– Lo recuerdo. Usted me lo dijo.
– -?Que le gusta a este gato?
– Pues… galletas Snickers y Coca-Cola de dieta.
– -Estas bromeando.
– -Pues si. --Si supiera…--. Le gusta el salmon. Solo lo mejor para el pobre gatito.
Guardo silencio.
– -Debo decirte, Bennie, que no supe que pensar cuando vi tu nota… --Se referia a la que le habia dejado cuando se quedo dormido en la sala D de reuniones. Estaba arrugada entre nosotros sobre la mesita de cafe, una sola pagina de papel amarillo en la que yo habia escrito mi mensaje.
– Se lo debia. Le debia un gato y pedirle perdon. Ahora ya tiene ambas cosas.
– No recuerdo que me hayas pedido perdon. Tal vez podrias repetirlo. Soy muy viejo y me falla la memoria. -Sonreia con socarroneria.
– Pues muy bien. Ya estoy lista. Lamento haber pensado que usted era una mala persona.
– Acepto tus disculpas. -Acaricio a Jammie 17, que se lanzo a juguetear con el con una patita en el aire. Volvio a acariciarlo y el gato volvio a jugar. Finalmente abandono la estilografica por uno de los juristas mas prominentes de su epoca.
– -Mire, usted le cae bien, senor Grun. Tiene que adoptarlo, ya que no tiene donde ir.
– -?Por que no te lo quedas tu?
– A mi perra no le gusta. Esta celosa. -Otra mentira, pero esta me habia salido con total naturalidad. La practica lo perfecciona todo. A Bear le encantaba Jammie 17, pero Grun necesitaba un gato mucho mas que yo-. No tiene un hogar. Le necesita.
– Bueno, supongo que me lo quedare.
– ?Maravilloso! -exclame, pero sin conviccion. Los dos miramos al gato; yo por ultima vez, pero no quise pensar en eso. Tal vez podria visitarlo. En Boca. En diciembre.
– Bennie -dijo el-, ?donde trabajaras ahora? Hay un lugar para ti aqui, en Grun. Yo puedo arreglar que tengas un despacho bonito cerca del mio. Tengo muchos clientes importantes que necesitan atencion. Y considerando tus anos de experiencia, la probabilidad de hacerte socia es muy considerable.
Me hizo pensar. ?Un despacho en la Costa Dorada? ?Una paga millonaria? ?Clientes de primera categoria y colegas de las mejores universidades? Fue una negativa bien pensada.
– -No, muchas gracias, senor Grun. Estoy abriendo un nuevo bufete con un socio.
– -Comprendido --dijo sonriente mientras acariciaba a Jammie 17-. ?Dices que el gato no tiene nombre?
– -Ninguno.
– -Un gato tendria que tener un nombre.
– -?Por que? Solo es un gato.
– -?Bennie! Me escandaliza que digas eso.
– -No es un animal de compania de verdad, como un perro. Apuesto a que se lo puede dejar en un coche todo el dia.
– Jamas! ?Los gatos son criaturas inteligentes, sensibles!
– Lo siento. -Ambos miramos a. Jammie 17, que bailaba un vals sobre la caja de bombones y la husmeaba con delicadeza. Su cerebro de gato le decia que se trataba de Snickers, pero solo era una caja de Godiva-. Entonces, ?que nombre le pondra, senor Grun?
– Confieso que no se me ocurren nombres apropiados.
Simule pensar seriamente.
– -?Y que tu Jammie 17?
– -Es un nombre horrible. --Arrugo su rugosa nariz.
– Lo siento.
– Horrible.
– Lo entiendo.
Lo observo investigando la caja de bombones.
– Podria llamarlo Tiger, como al otro.
– No, es una tonteria ponerle el mismo nombre a gatos distintos.
– Tienes razon. Acepto la critica. -Meneo la cabeza-. ?Que nombre puede ser? -Hizo una pausa-. Ya tengo el nombre perfecto.
– -?Cual?
– Piensa. Es un gato marron. ?Que mas es marron?
?Mierda?
– Me rindo.
– Te dare una pista. A nosotros dos nos encanta.
– ?Cafe?
– No, usa la cabeza.
Lo mire; el me miro a mi.
Los dos sonreimos al unisono.