– Es el catorce treinta y seis de Seguin, numero doscientos uno. ?Vamos, baje!

E hizo un ademan burlon, como si exhibiera una invitacion.

Aguardamos unos momentos examinando el edificio como si se tratase de un adversario al que nos dispusieramos a asaltar y capturar. Dos chavales negros rodeaban la esquina y avanzaban por la manzana acompanados de la estrepitosa musica de rap de un enorme transistor. Calzaban Air Jordans y llevaban unos pantalones enormes, capaces de albergar a toda una familia. Sus camisetas exhibian totems de violencia: en una aparecia un craneo con ojos que se deshacian; en la otra, la Parca, con sombrilla playera. La Muerte de vacaciones. El muchacho mas alto llevaba rapada la cabeza y tan solo se habia dejado una zona ovalada de cabello en lo alto. El otro llevaba rizos.

Por un momento, con una punzada de dolor, se me represento la melena rizada de Gabby.

Mas tarde: aquel no era el momento oportuno. Me esforce por centrarme en el presente.

Vimos a los muchachos entrar en un edificio proximo y truncarse el sonido de rap tras la puerta que se cerro a sus espaldas. Ryan miro en ambas direcciones y luego se volvio hacia nosotros.

– ?Vamos? -dijo.

– Cojamos a ese hijo de perra -repuso Claudel.

– Luc, Michel y tu cubrireis la parte posterior. Si trata de escapar, aplastadlo.

Claudel entorno los ojos, ladeo la cabeza como si se dispusiera a decir algo y por ultimo la sacudio y dio un fuerte resoplido. Charbonneau y el se pusieron en marcha, pero se volvieron al oir a Ryan.

– Nos atendremos a las normas -dijo con dura expresion-. No cometais errores.

Los detectives del CUM cruzaron la calle y desaparecieron tras el edificio de piedra gris.

Ryan se volvio hacia mi.

– ?Esta preparada?

Asenti.

– Podria tratarse de nuestro hombre.

– Si, Ryan, lo se.

– ?Se siente en condiciones?

– ?Por Dios, Ryan…!

– ?En marcha!

Senti estallar una burbuja de temor en mi pecho mientras subiamos la escalera metalica. La puerta exterior no estaba cerrada. Entramos en un pequeno vestibulo de sucio pavimento enlosado. Los buzones del correo se alineaban en la pared derecha y en el suelo, debajo de ellos, aparecian circulares. Bertrand tanteo la puerta interior, que tambien estaba abierta.

– ?Vaya seguridad! -comento.

Atravesamos un pasillo escasamente iluminado, entre un calor asfixiante impregnado de olor a grasas y a fritangas. Una alfombra raida se extendia hacia el fondo del edificio y cubria una escalera situada la derecha, asegurada a intervalos por tiras metalicas. Sobre ella alguien habia colocado una cubierta de plastico, en algun tiempo transparente y, a la sazon, opaca por el tiempo y la suciedad.

Subimos a la primera planta, amortiguados nuestros pasos por el vinilo. El 201 era el primer apartamento que figuraba a la derecha. Ryan y Bertrand se situaron a ambos lados de la negra puerta de madera y de espaldas a la pared, con las chaquetas desabrochadas y las manos ligeramente apoyadas sobre sus armas.

Ryan me hizo senas para que me pusiera a su lado. Me aplaste contra la pared y senti que mis cabellos se enganchaban en el tosco yeso. Aspire profundamente un intenso olor a moho y a polvo. Distingui el sudor de Ryan.

Ryan hizo senas a Bertrand. La burbuja de ansiedad estallo en mi garganta.

Bertrand llamo a la puerta.

No obtuvo respuesta.

Llamo de nuevo.

Silencio.

Ryan y Bertrand se pusieron en tension. Mi respiracion era jadeante.

– ?Abra a la policia!

Por el pasillo se abrio quedamente una puerta y unos ojos asomaron por la rendija que permitia la cadena de seguridad.

Bertrand llamo con mas fuerza, cinco golpes firmes en el sofocante silencio.

De pronto alguien dijo:

– Monsieur Tanguay n'est pas ici.

Volvimos rapidamente las cabezas en aquella direccion Era una voz suave y aguda que procedia del otro lado del pasillo

Ryan hizo senas a Bertrand para que permaneciera en su puesto y ambos nos dirigimos hacia alli. Unos ojos nos observaban, ampliados los iris tras gruesos cristales y sin apenas levantarse un metro veinte del suelo.

Los ojos pasaron de Ryan a mi y de nuevo a el en busca del punto menos amenazador donde posarse. Ryan se puso en cuclillas para llegar a su nivel.

– Bonjour -dijo.

– Hola.

– Comment ca va?

– Ca va.

Nuestro interlocutor aguardo. No podia adivinar cual era su sexo.

– ?Esta en casa tu madre? Negativa con la cabeza.

– ?Tu padre?

– No.

– ?Hay alguien?

– ?Quienes son ustedes?

Bien, joven. No confies en desconocidos.

– Policia -repuso Ryan al tiempo que le mostraba su insignia.

Los ojos que nos observaban se desorbitaron.

– ?Puedo tocarla?

Ryan se la paso por la rendija. Su interlocutor la examino con aire solemne y se la devolvio.

– ?Buscan a monsieur Tanguay?

– Si, eso es.

– ?Por que?

– Queremos formularle algunas preguntas. ?Conoces a monsieur Tanguay?

La criatura asintio, pero en silencio.

– ?Como te llamas?

– Mathieu.

Era un muchacho.

– ?Cuando estara en casa tu madre, Mathieu?

– Vivo con mi abuela.

Ryan mudo de postura, y sus articulaciones crujieron. Dejo caer una rodilla en el suelo, apoyo un codo en la otra y descanso la barbilla en los nudillos mientras miraba a Mathieu.

– ?Cuantos anos tienes, Mathieu?

– Seis.

– ?Cuanto tiempo hace que vives aqui?

El nino parecio sorprendido, como si nunca se le hubiera ocurrido otra posibilidad.

– Siempre.

– ?Conoces a monsieur Tanguay?

Mathieu asintio.

– ?Cuanto tiempo hace que vive aqui.

Encogimiento de hombros.

– ?Cuando estara tu abuela en casa?

– Ella limpia casas. -Hizo una pausa-. Es sabado. -Puso los ojos en blanco y se mordisqueo el labio inferior-.

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