– -Las toallas de papel estan…

– Las encontre -dijo, y yo me hundi aun mas bajo las mantas en una espera deliciosa. La vida era una belleza. Era dificil encontrar un hombre con todas esas aptitudes. Dude de que siguiera buscando. El aroma de su perfecto cafe llego con el.

– ?Dios santo, eres muy mal educada! -dijo Grady en calzoncillos y portando un termo que nos habiamos llevado de Homicidios cuando fui a buscarlo. Era lo menos que nos podian dar. Y ahora estaba lleno hasta el tope.

– ?Cafe! -Me sente de inmediato y me dispuse a beber, sedienta. El primer sorbo me acaricio la lengua. Era mi tercer orgasmo en ocho horas.

– Bebelo rapido. Tenemos que hacer algo importante. -Grady tomo asiento sobre la cama y me sonrio.

– -?Mas importante que el cafe?

– -Sin la menor duda.

– -?Que podria ser mas importante que el cafe? --Volvi a poner pose de mujer fatal, pero Grady no reacciono.

– -?Piensas que me refiero al sexo? De ningun modo. --Saco unos pantalones del armario y se los puso--. Bebe y vistete.

– -?Que?

– Esta todo arreglado. Lo hice mientras dormias. -Encontro una camisa-. Tenemos que ir a un sitio.

– -?A donde?

– Ya veras -dijo, y hasta Bear levanto sus orejas, intrigada.

Diez minutos despues, yo estaba atrapada por uno de los abrazos de osa de Hattie, aplastada torpemente contra una miscelanea de brillantes naipes que lucia sobre el pecho.

– Estoy tan feliz de verte, tan feliz… -dijo-. Gracias a Dios que estas en casa. Gracias a Dios.

– -Todo esta bien. Ya ha pasado. --La abrace lo mas fuertemente que pude. Habia llegado a casa demasiado tarde para pasar por el piso de mi madre y no estaba dispuesta a verla en aquel momento. Habia pensado lidiar con ella tras una buena noche de sueno, pero Grady habia hecho otros planes. Sin mi permiso.

– -Entrad --dijo Hattie; luego dio un paso atras y se seco los ojos con la manga de su camiseta-. Entrad, vosotros dos. Ella esta en su habitacion.

– ?Como se siente?

– Ya lo veras. -Hattie cerro la puerta del apartamento y echo tal mirada a Grady que me hizo lanzar una carcajada.

– ?Habeis estado conspirando?

Hattie sonrio.

– Grady y yo somos viejos amigos. ?Verdad, Grady?

El asintio.

– Nos criamos a menos de quince kilometros de distancia. ?Lo sabias, Bennie? Hattie crecio cerca de la frontera de Georgia y yo naci en Murphy, al otro lado de la frontera.

Hattie me cogio un brazo.

– -Tuvimos una larga charla telefonica. Ahora, vete a ver a tu madre. Esta despierta.

Grady me cogio el otro brazo.

– Asi es, Bennie. Yo quiero conocerla.

Con cierta desgana, deje que me llevaran.

– ?Tenemos que hacerlo ahora? ?Que le voy a decir? Lamento que te enviara a…

– Di lo primero que se te ocurra -dijo Hattie. Bear trotaba tras sus zapatillas de noche mientras cruzabamos la sala-. ?Sabias que tu madre estaba al tanto de todo lo del asesinato de Mark?

– ?De verdad?

– -Dijo que se lo habias contado todo de noche. --Llegamos a la puerta del dormitorio, que estaba un poco abierta, y Hattie la abrio del todo.

– -Oh, por Dios -me oi decir ante el espectaculo tan inusual.

Una suave brisa matinal entraba por la ventana abierta haciendo mover las cortinas. La habitacion estaba llena de luz y aireada, con un ligero olor a flores. Mi madre estaba sentada en una silla al lado de la cama, quieta y calma, leyendo un periodico, FUSION DE EMPRESAS, decia el titular sobre las fotos de Renee y de Eve. Tenia el cabello peinado con suaves ondulaciones y vestia pantalones y una blusa blanca. No se apercibio que yo estaba en el umbral, maravillada.

– ?Esta… curada? -susurre.

– Aun no, pero esta cerca -dijo Hattie en voz baja-. Carmella, carino -dijo-. Mira quien ha llegado a casa.

Mi madre levanto la vista del diario y sus ojos ojerosos apenas se abrieron de la sorpresa.

– -Benedetta.

Su voz me toco una cuerda enterrada en lo mas profundo. La unica que me llamaba Benedetta era mi madre y senti que el sonido hacia eco dentro de mi. Benedetta. Me resonaba en el pecho. Llamandome para cenar o para jugar. Para que me subiera sobre su regazo. Benedetta.

– -Benedetta, estas libre --dijo.

Se me enrojecieron los ojos. Se me hizo un nudo en la garganta. Me latio con fuerza el corazon. No sabia cuanta razon tenia. Y yo, tampoco.

Hasta ese momento.

41

Las estanterias de caoba llenas de informes del Tribunal Supremo rodeaban el inmenso y silencioso despacho. Su escritorio era de estilo colonial autentico, el llamado lowboy, y solo tenia encima un jarron Waterford lleno de plumas blancas de ave. Habia tres telefonos sobre varias superficies lacadas, pero ninguno habia sonado en toda la manana. No habia ningun ordenador a la vista, pero si una caja de bombones Godiva sobre la mesita de cafe. Al lado de un gato.

– -Es una belleza --dijo Grun. Nos sentamos en un sofa cubierto con una funda de damasco azul marino.

– -Y ya se lo he entrenado para hacer sus necesidades. -No mencione que preferia como papel los informes juridicos. No quise poner en peligro mi suerte.

– Me hace acordarme de mi Tiger. Tenia un color de piel parecido.

– Creia que Tiger tenia rayas.

– -Por debajo de las rayas, era parecida. Amarronada.

– Pues es suyo si lo quiere. Ahora necesita un hogar, ya que su dueno esta… de vacaciones. -No le dije que Sam estaba en pleno tratamiento de rehabilitacion, ya que todo el mundo en la empresa creia que estaba en Disney World, dada su aficion a los comics.

– -?Crees que le caigo bien? --Le hizo cosquillas a Jammie 17 con su arrugado dedo indice, pero el gato prefirio una Mont Blanc negra que habia al lado.

– Por supuesto que si. ?Como podria ser de otra manera?

– A ti yo no te caia nada bien -dijo con cierto resentimiento.

– Ya se lo he dicho. Eso fue antes de que lo conociera de verdad. -Habiamos pasado la manana juntos. Yo le confese mi engano en el papel de Linda Frost y el Grande y Poderoso me habia perdonado despues de hacerme jurar que devolveria a la empresa el valor de mi vestido de buscona y de los bocadillos de atun.

– No me parece que le guste. No me presta ninguna atencion.

– -Lo hara con el tiempo.

– -Tengo ochenta y dos anos, Bennie. No tengo mucho tiempo.

– Basta de eso. -No quise pensarlo. Habia tenido suficientes muertes como para que me duraran toda la vida.

Miro a Jammie 17 revolcarse encima de la mesa jugando con la estilografica con su patita peluda.

– Sin duda, es jugueton. Tiger tambien lo era. Era igual de pequena cuando me la dieron. -Marco unos quince centimetros en el aire con las manos-. Le encantaba el requeson.

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