Lisa Scottoline

Gente Legal

Legal Tender

1

Me incline hacia adelante en el banco de la galeria de la audiencia para no perderme una sola palabra. La nueva amiga de mi ex amante, Eve Eberlein, estaba recibiendo una humillacion publica a manos del juez Edward J. Thompson en medio de su contra interrogatorio. Me dio un ataque de alegria incontrolable; hubiera bailado alli mismo, en plena sala, pero no me quedo mas remedio que celebrarlo en mi interior, en algun sitio a la izquierda de mi dolorido corazon. No hay peor furia que la de una abogada despechada.

– -Permitame recordarle algo que usted ha olvidado por completo, senorita Eberlein --decia el juez Thompson. Era un magistrado calvo y un autentico caballero que habia perdido su legendaria paciencia ante el ataque de Eve contra una anciana testigo-. Este es un tribunal de justicia. Hay normas de comportamiento. Modales, civismo. No se deja la buena educacion a la puerta de mi sala de audiencias.

– Pero, Su Senoria, esta testigo no esta siendo honrada con la sala -dijo Eve. Mantenia un desafiante y altivo porte mientras se dirigia al estrado; su maquillaje era perfecto y el vestido rojo resaltaba convenientemente sus curvas. No es que yo sea celosa.

– ?Un disparate, senorita Eberlein! -replico el juez Thompson bajando la mirada a traves de unas gafas bifocales que hacian juego con su toga-. No le permitire que siembre dudas sobre el caracter de la testigo. Usted le ha hecho la misma pregunta una y otra vez y ella le ha dicho que no recuerda donde esta el expediente Cetor. Hace dos anos que se jubilo, como usted recordara. Pase a su siguiente pregunta, por favor.

– -Con el debido respeto, Su Senoria, la senora Debs era la archivera de Wellroth Chemical y recuerda perfectamente donde esta el expediente Cetor. ?Yo afirmo que la testigo esta mintiendo al tribunal! -Eve dirigio un dedo tembloroso hacia la senora Debs, a la que se le subieron los colores bajo el maquillaje.

– ?Dios santo! -exclamo manoseando nerviosamente las perlas que colgaban de su cuello. La senora Debs tenia un nimbo de cabello gris ensortijado y un rostro de absoluta honradez-. ?Yo jamas mentiria a un tribunal! - dijo, y cualquiera con dos dedos de frente podia ver que estaba diciendo la verdad-. ?Santo cielo, lo he jurado sobre la Biblia!

– ?Senorita Eberlein! -exclamo furioso el juez Thompson-. ?Le retiro la palabra! --Cogio el mazo y lo golpeo con fuerza. ?Crac! ?Crac! ?Crac!

Mientras tanto, Mark Biscardi, mi ex novio y aun socio del bufete, hacia como si leyera documentos en la mesa de la defensa. Trataba de quitar importancia al desastre a los ojos del jurado, pero sin duda prestaba atencion a cada silaba. Yo esperaba que recordase mi prediccion de que Eve iba a estropear el caso para poder decirle: «Ya te lo habia dicho».

– -?Protesto, Su Senoria! --grito Gerry Mclllvaine, el representante de la acusacion-. ?El comportamiento de la senorita Eberlein con esta testigo es un escandalo! ?Un verdadero escandalo! -Mclllvaine, un abogado con experiencia, habia permanecido ajeno a la escaramuza, manteniendo la boca cerrada hasta que fuera el momento de actuar para el jurado. La sala del tribunal no es mas que un escenario y los abogados son como actores.

Entonces, empece a estudiar al jurado. La mayoria de los miembros de la primera fila miraban con rechazo a Eve mientras el juez Thompson daba rienda suelta a su reprimenda. Dos jurados al fondo, ambas jubiladas como la senora Debs, mostraban una sonrisa de desprecio ante la actuacion de Eve. Habia logrado poner a todos en su contra, lo que influiria negativamente en su planteamiento de la defensa. En este juicio, las apuestas eran muy altas; por desgracia el demandado era uno de los mejores clientes de nuestro bufete legal, Rosato amp; Biscardi.

