salia de la estacion de metro Berri-UQAM. Corrian bajo la lluvia, muy abrazados, como calcetines recien salidos de la lavadora.

O se habia tratado de alguien que se desplazaba diariamente al trabajo. «De acuerdo, Brennan. Rapta un mono, coge el metro hasta casa, matalo, descuartizalo y luego llevatelo a cuestas en el metro y abandonalo en la parada del autobus. ?Una gran ocurrencia!»

Cuando cambio la luz cruce St. Denis y fui en direccion oeste a Maisonneuve recordando todavia mi conversacion con Bailey. ?Que habia en el que me molestaba? ?Que mostrara excesiva emocion hacia su alumna y muy poca por la mona? ?Que me hubiera parecido tan… negativo por el proyecto Alma? ?Que no estuviera enterado de la perdida de la mano? Pelletier me habia dicho que Bailey habia examinado el cadaver. ?No habria reparado en que le faltaba aquella extremidad?

Los restos le habian sido entregados y se los habia llevado del laboratorio.

– ?Mierda! -exclame en voz alta mientras me daba una palmada imaginaria en la frente.

Un hombre con chandal se volvio a mirarme con aprension. Iba descalzo y llevaba una bolsa de compra entre los brazos cuyas desgarradas asas formaban extranos angulos. Le sonrei para tranquilizarlo, y el se alejo arrastrando los pies y agitando la cabeza ante el estado de la humanidad y del universo.

Me censure por ser constantemente un Colombo. ?Ni siquiera habia preguntado a Bailey que habia hecho con el cuerpo! ?Vaya detective estaba hecha!

Tras mis autoincrepaciones me propuse reparar el mal hecho procurandome un perro caliente.

Como me constaba que de todos modos no podria dormir, me decidi por ello. De aquel modo podria atribuirlo a la comida. Entre en el Chien Chaud de St. Dominique y encargue un bocadillo aderezado, patatas fritas y una coca cola light.

– No tenemos coca cola: ha de ser pepsi -me dijo un tipo parecido a John Belushi, con densa cabellera negra y pronunciado acento.

Pense que la vida imita con fidelidad el arte.

Mientras comia en un reservado de plastico rojiblanco examine los carteles de anuncios de viajes que se desprendian de las paredes. Pense que seria fantastico encontrarse en uno de aquellos lugares de cielos excesivamente azules y cegadores edificios blancos de Paros, Santorini y Mykonos. Si, seria fantastico. Los coches comenzaban a atestar las calzadas mojadas. El Main se estaba animando.

Entro un hombre en el establecimiento, al parecer griego, y entablo ruidosa conversacion con Belushi. Sus ropas estaban mojadas y olian a humo, grasa y a una especia que no reconoci. Tenia la espesa cabellera salpicada de gotas de agua. Al advertir que lo observaba me sonrio, enarco una poblada ceja y se paso lentamente la lengua por el labio superior con el mismo aire con que hubiera podido mostrarme sus hemorroides. Rivalizando con su nivel de madurez le hice un gesto obsceno y concentre mi atencion en el escenario que aparecia tras el escaparate.

A traves del cristal mojado por la lluvia distingui una hilera de comercios en la otra acera, oscuros y silenciosos en la vispera de un dia festivo. La Cordonnerie la Fleur. ?Como podia llamar un zapatero «la flor» a su establecimiento?

La Boulangerie Nan. Me pregunte si seria el nombre de la panaderia, del propietario o solo un anuncio de pan indigena. A traves de los cristales distingui las estanterias vacias, dispuestas para la entrega matinal. ?Fabrican pan los panaderos en las fiestas nacionales?

La Boucherie St. Dominique. Sus escaparates estaban cubiertos por anuncios de especialidades semanales. Lapin frais, boeuf, agneau, poulet, saucisse. Conejo fresco, ternera, cordero, pollo, salchicha… mono.

?Eso es! ?Ya habia vuelto a lo mismo! Tire el envoltorio arrugado en la bandeja de papel que soportaba mi perro caliente. Los objetos por los que destruimos los arboles. Anadi mi lata de pepsi y deseche todo el conjunto en la basura antes de marcharme.

El coche estaba donde lo habia dejado y como lo habia dejado. Mientras partia mi cerebro conecto de nuevo con los asesinatos.

Cada giro de los limpiaparabrisas me enviaba una nueva imagen. El brazo truncado de Alma, un giro, la mano de Morisette-Champoux sobre el suelo de la cocina, otro giro, los tendones de Chantale Trottier, nuevo giro, los huesos del brazo con los extremos inferiores rebanados…

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