esa camilla rodeado de medicos que intentaran desesperadamente devolverle la vida a su cuerpo destrozado.

Lee se reclino en la pared y se deslizo hasta el suelo, al tiempo que se cubria el rostro con las manos y su cuerpo robusto se estremecia.

En una sala privada, Reynolds esperaba con Buchanan, que apenas habia pronunciado una palabra desde que Faith cayera herida. Estaba sentado mirando la pared. Al verlo, nadie habria imaginado la ira que se estaba acumulando en su interior: el odio absoluto que sentia por Robert Thornhill, el hombre que habia destruido todo lo que le importaba.

Poco despues de que llegara Fred Massey, condujeron a Faith a la UCI. El medico les dijo que, por el momento, la habian estabilizado. La bala era del tipo dum-dum, les explico. Se habia abierto paso en el cuerpo de Faith como una bola en la pista de la bolera, le habia danado los organos de manera considerable y le habia causado una hemorragia interna grave. Faith era fuerte y por el momento estaba viva. Tenia posibilidades de sobrevivir, eso era todo, les advirtio. Mas adelante les daria mas informacion.

Cuando el medico se marcho, Reynolds poso una mano en el hombro de Lee y le dio una taza de cafe.

– Lee, si ha sobrevivido hasta ahora, estoy segura de que saldra de esta.

– No hay garantias -murmuro Lee para si, incapaz de mirar a Brooke.

Se dirigieron a la sala privada, donde Reynolds presento a Buchanan y Lee a Fred Massey.

– Creo que el senor Buchanan deberia empezar a contar su historia -dijo Reynolds a Massey.

– ?Y esta dispuesto a hacerlo? -pregunto Massey con escepticismo.

– Algo mas que dispuesto -respondio Buchanan, un poco mas animado-. Pero antes, digame una cosa. ?Que es mas importante para usted? ?Lo que yo hice o detener a la persona que mato a su agente?

Massey se inclino hacia adelante.

– No me siento preparado para negociar con usted. Buchanan puso los codos sobre la mesa.

– Cuando le cuente mi historia, lo estara. Pero lo hare con una sola condicion. Dejeme tratar con ese hombre, a mi manera.

– La agente Reynolds me ha informado de que esa persona trabaja para el Gobierno federal.

– Eso es.

– Pues resulta bastante increible. ?Tiene pruebas?

– Si me deja hacerlo a mi manera, tendra las pruebas.

– Los cadaveres de la casa. ?Sabemos ya quienes son? -pregunto Massey a Reynolds.

Ella nego con la cabeza.

– Acabo de dar parte. La policia y los agentes de Washington, Raleigh y Norfolk estan en la escena del crimen. Pero es demasiado pronto para disponer de esa informacion. No obstante, todo se lleva en el mas absoluto de los secretos. No hemos dicho nada a los policias de la localidad. Controlamos todos los flujos de informacion. No veras nada en las noticias sobre los cadaveres ni sobre el hecho de que Faith este viva y se encuentre en este hospital.

Massey asintio.

– Buen trabajo. -Como si recordara algo de repente, abrio el maletin, extrajo dos objetos y se los entrego.

Reynolds observo su pistola y sus credenciales.

– Siento que ocurriera todo esto, Brooke -afirmo Massey-. Debi confiar en ti y no lo hice. Quiza haya pasado demasiado tiempo alejado de la realidad, rodeado de demasiados papeles y sin hacer caso de mis instintos.

Reynolds enfundo la pistola y se guardo la placa en el bolso. Volvio a sentirse plena.

– Quiza yo habria hecho lo mismo en tu lugar, pero eso pertenece al pasado, Fred, sigamos adelante. No disponemos de demasiado tiempo.

– Tenga por seguro, senor Massey -intervino Buchanan-, que nunca identificara a esos hombres. Y, aunque lo logre, no habra forma de relacionarlos con la persona de quien estoy hablando.

– ?Como puede estar tan seguro de ello? -inquirio Massey.

– Creame, se como actua ese hombre.

– Mire, ?por que no me dice quien es y deja que me encargue yo de el?

– No -repuso Buchanan con firmeza.

– ?Como que no? Somos el FBI, senor, nos dedicamos a esto. Si lo que quiere es un trato…

– Escucheme bien. -Buchanan apenas levanto la voz, pero miro a Massey con tal intensidad que el SEF guardo silencio, con la mente en blanco-. Tenemos una posibilidad de atraparlo. ?Una! Ya contaba con un infiltrado en el FBI. Quiza Constantinople no fuera el unico traidor. Quiza haya otros. -Lo dudo… - empezo a decir Massey.

Ahora Buchanan alzo la voz.

– ?Puede garantizarme que no los hay? ?Puede?

Massey se recosto en el asiento con expresion incomoda. Se volvio hacia Reynolds, quien se encogio de hombros.

– Si pudieron sobornar a Connie, podrian sobornar a cualquiera -manifesto ella.

Massey estaba abatido y sacudia la cabeza lentamente.

– Connie… Todavia no me lo acabo de creer.

Buchanan dio un golpecito en la mesa.

– Y si hay otro espia en sus filas y usted intenta atrapar a ese hombre por su cuenta, sera un fracaso absoluto. Desperdiciara su unica oportunidad. Para siempre. ?De verdad quiere correr ese riesgo?

Massey se froto la barbilla bien afeitada mientras reflexionaba. Cuando levanto los ojos hacia Buchanan, su expresion denotaba cautela pero tambien interes.

– Cree de veras que puede poner a ese tipo al descubierto?

– Estoy dispuesto a morir en el intento. Y necesito echar mano del telefono. Apelar a una ayuda muy especial. -Buchanan sonrio para sus adentros. Cabildeando hasta el final. Se dirigio a Lee-. Tambien necesito tu ayuda, Lee. Si estas dispuesto.

Lee parecio sorprenderse.

– ?Yo? ?Que puedo hacer yo para ayudar?

– Anoche converse con Faith sobre ti. Me hablo de tus habilidades «especiales». Dijo que eras un buen recurso para circunstancias dificiles.

– Supongo que se equivoco. De lo contrario no estaria ahi tumbada con el pecho perforado.

Buchanan puso una mano en el brazo de Lee.

– El sentimiento de culpabilidad que tengo por el hecho de que ella se interpusiera en la trayectoria de la bala casi me impide moverme. Pero ahora no lo puedo cambiar. Lo que si puedo hacer es procurar asegurarme de que no arriesgo su vida en vano. Tu corres un grave peligro. Aunque detengamos a ese hombre, hay muchas personas que lo apoyan. Siempre habra alguien ahi fuera.

Buchanan se echo atras en su asiento y observo fijamente a Lee. Massey y Reynolds tambien miraron al investigador privado. Sus brazos musculosos y anchas espaldas contrastaban

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