– ?Que pasa, Francesca? -pregunto, su voz tan tranquiliadora como podia en las presentes circunstancias.
– El te hizo dano. Nunca pense que fuera a hacerte dano. Te habria dicho que huyeras, Isabella, de veras. Tu me gustas. Te habria advertido que te fueras si hubiera pensado por un momento que… -Habia un cualidad infantil en la voz de Francesca, como si dijera la simple y candida verdad.
La medicina del te estaba todavia en el cuerpo de Isabella, haciendola sentir adormilada e ingravida.
– ?Quien crees que me hizo dano, Francesca? Nadie me ha hecho dano. Fue un accidente. Sin la menor importancia.
Se hizo un pequeno silencio.
– Pero todo el mundo esta diciendo que el te golpeo, cortando terribles cuchilladas en tu cuerpo, y que te habria devorado si Sarina no le hubiera detenido entrando en la habitacion. -Brotaban lagrimas de los ojos de Francesca, cruzo los brazos sobre su pecho y se mecio atras y adelante como para consolarse a si misma.
– Seguramente no quieres decir
Francesca asintio.
– He oido muchas historias semejantes sobre su crueldad.
– ?Quien diria cosas tan terribles? Puedo asegurarte, Francesca, que
– ?Oh, no! -Francesca sacudio la cabeza precipitadamente-. ?Nunca! Pero baje la colcha mientras estabas durmiendo, y vi tu espalda. Seguramente eso dejara cicatriz. ?Como puede haber ocurrido?
– El halcon se asusto e intento atacar a Sarina. Yo estaba en medio. Parece mucho peor de lo que realmente es. -Isabella estaba empezando a despertar apesar de la medicina. Se sentia tiesa e incomoda y necesitaba visitar el bano. Fue toda una lucha sentarse. Francesca, observandola con gran interes, se echo a un lado para darle mas espacio para maniobrar.
Isabella arqueo una ceja hacia ella y bajo la mirada hasta la colcha enredada alrededor de su piel desnuda. Francesca sonrio traviesamente ante la muestra de modestia y levanto la mirada hacia el techo ornamentado. Asi de rapidamente cambio su humor, y estaba sonriendo.
Isabella se movio lentamente, recogiendo la bata que Sarina habia dejado consideradamente para ella. Como las otras prendas de vestir que se le habia proporcionado, esta estaba confeccionada con una tela suave que se aferraba a sus curvas. Gracias a Dios, su espalda todavia estaba lo bastante entumecida como para no agravar sus heridas.
Fue consciente del mismo gemido y maullido que habia oido la noche anterior, llegando de los salones del
– ?Que clase de animal emite ese sonido? -pregunto Francesca, ya casi segura de la respuesta.
Francesca brinco poniendose en pie inquietamente y se encogio de hombros.
– Un leon, por supuesto. Estan por todas partes en el valle, en el
Isabella empezaba a creer que Francesca era mas joven de lo que aparentaba. ?Quien mas una una nina no revelaria del todo su identidad? Rememorando su propia infancia caprichosa, Isabella decidio no presionar en ese punto y espantar a su nueva amiga.
– Yo nunca he estado en montanas como estas -le dijo Isabella. -Los
– ?Alguna vez has estado en un baile? -pregunto Francesca tristemente.
Isabella volvio del bano para permanecer junto a la silla delante del hogar. El fuego se habia apagado, dejando ascuas ardientes. La debil luz lanzaba un extrano brillo sobre la pared tras ella. Giro la cabeza para mirar su propia sombra, su gruesa trenza que pasaba la curva de su trasero en su tunica flotante. Hizo una lenta pirueta, observando su sombra en la pared, haciendo una mueca cuando su espalda protesto.
– Si, en mas de uno. Me encanta bailar.
Francesca intento un giro, manteniendo los brazos extendidos como si estuviera bailando con un companero. Isabella rio, volviendose para mirar la sombra de Francesca, pero las brillantes ascuas no eran lo bastante fuertes como para trazar la silueta de la joven sobre la pared junto a la de Isabella.
– Seria divertido tener uno aqui -dijo Frcesca-. Tu puedes ensenarme todos los pasos apropiados. He tenido que imaginarmelo por mi misma.
– Tendra que ser otra noche, cuando no me duela la espalda, pero me encantaria ensenarte a bailar. ?
Francesca se balanceo aqui y alla, girando a un lado y otro mientras bailaba por la habitacion.
– No ha habido musica en el
– ?Por que? -pregunto Isabella, intentando no sonreir ante la exuberancia de Francesca.
– Por los leones, por supuesto. No tolerarian semejantes actividades. Ellos mandan aqui, y nosotros obedecemos. No aceptarian a tantos visitantes, aunque estan tranquilos esta noche. Deben aceptarte, o estarian rugiendo en protesta como hicieron anoche. Cuando metes la mano en la boca del leon, el te juzga, amigo o enemigo. Los que buscan el favor de Nicolai deben meter primero los dedos en la boca del leon. Si les muerde, Nicolai sabe que son enemigos, y no pueden entrar.
Isabella miro a las ascuas del fuego, frunciendo el ceno mientras lo hacia. Francesca debia estar equivocada. Era joven, alocada en sus pensamientos y acciones. Debia estar imaginando historias o repitiendo rumores como habia hecho antes, cuando creia que el
– ?Gobernados por los leones? ?Como pueden los humanos ser gobernados por un leon? Las bestias son salvajes y peligrosas, y las utilizaban los barbaros para matar a la gente de fe. Pero, los que ostentan el poder controlaban a los leones, no al contrario. -Se estremecio cuando Francesca no replico-. ?Cuantos leones hay en el valle? -pregunto.
No hubo respuesta. Isabella giro la cabeza, y Francesca una vez mas habia desaparecido de su dormitorio. Isabella suspiro. Se aseguraria de preguntar a la chica la proxima vez que la viera donde estaba el pasadizo secreto. Muy probablemente seria una informacion util de la que disponer.
CAPITULO 4
– Isabella -Sarina le sacudio el hombro gentil pero insistentemente-. Vamos,
Isabella alzo los parpados y levanto la mirada hacia la cara amable de Sarina.
– ?Que pasa? Aun no ha amanecido -Se movio cuidadosamente, las laceraciones de su espalda eran mas dolorosas ahora que la medicina habia perdido efecto. Intento evitar sobresaltarse-. ?Algo va mal, Sarina?
– Se le ha ordenado abandonar este lugar. Las provisiones estan empaquetadas, y su escolta esta esperando con su caballo -Sarina se negaba a encontrar la mirada de Isabella-. El no se aplacara,
Isabella alzo la barbilla desafiantemente.
– Hicimos un trato. El