Durante los ultimos diez anos, las responsabilidades y el presupuesto de la CIA se habian reducido en gran medida. Se trataba de una situacion desastrosa ya que en las tormentas de fuego que se desataban a lo largo y ancho del mundo solian participar fanaticos que no tenian que rendir cuentas a grupo politico alguno y que poseian armas de destruccion masiva. Ademas, si bien se creia que la tecnologia mas avanzada era la solucion a todos los males del mundo, los mejores satelites no podian recorrer los callejones de Bagdad, Seul o Belgrado y medir la temperatura emocional de sus habitantes. Los ordenadores espaciales jamas captarian los pensamientos de las personas ni adivinarian los impulsos diabolicos que anidaban en sus corazones. Thornhill siempre escogeria a un astuto agente de campo dispuesto a arriesgar su vida antes que el mejor hardware del mercado.

Thornhill contaba con un pequeno grupo de agentes cualificados en la CIA que le eran completamente leales, tanto a el como a su programa personal. Todos se habian esforzado lo indecible para que la Agencia recuperara la relevancia perdida. Por fin Thornhill disponia del vehiculo adecuado para tal fin. Pronto tendria metidos en un puno a destacados miembros del Congreso, senadores e incluso al mismisimo vicepresidente, asi como a suficientes burocratas de las altas esferas como para aplastar a un abogado independiente. El presupuesto aumentaria, los recursos humanos se multiplicarian y el alcance de las responsabilidades mundiales de la Agencia volveria a ser el que le correspondia.

La estrategia habia funcionado para J. Edgar Hoover y el FBI. Thornhill opinaba que no era mera coincidencia que el presupuesto y la influencia del FBI hubieran aumentado bajo el mandato del ex director y sus supuestos expedientes «secretos» sobre politicos de renombre. Si existia una organizacion en el mundo que Robert Thornhill odiaba con toda el alma, esa era el FBI. No obstante, emplearia las tacticas necesarias para que la Agencia recobrase su liderazgo, aunque ello significara que tuviera que robarle una pagina a su enemigo mas acerrimo. «Mira como te la juego, Ed», penso.

Thornhill volvio a concentrarse en los hombres que se agrupaban en torno a el.

– Lo ideal, por supuesto, seria que no tuviesemos que matar a uno de los nuestros -dijo-. Sin embargo, lo cierto es que el FBI la vigila dia y noche. Su unico momento vulnerable es cuando va a la casa de campo. Quiza la incluyan en el programa de proteccion de testigos sin avisarle, por lo que tenemos que atacarla en la casita de campo.

Otro hombre hablo.

– De acuerdo, mataremos a Lockhart, pero, por el amor de Dios, Bob, dejemos con vida al agente del FBI.

Thornhill nego con la cabeza.

– Es demasiado arriesgado. Se que matar a un colega es mas que lamentable, pero si eludiesemos nuestra mision ahora cometeriamos un error irreparable. Ya sabes cuanto hemos invertido en esta operacion. No podemos fracasar.

– Maldita sea, Bob -protesto el primer hombre-, ?sabes que pasara si el FBI averigua que hemos acabado con uno de los suyos?

– Si no somos capaces de guardar un secreto asi, entonces sera mejor que nos dediquemos a otra cosa -espeto Thornhill-. No es la primera vez que deben sacrificarse vidas.

Otro miembro del grupo se inclino hacia adelante. Era el mas joven. No obstante, se habia ganado el respeto del grupo gracias a su inteligencia y a su habilidad para ejercer la crueldad mas absoluta.

– De momento, solo hemos contemplado la opcion de matar a Lockhart para impedir que el FBI investigue a Buchanan. ?Por que no acudimos al director del FBI y le pedimos que ordene a su equipo que abandone la investigacion? Asi nadie tendria que morir.

Thornhill miro al joven con una expresion de decepcion.

– ?Y como propondrias que explicaramos al director del FBI por que deseamos que haga algo asi?

– Podriamos contarle algo parecido a la verdad -repuso el joven-. Incluso en el mundo de los agentes secretos a veces cabe la verdad, ?no?

Thornhill sonrio afectuosamente.

– Entonces, deberia decirle al director del FBI, a quien, por cierto, le encantaria vernos convertidos en piezas de museo, que deseamos que detenga una investigacion que es en potencia un autentico exito a fin de que la CIA pueda recurrir a medios ilegales para sacarle ventaja a su oficina. Brillante. ?Por que no se me habra ocurrido antes? ?Y en que carcel te gustaria cumplir tu condena?