Maldita sea. Me sente bien erguida y mire preocupada a Mark, pero el seguia jugueteando con las pruebas. El y yo habiamos fundado R amp; B hacia siete anos y lo vimos crecer hasta convertirse en una de las boutiques juridicas mas renombradas de Filadelfia. Me importaba tanto la empresa que en verdad ni siquiera podia disfrutar al ver como Eve destrozaba nuestra reputacion, aparte de mi vida amorosa. Tenia que hacer algo.

Me puse de pie en medio del procedimiento llamando la atencion, no porque dijera nada, sino por mi estatura, casi un metro noventa. Es una buena estatura para una abogada, aunque cuando era adolescente no lo llevaba tan bien. Luego creci y me hice mas alta, mas rubia y mas fuerte, de modo que ahora parezco una montana dorada con titulo de abogado.

– -?Ay! --exclamo el letrado sentado a mi lado cuando le pise fuertemente un pie.

– -Oh, disculpe --dije en voz alta, casi tan alta como la del juez Thompson, que seguia reprendiendo a Eve ante la atencion fascinada del jurado.

– -Sshh --murmuro otro letrado.

– Lo siento, lo siento -dije abriendome paso entre la fila atestada de gente como un espectador de futbol que intenta ir a comprar una cerveza en el descanso. Por el rabillo del ojo, me percate de que conseguia distraer a uno de los miembros del jurado, el hispano del fondo-. Ay, lo siento -dije practicamente gritando.

Una vez fuera de la fila, camine por el pasillo hasta la mesa de la defensa, donde mi ex amado sudaba la gota gorda bajo su chaqueta inglesa a rayas. Mark se dio la vuelta para ver de donde provenia la conmocion y yo me incline sobre sus cabellos castanos y engominados y le susurre con cierto placer por encima de sus lociones y cremas:

– -Estas perdido, cielo.

– -Esta empezando --murmuro--. Ha cometido una equivocacion.

– -No, tu cometiste la equivocacion. Te dije que no era una procesalista. No puede conectar con la gente; es demasiado fria. Ahora, elige una prueba para que podamos luchar en paz.

Mark cogio una prueba.

– ?Que pasa con el jurado? Esto nos esta matando.

Eche una rapida mirada. La mayoria de los miembros del jurado nos estaban observando. Solo podia esperar que mi peinado les pareciera menos extravagante que de costumbre.

– Calma, Mark. El jurado se esta preguntando si aun nos acostamos juntos. ?Donde esta el cliente? ?El aleman? Es la estrella, ?no?

– Si, el doctor Otto Haupt. El tipo de las gafas metalicas de primera fila. ?Como reacciona?

Observe atentamente su rostro, pero su expresion era absolutamente impasible.

– -Es una cosa, no una cara. Y basta de excusas con tu amiguita. Solucionale el problema.

– ?Que quieres que haga? ?Que le de un azote?

– Lo que quieras. -Lo intento una vez conmigo, pero me rei en su cara-. Ponia en la retaguardia. No le permitas que interrogue a nadie mas.

– -Necesita practicar su don de gentes. Eso es todo.

– -Detesto esa expresion, «don de gentes». ?Que significa? Es algo que se tiene o no se tiene.

Me lanzo una de sus sonrisas fotogenicas.

– ?Por que estas aqui, Bennie? ?De verdad crees que tengo que aguantar estas tonterias tuyas? ?En medio de una sesion?

– Es lo menos que puedes hacer. Estoy a punto de salvarte el culo. Pasame el vaso que esta al lado de esa carpeta. -Cogi una jarra de agua de la mesa. Pesaba y estaba fria, y hasta tenia unos cubitos de hielo. Perfecto.

– -?Por que estoy haciendo esto? --dijo el, y cogio el vaso.

– -?Recuerdas a Leo Melly, el travestido que queria desfilar el dia de Colon? De los viejos tiempos, cuando luchabas por cosas que importaban, como el derecho a vestirse de mujer a plena luz del dia.

Un relampago de reconocimiento cruzo los magnificos ojos castanos de Mark; me paso el vaso.

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