Aunque la lluvia habia cesado seguia corriendo la brisa, y una suave neblina flotaba bajo el rayo de luz. Escuche unos instantes sin percibir nada. Escudrine el campo de vision disponible varias veces tambien en vano. Temerariamente desactive el sistema de seguridad, abri las puertas y asome la cabeza al exterior.

A la izquierda, contra la pared, la negra picea estaba a la altura de su nombre pero ninguna sombra extrana se mezclaba con sus ramas. El viento soplaba levemente y las ramas se movian. Golpe y tintineo. Una nueva oleada de espanto.

La verja. El ruido procedia de la verja. Volvi bruscamente los ojos a tiempo de captar un ligero movimiento en el instante en que se cerraba. Mientras observaba, el viento arrecio de nuevo y la verja se movio ligeramente entre los limites del pestillo. Golpe y tintineo.

Contrariada sali al patio y fui hacia alli. ?Por que no habia reparado nunca en aquel sonido? Entonces volvi a estremecerme: el candado que impedia cualquier movimiento del pestillo habia desaparecido. ?Habria olvidado Winston colocarlo tras cortar el cesped? Asi debia de haber sido.

Di un brusco empujon a la verja para asegurar todo lo posible el pestillo y regrese hacia la puerta. Entonces percibi otro sonido, mas delicado y sofocado.

Mire hacia el lugar de donde procedia y distingui un objeto extrano en mi herbario. Como una calabaza clavada en un palo que surgiera del suelo. El suave crujido procedia de la funda de plastico al ser movida por el viento.

De pronto comprendi la horrible realidad. Sin saber por que intui lo que habia bajo aquella funda. Avance con piernas temblorosas sobre el cesped y arranque el plastico.

Aquella vision me provoco nauseas y me obligo a devolver. Me enjugue la boca con la mano y me precipite en mi casa, di un portazo y, tras asegurar la puerta, volvi a instalar el sistema de seguridad.

Busque torpemente un numero, me abalance hacia el telefono y me esforce por pulsar las teclas adecuadas. Me respondieron al cuarto timbrazo.

– ?Venga en seguida! ?Ahora mismo!

– ?Es Brennan?-repuso una voz sonolienta-. ?Que diablos…?

– ?Venga inmediatamente, Ryan!

Capitulo 24

Mas tarde, y tras cuatro litros de te, estaba encogida en la mecedora de Birdie y observaba aturdida a Ryan, que en aquel momento realizaba su tercera llamada -en esta ocasion, personal- asegurandole a alguien que regresaria en seguida. A juzgar por sus palabras, su interlocutor se mostraba insatisfecho e insistente.

Mi histeria se habia visto recompensada. Ryan habia llegado veinte minutos despues. Registro el apartamento y el patio y luego se puso en contacto con el CUM para que enviaran un coche patrulla a vigilar el edificio. Habia colocado la bolsa y su espantoso contenido en otra bolsa mayor, la sello y la dejo en el suelo, en un rincon del comedor, con la intencion de llevarsela despues. El equipo de investigacion vendria por la manana. Estabamos en el comedor: yo, sentada, tomaba un te, y Ryan paseaba arriba y abajo y charlaba.

No sabia exactamente que me producia efectos mas tranquilizadores, si el te o Ryan. Probablemente no seria la infusion. En realidad, lo que deseaba era una bebida mas fuerte. Pero «desear» no era la palabra adecuada: «ansiar» seria mas exacta. Lo cierto es que deseaba beber mucho, apurar una botella hasta la ultima gota. «Olvidalo, Brennan. El tapon esta puesto y seguira ahi.»

Bebi un trago de te y observe a Ryan. Llevaba tejanos y una descolorida camisa vaquera. Buena eleccion. Las tonalidades azules iluminaban sus ojos como si colorearan una pelicula antigua. Concluyo sus llamadas, pero siguio paseando.

– Ya esta -dijo.

Tiro el telefono en el sofa y se paso la mano por el rostro. Estaba despeinado y con aspecto cansado. Pero probablemente tampoco yo pareceria Claudia Schiffer.

Me pregunte a que se referiria.

– Le agradezco que haya venido -dije-. Me temo haber reaccionado exageradamente.

Ya lo habia dicho, pero lo repeti.

– No, nada de eso.

– No acostumbro…

– No pasa nada. Vamos a cazar a ese psicopata.

– Yo podria haber…

Se inclino y apoyo las manos en las rodillas al tiempo que fijaba en las mias sus frias pupilas. Tenia una mota de pelusa en las pestanas, como una particula de polen pegada en un pistilo.

– Brennan, esto es muy grave. Por ahi anda un tipo que es una especie de mutante mental, psicologicamente contrahecho. Es como las ratas que socavan montones de basura y se escabullen por los conductos del alcantarillado de esta ciudad: un depredador. Tiene los cables cruzados y ahora la ha introducido a usted en la pesadilla degenerada que esta maquinando. Pero ha cometido un error y nosotros lo obligaremos a descubrirse y lo aplastaremos. Eso haremos con ese gusano.

Me sobresalto la intensidad de su respuesta y no se me ocurrio que decir. No me parecia aconsejable senalarle sus confusas metaforas.

Ryan tomo mi silencio como escepticismo.

– Lo digo en serio, Brennan. Ese cerdo tiene el cerebro de un sadico, lo que significa que usted debe renunciar a sus artimanas.

Su comentario me incito a comportarme de modo descortes, algo que no exigia mucho incentivo. Me sentia vulnerable y dependiente y me odiaba a mi misma por ello, por lo que volque en el mis frustraciones.

– ?Artimanas? -replique.

– ?Diablos, Brennan, no me refiero a esta noche!

Ambos sabiamos a que se referia. Tenia razon, lo que intensificaba mi malestar y me incitaba a discutir. Hice girar el te ya frio y guarde silencio.

– Es evidente que ese animal ha estado acechandola -insistio, machacon como un martillo mecanico-. Sabe donde vive y como entrar en su casa.

– No ha llegado a entrar.

– ?Ha colocado una cabeza humana en su patio!

– ?Lo se! -grite perdiendo en gran parte mi compostura. Desvie la mirada hacia el rincon del comedor. El objeto procedente del jardin yacia alli, silencioso e inerte, un artefacto que aguardaba ser procesado. Podia haberse tratado de cualquier cosa: un balon, un globo, un melon. El objeto redondo contenido en la brillante bolsa de color negro parecia inofensivo en el interior del plastico donde Ryan lo habia encerrado.

Sin apartar de el los ojos, cruzaron por mi mente imagenes de su espantoso contenido. Vi el craneo apoyado en el angosto cuello del palo, las vacias orbitas fijas en el frente y la rosada luz del neon brillando en el blanco esmalte de la boca abierta. Imagine al intruso rompiendo el candado y cruzando el patio con osadia para depositar alli su horripilante recuerdo.

– Lo se -repeti-, tiene razon. Tendre que andarme con mucho cuidado.

Hice girar de nuevo mi taza buscando respuesta en las hojas.

– ?Quiere mas te? -ofreci.

– No, estoy bien. -Se levanto-. Voy a comprobar si ha llegado la patrulla.

Desaparecio por la parte posterior del apartamento y yo me servi otra taza. Aun estaba en la cocina cuando el regreso.

– Han aparcado en la callejuela de enfrente y se instalara otra en el otro lado. Lo comprobare cuando me marche. Nadie podra acercarse a este edificio sin ser visto.

– Gracias.

Tome un trago y me apoye en el mostrador.

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