– ?Por Dios, Bob, ahora colaboramos con el FBI! Ya no estamos en 1960. No te olvides del CCT.

El CCT era el Centro Contra el Terrorismo, un esfuerzo de cooperacion entre la CIA y el FBI, que se comprometian a compartir informacion y recursos para combatir el terrorismo. Todos los que habian participado en el mismo lo consideraban una experiencia de lo mas fructifera y eficaz. En opinion de Thornhill, se trataba de otra treta del FBI para entrometerse en los asuntos de la CIA.

– Mi participacion en el CCT es modesta -afirmo Thornhill-. Creo que ofrece una posicion privilegiada para vigilar al FBI y sus planes, que no suelen ser beneficiosos para nuestros intereses.

– Vamos, Bob; todos jugamos en el mismo equipo. Thornhill miro de hito en hito al joven con tal intensidad que los demas se quedaron petrificados.

– Te exijo que jamas vuelvas a pronunciar esas palabras en mi presencia - ordeno.

El joven palidecio y se reclino en la silla.

Thornhill apreto la pipa entre los dientes.

– ?Quieres que te de ejemplos en los que el FBI se lleva el merito y la gloria de los trabajos realizados por nuestra agencia? ?De la sangre derramada por nuestros agentes de campo? ?De las incontables ocasiones en las que hemos salvado el mundo de la destruccion? ?De como manipulan las investigaciones para aplastar a los demas y aumentar su presupuesto inflado? ?Quieres que te hable de todas las veces en que, durante mis treinta y seis anos de carrera, el FBI hizo cuanto pudo para desacreditar nuestras misiones y a nuestros agentes? ?Quieres que lo haga? -El joven nego despacio con la cabeza, fulminado por la mirada de Thornhill-. Me importa un comino que el director del FBI venga aqui, me bese los zapatos y me jure lealtad eterna; no dare mi brazo a torcer. ?Jamas! ?Me he expresado con claridad?

– Perfecamente -respondio el joven, pugnando por no sacudir la cabeza en senal de desconcierto. Todos los presentes, excepto Robert Thornhill, sabian que las relaciones entre el FBI y la CIA eran buenas. Aunque en ocasiones se mostraba torpe en las investigaciones conjuntas ya que disponia de mas recursos que nadie, el FBI no habia acometido una caza de brujas para acabar con la Agencia. Sin embargo, los hombres reunidos en la sala tambien eran conscientes de que Robert Thornhill creia que el FBI era su peor enemigo. Por otro lado, tambien sabian que Thornhill habia orquestado, hacia va varias decadas, varios asesinatos autorizados por la Agencia con gran celo y astucia. ?Por que contrariar a un hombre asi?

– Pero si matamos al agente, ?no crees que el FBI emprendera una cruzada para descubrir la verdad? -tercio otro de los hombres-. Disponen de recursos suficientes para arrasar la Tierra. Por muy buenos que seamos, jamas seremos tan fuertes como ellos. Entonces, ?cual es nuestra situacion?

Varios de los presentes resoplaron. Thornhill echo un vistazo alrededor con recelo. El grupo de hombres representaba una alianza mas bien precaria. Eran tipos paranoicos e inescrutables acostumbrados a reservarse su opinion. Lo cierto era que unirlos a todos habia sido un autentico milagro.

– El FBI hara sin duda cuanto este en su mano para aclarar el asesinato de uno de sus agentes y de la principal testigo de una de sus investigaciones mas ambiciosas hasta la fecha. Asi que lo que propongo es ofrecerles la solucion que queremos que encuentren. -Los presentes lo miraron con curiosidad. Thornhill sorbio agua del vaso y se tomo un minuto para preparar la pipa-. Tras ayudar durante varios anos a Buchanan en la operacion, la conciencia de Faith Lockhart, el sentido comun o su paranoia pudieron mas que ella. Acudio al FBI y les conto todo lo que sabia. Gracias a mi prevision, nos fue posible descubrirlo. No obstante, Buchanan ignora por completo que su companera lo ha traicionado. Tampoco sabe que tenemos la intencion de matarla. Solo nosotros lo sabemos. -Thornhill se felicito para sus adentros por la ultima observacion. La omnisciencia le sentaba bien; al fin y al cabo, ese era su terreno-. El FBI, sin embargo, podria sospechar que el

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