– ?Como?

– ?Desea tomar algo? ?Comer? ?Quiere volver a casa?

Si, y no regresar jamas.

– No, me siento bien.

Por primera vez repare en la mano que habia puesto sobre la mia. Los dedos eran delgados, pero su mano, ancha y huesuda. Un arco moteado subrayaba el nudillo del pulgar.

– No ha sido mutilada -dije.

– No.

– ?Por que los ladrillos?

– Nunca he podido comprender como piensan esos imitantes.

– Es una pulla, ?verdad? Queria que la encontraramos y deseaba manifestar algo. No encontraremos huellas dentro del guante.

No respondio.

– Esto es diferente, ?verdad, Ryan?

– Si.

El calor dentro del vehiculo era como melaza en mi piel. Sali y me levante los cabellos para sentir la brisa en la nuca. No corria aire. Observe como aseguraban con negras tiras de lona la bolsa que contenia el cuerpo y lo deslizaban en la furgoneta. Senti formarse un sollozo en mi pecho y trate de contenerlo.

– ?Pude haberla salvado, Ryan?

– ?Pudimos salvarla cualquiera de nosotros? No lo se. -Profirio un fuerte suspiro y entorno los ojos para protegerse del sol-. Hace unas semanas, tal vez. Probablemente no ayer ni anteayer.

Se volvio y fijo la mirada en mi.

– Lo que me consta es que encontraremos a ese hijo de perra. Es hombre muerto.

Distingui a Claudel, que acudia hacia nosotros con una bolsa de plastico de pruebas. Me prometi que si me decia algo le partiria los condenados labios. Estaba decidida a ello.

– Lo siento muchisimo -murmuro Claudel evitando mi mirada. Y dirigiendose a Ryan anadio-: Aqui hemos acabado.

Ryan enarco las cejas. Claudel le respondio con una senal de la cabeza en direccion hacia un punto determinado. Mi pulso se acelero.

– ?Que es? ?Que han encontrado?

Ryan me puso las manos en los hombros. Mire la bolsa que Claudel sostenia y distingui un guante quirurgico amarillo palido con manchas marrones que moteaban su superficie. Sobresaliendo del borde del guante se veia un objeto plano, rectangular, con borde blanco y fondo negro. Era una fotografia. Ryan intensifico su presion en mis hombros. Lo mire inquisitiva temiendo ya la respuesta.

– Lo veremos luego.

– Dejemelo -insisti tendiendo una mano temblorosa. Claudel vacilo y me tendio la bolsa. La cogi, asi un dedo y a traves del guante golpee con suavidad hasta que la foto se desprendio facilmente. Reoriente la bolsa y mire a traves del plastico.

En la foto aparecian dos figuras cogidas del brazo, los cabellos agitados por el viento, las grandes olas del oceano ondeando a sus espaldas. El terror me invadio, se acelero mi respiracion. «Tranquilizate, calmate.»

Myrtle Beach, 1992. Katy y yo. El canalla habia enterrado una foto de mi hija con mi amiga asesinada.

Nadie pronuncio palabra. Adverti que Charbonneau se aproximaba desde el lugar donde se encontraba enterrado el cadaver. El hombre se reunio con nosotros y miro a Ryan, que asintio. Los tres hombres guardaron silencio. Nadie sabia como reaccionar, que decir. No me sentia dispuesta a ayudarlos. Charbonneau interrumpio el silencio.

– Vamos a acorralar a este hijo de perra.

– ?Tenemos ya el mandamiento judicial? -intervino Ryan.

– Bertrand se reunira con nosotros. Lo emitieron en cuanto descubrimos el… cadaver.

Fijo sus ojos en mi y desvio rapidamente la mirada.

– ?Sigue el tipo alli todavia?

– Nadie ha entrado ni salido desde que vigilamos la casa. No creo que debamos esperar.

– Desde luego.

Ryan se volvio hacia mi.

– El juez Tessier acepto la causa probable y autorizo el mandamiento judicial esta manana, asi que vamos a acorralar al tipo que usted persiguio la noche del jueves. Ahora mismo pienso ir…

– De ningun modo, Ryan. Ire yo.

– Bren…

– Por si lo ha olvidado, acabo de identificar a mi mejor amiga en cuyo poder habia una foto de mi hija y mia. Tal vez la haya matado ese cerdo o cualquier otro psicopata, pero voy a descubrirlo y hare todo lo posible para acabar con el. Lo perseguire y lo acorralare con la ayuda de usted y de sus grandes hombres o sin ella. - Acompanaba mis palabras con insistentes senales en el aire con el dedo, como un piston neumatico-. ?Pienso ir alli ahora mismo!

Echaba fuego por los ojos y jadeaba intensamente. Pero no lloraba. No pensaba verter una lagrima. Me esforce por dominar mi histeria. Durante largo rato nadie pronuncio palabra.

– Allons-y -dijo por fin Claudel-. Vamonos.

Capitulo 35

Hacia mediodia la temperatura y la humedad eran tan elevadas que la ciudad parecia inanimada. Nada se movia. Arboles, pajaros, insectos y seres humanos se mantenian lo mas quietos posible, como paralizados por el calor sofocante. La mayoria se ocultaban a la vista.

El trayecto fue una repeticion del dia de san Juan Bautista. Un silencio tenso, olor a sudor entre el aire acondicionado y el miedo que atenazaba mi estomago. Solo se echaba de menos la hosquedad de Claudel. Charbonneau y el se reunirian alli con nosotros.

Y el trafico era diferente. Por el camino hacia la rue Berger nos habiamos cruzado con multitudes que celebraban una jornada festiva; en aquellos momentos cruzabamos calles vacias y llegamos al cubil del sospechoso en menos de veinte minutos. Cuando giramos por la esquina distingui a Bernard, Charbonneau y Claudel en un vehiculo camuflado, detras del cual se hallaba aparcado el coche patrulla de Bertrand. La furgoneta policial se encontraba al final de la manzana, Gilbert ante el volante y un tecnico apoyado contra la ventanilla del acompanante.

Los tres detectives se apearon en cuanto nos dirigimos hacia ellos. La calle estaba tal como yo la recordaba, aunque a la luz del dia era mas vulgar y carente de atractivos que entre la oscuridad. Tenia la camisa pegada a la pegajosa piel.

– ?Donde se halla el equipo de vigilancia? -inquirio Ryan a modo de saludo.

– Han rodeado el edificio por la parte posterior -repuso Charbonneau.

– ?Sigue el adentro?

– No se ha producido actividad alguna desde que llegaron aqui hacia medianoche. Posiblemente sigue dormido.

– ?Hay una salida posterior?

Charbonneau asintio.

– Ha estado cubierta toda la noche. Tenemos patrullas en cada extremo de la manzana y hay otra apostada en Martineau. -Senalo con el pulgar hacia el otro lado de la calle-. Si el muchacho esta ahi, no tiene escapatoria posible.

– ?Tiene el documento? -pregunto Ryan volviendose hacia Bertrand.

Este asintio.

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